La mejor es la ¨²nica buena
Pens¨¢ndolo bien, no soy un escritor, porque lo que hago no es escribir, es o¨ªr m¨¢s intensamente. Me siento y espero hasta que las voces comiencen. Andan a mi alrededor, m¨¢s fuertes, m¨¢s tenues, m¨¢s distantes, m¨¢s pr¨®ximas, hablando sin sonido y no obstante diciendo, diciendo.
El problema es elegir cu¨¢l de ellas es la verdadera, porque todas las dem¨¢s mienten. A veces lleva semanas, lleva meses entenderla. Casi nunca se trata de la m¨¢s n¨ªtida. Casi nunca, no: nunca se trata de la m¨¢s n¨ªtida, ni de la m¨¢s seductora, ni de la m¨¢s inteligente. En general se apaga, recomienza, vuelve a apagarse, se distrae de m¨ª y yo de ella, intento encontrarla entre las restantes, no lo consigo, lo consigo, no lo consigo, recomienzo, la descubro a lo lejos, creo descubrir
Aunque piense que est¨¢ leyendo no est¨¢ leyendo nada, tiene todas las edades al mismo tiempo y todos los tiempos de su vida
-Es ¨¦sta
me desilusiono
-No es ¨¦sta
pues lo que cuenta no tiene sentido y no obstante existe algo en el sinsentido que me persigue, la atraigo hacia m¨ª o me empujo hacia ella, no la atraigo hacia m¨ª, me empujo hacia ella, comienzo a probarla despacito, una palabra dispersa, una segunda palabra al azar, una frase entera, las voces que quedan se empe?an en desviarme
-?Qu¨¦ inter¨¦s hay en eso?
-?A qu¨¦ te lleva ese discurso?
-Est¨¢s equivocado
me entregan personajes, episodios, historias y yo no quiero saber nada de personajes, episodios, historias, eso es para quien hace novelas y yo me cago en las novelas, quiero un hilo que me conduzca al centro de la vida y traer a la superficie todo lo que existe ah¨ª dentro, quiero el coraz¨®n del mundo, no quiero entretener a los que las compran, no quiero divertirlos, no quiero divertirme, quiero lo que reside en el interior de lo interior, donde est¨¢n las personas y nosotros con ellas, transformar en letras lo que no tiene letra alguna, quiero seguir un pasito leve en un corredor que no s¨¦ d¨®nde queda, no exactamente un pasito, el eco de un pasito que ha de volverse pasito si contin¨²o con ¨¦l, que ha de ganar carne y ojos y llevarme consigo, quiero respirar con ¨¦l, quiero que nos quedemos juntos, quiero que el pasito sea mi pasito y el corredor mi corredor, que la carne y los ojos se conviertan en mi carne y en mis ojos, quiero ese libro que a¨²n no ha comenzado, pero que a fuerza de obstinaci¨®n y orgullo y paciencia se volver¨¢ m¨ªo, sin escribirlos, claro, ya no caigo en esa trampa, dej¨¢ndolo salir como el agua que se derrama y encuentra su curso en las junturas de las tablas del suelo y no es mi libro, dado que no me pertenece ning¨²n libro con mi nombre, los libros deber¨ªan llevar el nombre del lector, no del autor, en la cubierta, es el lector quien le da sentido a medida que lee, es al lector a quien le pertenece la voz, y no s¨®lo la voz, la carne y los ojos y el corredor y el paso, y el lector est¨¢ solo y es inmenso, el lector contiene en s¨ª el mundo entero desde el principio del mundo, y su pasado y su presente y su futuro, y se escucha a s¨ª mismo y siente el peso de cada v¨ªscera, de cada c¨¦lula, de cada ¨ªntimo rumor, el lector no para de crecer y ya no necesita ni el libro ni a m¨ª, y al acabar el libro comienza, y al guardar el libro en el estante el libro contin¨²a y el lector contin¨²a con ¨¦l, cada c¨¦lula se divide en millares de c¨¦lulas y el lector es muchos, y el lector deja de leer porque no est¨¢ leyendo, aunque piense que est¨¢ leyendo no est¨¢ leyendo nada en absoluto, tiene todas las edades al mismo tiempo y todos los tiempos de su vida aunque el libro est¨¦ cerrado en alg¨²n rinc¨®n de la casa y el lector no lo necesite para continuar con ¨¦l y ahora me vienen a la cabeza las semillitas sin peso que en el verano de cuando ¨¦ramos peque?os entraban volando por la ventana, volv¨ªan a salir, desaparec¨ªan y, aun desaparecidas, segu¨ªan con nosotros llevando de la mano recuerdos y esperanzas y alguien que cantaba
(?qu¨¦ mujer?)
junto al lavadero una melod¨ªa
(a veces ni una melod¨ªa siquiera: dos o tres notas solamente)
que son las ¨²nicas que oiremos cuando caiga la noche y las sombras que nos rodean piensen
(m¨¢s que pensar: tengan la certidumbre, ellas y el m¨¦dico y el se?or de los ata¨²des)
de que no o¨ªmos nada.
Traducci¨®n de Mario Merlino.
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