Par¨ªs, siempre Par¨ªs
Mientras suena un sonido met¨¢lico, se apaga en el techo una lucecita con el macho y la hembra de un cintur¨®n de seguridad unidos por una flecha roja. La maniobra de despegue ha terminado. Pueden soltarse el cintur¨®n y utilizar -si quieren- sus aparatos electr¨®nicos hasta que comencemos el descenso. Voy camino de Francfort, sobrevolamos tierras de la antigua Alemania comunista y escribo desde las nubes. Justo antes de embarcar he podido ver el sprint de los Campos El¨ªseos, el m¨¢s bello de todos los escenarios. Por cierto, la imagen del sprint desde una moto que avanzaba en paralelo a los protagonistas ha sido soberbia.
Para escribir desde las nubes hay que estar en ellas; yo m¨¢s bien estoy entre ellas, y muy temporalmente. Desde las nubes podr¨¢ escribir hoy Landis, si es que le apetece, que no creo. Bastante tendr¨¢ con otras cosas.
Aunque bien mirado, no hay ni uno de los que hoy ha terminado el Tour en Par¨ªs que no tenga su propia nube. Claro que como en todo, hay grados. Hay nubes altas y bajas. Nubes altas, como la de Hushovd, que empieza el Tour ganando y lo termina idem. Como la de Rasmussen y McEwen, con sus respectivos maillots de colorines, objetivos cumplidos. O como las de los integrantes del podio. O como las de otros que vinieron al Tour a hacer algo, y se marchan habi¨¦ndolo hecho.
Y tambi¨¦n hay nubes bajas, que son todas las dem¨¢s. Las de los que no han ganado nada, los que se han dedicado a llegar y poco m¨¢s, a hacer bulto. Estos son los que respiran m¨¢s aliviados, por fin esto se ha terminado.
La tradici¨®n manda que todos los corredores dar¨¢n una vuelta triunfal a los Campos El¨ªseos; subida y bajada hasta el Arco del Triunfo. El que ha estado all¨ª alguna vez nunca lo olvidar¨¢. Yo he estado, y recuerdo casi cada pedalada. La gente, que abarrota el circuito, aplaude, no sabes si a t¨ª, a otros, pero eso a ti te da bastante igual. All¨ª t¨² te sientes vencedor. S¨®lo t¨² sabes todo lo que ha costado.
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