Antes y despu¨¦s
Desde mediados de los a?os noventa hemos asistido a una progresiva presencia de artistas surafricanos en la escena internacional. Sin duda, los decisivos cambios ocurridos en un pa¨ªs que se convirti¨® en s¨ªmbolo de la lucha por la igualdad racial facilitaron dicha difusi¨®n. Una apertura que descubri¨® un escenario creativo tremendamente interesante en el seno de una sociedad compleja y muy inestable, marcada por el terrible pasado de las leyes del apartheid y en buena medida desestructurada. En estas coordenadas se sit¨²a el programa de exposiciones del festival La Mar de M¨²sicas, una programaci¨®n que ha ganado en consistencia respecto a ediciones anteriores. De entre las propuestas presentadas pueden destacarse claramente los trabajos fotogr¨¢ficos de Peter Magubane y Obie Oberholzer, y el v¨ªdeo de William Kentridge.
PETER MAGUBANE / WILLIAM KENTRIDGE y OBIE OBERHOLZER
Centro Cultural Ram¨®n Alonso Luzzy / Sala Muralla Bizantina
Cartagena
Hasta el 25 de agosto
De Peter Magubane (Johannesburgo, 1930), nombre hist¨®rico de la fotograf¨ªa surafricana, se presenta su trabajo sobre la revuelta de Soweto de 1976, uno de los testimonios m¨¢s directos y crudos que existen sobre los movimientos que intentaban acabar con las leyes de discriminaci¨®n racial y la violenta represi¨®n desplegada contra ellos. Un fotoperiodismo ejercido desde el compromiso y con el que registr¨® y sintetiz¨® los elementos que representaron ante el mundo, tanto la protesta como los m¨¦todos de la represi¨®n.
Pero ante todo hay que destacar la exposici¨®n dedicada a Obie Oberholzer (Pretoria, 1947), bajo el t¨ªtulo A la vuelta de la esquina, sin duda la propuesta m¨¢s interesante del programa. Un fot¨®grafo a descubrir en toda su dimensi¨®n, que quiz¨¢ haya sido infravalorado por ser m¨¢s conocido en su vertiente de fot¨®grafo de viajes y naturaleza. Expone sus im¨¢genes acompa?adas de extensos pies de fotos escritos por ¨¦l mismo y que funcionan casi como peque?os relatos; un doble texto, visual y escrito, que se alimenta rec¨ªprocamente y con el que construye un retrato del continente africano tan real, directo y descarnado que en ocasiones llega a parecer fruto de la fantas¨ªa. Retratos y paisajes en que lo imprevisible limita con lo imaginario, sustrato de irrealidad siempre presente en lo real que Oberholzer acent¨²a gracias a un magistral uso de la luz y el color, que por momentos evoca la est¨¦tica de William Eggleston. Im¨¢genes como El jardinero del optometrista, Cuando el cami¨®n de cerveza viene, Cebra con sillas rojas o El tanque de Alfonso son una muestra perfecta de su inteligente y el¨ªptica forma de registrar la realidad.
Puede completarse esta se-
lecci¨®n haciendo referencia al v¨ªdeo de William Kentridge, Tide Table (2003), en el que fiel a su personal est¨¦tica de secuencias de dibujos encadenados, vuelve sobre sus habituales temas de reflexi¨®n: la relaci¨®n entre individuo y colectividad, los mecanismos de la conciencia y la memoria, la responsabilidad hist¨®rica y el sentimiento de culpa. Partiendo de referencias concretas al r¨¦gimen del apartheid, Kentridge lleva su discurso, una vez m¨¢s, hacia una interrogaci¨®n general sobre la naturaleza social y pol¨ªtica de la injusticia y sobre la capacidad real de regeneraci¨®n moral.
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