Marie Laffranque, hispanista experta en Federico Garc¨ªa Lorca
Fue directora de investigaciones de Filosof¨ªa en el CNRS
El calibre humano de ciertos grandes intelectuales se mide probablemente en el n¨²mero de veces que la gente de a pie nos preguntamos qui¨¦nes son. ?Qui¨¦n es Marie Laffranque? Naci¨® en 1921, en la Occitania gascona, por situarla en un espacio geogr¨¢fico afectivo, y fue anarquista de esp¨ªritu, educada en el laicismo de las escuelas p¨²blicas de barrio; su apego a la misma tierra, madre tect¨®nica y social, seg¨²n su definici¨®n ("porque queremos que se cumpla la voluntad de la tierra que da su fruto para todos", era una de sus frases preferidas), se sobrepuso a etiquetas nacionales y abri¨® su curiosidad a las lenguas y culturas m¨¢s diversas. Sobre todo a las m¨¢s soterradas.
El primer v¨ªnculo de Marie Laffranque con el mundo po¨¦tico peninsular se hizo a trav¨¦s de Federico Garc¨ªa Lorca, cuando en su tierra era s¨®lo un nombre de canciones populares, casi olvidado en los libros de texto de la Espa?a Nacional-Cat¨®lica. A la obra lorquiana le dedic¨® gran parte de su trayectoria de hispanista, desde principios de los cincuenta; por entonces los libros reflejaban a?os de esfuerzo y no kil¨®metros de tinta de impresora (tard¨® 10 en escribir Les id¨¦es esth¨¦tiques de Federico Garc¨ªa Lorca, referencia insoslayable para cualquier estudioso del vers¨¢til universo lorquiano). Lleg¨® a rescatar desde el teatro inconcluso a las conferencias... y le restituy¨® al poeta una cronolog¨ªa por entonces fragmentaria y trunca, columna vertebral de la bell¨ªsima y arriesgada edici¨®n Aguilar que public¨® otro vocacional entra?able, don Arturo del Hoyo, en 1954. Para restarle importancia a su trabajo, como sol¨ªa, le pregunt¨® hace unos a?os a don Francisco Garc¨ªa Lorca: "Paco, ?a ti no te parece que la mitad de los lorquistas estamos locos?". A lo que su interlocutor replic¨® imperturbable: "La mitad no. M¨¢s, Mar¨ªa, m¨¢s".
Marie Laffranque rechaz¨® el magisterio institucional, aunque sin querer ser profesora de nadie fue maestra de tanta gente. Enemiga de homenajes y fastos, conceb¨ªa la labor intelectual como un aut¨¦ntico activismo. Ejerci¨® como directora de investigaciones en la rama de Filosof¨ªa del Centre National de la Recherche Scientifique, fue miembro del Centro Internacional de Estudios Gitanos de Granada y de la Escuela Francesa de An¨¢lisis Institucional.
Estas facetas la configuran como una pensadora tenaz, activa, diversa, rigurosa y, parad¨®jicamente, nada acad¨¦mica, irreductible a idearios, movimientos institucionales y escuelas. Hasta el final de su vida, la casa de la familia Laffranque siempre ha sido refugio de perseguidos, exiliados, y hoy, de sin papeles o ilegales.
Fue una pionera en el hispanismo: primera traductora al franc¨¦s de Gabriel Celaya o Vicente Aleixandre, vivi¨® parte de la convalecencia f¨ªsica y espiritual de este ¨²ltimo, y trep¨® siendo tetrapl¨¦jica hasta la empinada sierra madrile?a para hacer compa?¨ªa a quien consideraba como un aut¨¦ntico resistente; tradujo con el mismo cuidado y tenacidad a su querida amiga Mar¨ªa Zambrano y las experiencias de c¨¢rcel de Llu¨ªs Mar¨ªa Xirinacs, o los testimonios de objetores insumisos en las prisiones del Pa¨ªs Vasco; trabaj¨® activamente durante un largo periodo en la revista francesa Philosophie, participando a trav¨¦s de los seminarios de Alain Guy, otro fil¨®sofo rompedor, por el reconocimiento europeo de una filosof¨ªa hisp¨¢nica.
La inquietud intelectual de esta mujer es desmedida, y su generosidad no conoce cotos, y cuaja en una frase que se le col¨® en vuelo de Iberia Toulouse-Compostela, en medio de una m¨²sica ambiental espantosa: "Solos estamos sin terminar". Con id¨¦ntico rigor escribir¨ªa sobre Poseidonio de Rodas y otros estoicos, el teatro anarquista de Federico Urales, el pensamiento de Antonio Machado o de ?ngel Ganivet, hasta la revisi¨®n minuciosa de la obra de Garc¨ªa Lorca publicada por la Pl¨¦iade, un regalo para Andr¨¦ Belamich, a quien nunca perdonar¨ªa el cambiar los nardos lorquianos por unos afrancesados jazmines de jard¨ªn.
Disciplinadas traducciones de fil¨®sofos contempor¨¢neos como Lanza del Basto o Juan David Garc¨ªa Bacca se entrelazan con su apoyo militante e incondicional a Pepe Beunza y otros pioneros del movimiento de insumisos en Espa?a. Luch¨® en el movimieto de Larzac, y no escatim¨® esfuerzos en apoyar a la poblaci¨®n gitana de Toulouse y con todos los exiliados de la guerra espa?ola, cuyo poso quedar¨¢ impreso en una instituci¨®n: los Amigos del teatro espa?ol, en el ahora m¨ªtico n¨²mero 56, rue du Taur.
Los ¨²ltimos a?os de su vida los dedic¨® a los gallegos, y leg¨® una magistral traducci¨®n al franc¨¦s de la Er¨®tica de Xos¨¦ Lu¨ªs M¨¦ndez Ferr¨ªn.
En un peque?o almanaque figuran minuciosamente anotadas direcciones dispares, a la cuerda de fil¨®sofos heter¨®clitos, algunos heterodoxos, como sus maestros Vladimir Yankelevich, o Canguilhen, se suman en este calendario fuera del tiempo Roa Bastos, Cernuda, Antonio de Casas, Danielle Mitterand, una estupenda pasteler¨ªa bearnesa, Ebe Bonafini, Ada y Elda d'Alessandro, otras madres y abuelas de la Plaza de Mayo, un jardinero tolosano... versos de Ren¨¦ Char y versos propios ... Nombres y nombres con reminiscencias manouches.
Todo este palabrer¨ªo para decir que Marie Laffranque no se ha muerto este 13 de julio. Que se ha bajado a Almu?¨¦car. A ver el mar.
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