Responsabilidad y destino
Cuando se habla de opciones pol¨ªticas la gente se sit¨²a frecuentemente en un marco ideol¨®gico m¨¢s o menos conservador, en algunos casos con cierta ligaz¨®n con partidos pol¨ªticos que pueden no coincidir con lo que se piensa en gran n¨²mero de cuestiones. Es evidente que, en principio, ninguna opci¨®n pol¨ªtica apostar¨¢ abiertamente por el abaratamiento de los servicios p¨²blicos, por el desmantelamiento del estado de bienestar o por la perdida de derechos civiles. Sin embargo, el ejercicio del gobierno, sobre todo si dura m¨¢s de cuatro a?os, es muy revelador sobre las prioridades pol¨ªticas. Puede verse, por ejemplo, en las consecuencias de la falta de inversi¨®n en servicios p¨²blicos, que no requieren ser desmantelados; sencillamente, se invierte cada a?o menos presupuesto en los mismos; se recurre a la subcontrataci¨®n de cualquier tarea de estos servicios; o se restringe el n¨²mero de sus potenciales beneficiarios a trav¨¦s del incremento de los requisitos para acceder a los mismos. Todo ello conduce a una situaci¨®n de desconfianza global hacia lo p¨²blico que justifica precisamente los avances en la privatizaci¨®n.
As¨ª, se van desmantelando las obligaciones propias del Estado, que de esta forma deja de prestar servicios, los cuales van siendo paulatinamente asumidos por la empresa privada. ?sta, curiosamente, cuando la Administraci¨®n reniega de los servicios p¨²blicos, siempre encuentra en ellos un suculento negocio. ?Qu¨¦ puede ocurrir? Que de vez en cuando una desgracia sacuda todas las televisiones, prensa y radio, y que, naturalmente, la oposici¨®n exija explicaciones. ?Cu¨¢l es la salida? Todo est¨¢ previsto: se dir¨¢ una y otra vez desde el Gobierno que todo ha sido un fatal accidente, que, como sucede en la vida, hay hechos que son inevitables, que ocurren y hay que asumirlos, y que si alguien quiere sacar provecho pol¨ªtico de la desgracia es un carro?ero que no respeta a las v¨ªctimas.
El asunto es claro. Por una parte, la oposici¨®n de izquierdas llevamos a?os reivindicando inversiones en el transporte p¨²blico, en servicios sociales, en educaci¨®n, y en un largo etc¨¦tera. Mientras tanto, la actual Administraci¨®n prefiere gastarse los dineros del contribuyente en cosas m¨¢s (tele-)visibles, porque los sistemas de seguridad del metro no se ven y las inspecciones en las residencias de la tercera edad no son noticia vendible. Lo visible y tangible es lo que hace que muchos ciudadanos digan "qu¨¦ bonita est¨¢ Valencia", y que crean que somos muy relevantes porque se celebran en nuestra ciudad grandes acontecimientos, como una competici¨®n de vela que nadie antes conoc¨ªa. (?Qui¨¦n recuerda donde se celebr¨® la ¨²ltima vez la America's Cup? ) Dice la alcaldesa que traer¨¢ dinero, si bien por ahora s¨®lo trae m¨¢s costes, como lo prueba el que pidan m¨¢s y m¨¢s inversiones p¨²blicas para cubrir un evento privado. O se celebre un encuentro mundial de las familias, seg¨²n el concepto restrictivo y excluyente de familia del Vaticano como la ¨²nica posible y aut¨¦ntica; y de este modo, a golpe de enc¨ªclica, se deja fuera a la mitad de los valencianos. Ciertamente, el Pa¨ªs Valenciano imaginado y planeado por nuestros actuales gobernantes se parece cada vez m¨¢s a los escenarios de cart¨®n-piedra de Terra M¨ªtica (que al final es m¨¢s materia de tribunales que de aventuras y romanticismo con final feliz).
Como dec¨ªa, se puede ser m¨¢s o menos conservador en ideolog¨ªa o costumbres, y todas las opciones y actitudes son dignas y respetables siempre que no sean excluyentes y se respete a las otras, a lo diferente. Pero a¨²n estando preocupado solamente por los propios intereses y por conservar las tradiciones, un m¨ªnimo de racionalidad en las decisiones y acciones aconseja reflexi¨®n y cautela a la hora de elegir a los representantes: pues ah¨ª est¨¢n y los sufrimos todos, quienes les han votado y quienes no. As¨ª, detr¨¢s de la fachada y de las declaraciones s¨®lo hay graves carencias y dejaci¨®n de responsabilidades: al final, cuando la desgracia entra en nuestras casas, nos quieren convencer a todos que es cosa del destino, del f¨¢tum que, como en las tragedias griegas, escapa al control de los seres humanos. Resignaci¨®n y plegarias para todos los males del Pa¨ªs Valenciano. Am¨¦n.
Isaura Navarro es diputada de Esquerra Unida-Izquierda Unida en el Congreso de los Diputados.
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