?Una asociaci¨®n estrat¨¦gica con Am¨¦rica Latina?
El documento de la Comisi¨®n Europea sobre Una asociaci¨®n reforzada entre la Uni¨®n Europea y Am¨¦rica Latina (8-12- 2005) dice que "es dif¨ªcil encontrar en el mundo otra regi¨®n con la que existan tantas razones para construir una verdadera alianza. Dada la historia y la cultura que ambas comparten, la Uni¨®n Europea y Am¨¦rica Latina est¨¢n en condiciones de comprenderse mejor que con otras regiones, por lo que disponen de una gran ventaja para, unidas, multiplicar su capacidad de acci¨®n. Por tanto, a ambas les interesa convertirse en aliadas especiales en la escena mundial". Por su parte, el senador chileno Carlos Ominami escribe: "Un proyecto de tal envergadura s¨®lo ha sido posible [el senador da ya por hecha la alianza] como resultado de una historia com¨²n, una cultura com¨²n, un conjunto de principios y valores comunes que orientan el desarrollo nacional y las relaciones internacionales, y de una firme decisi¨®n pol¨ªtica para transformar, todo ello, en una visi¨®n y en una acci¨®n conjunta para el porvenir".
Por eso, la Declaraci¨®n de la IV Cumbre entre la Uni¨®n Europea y Am¨¦rica Latina / Caribe (ALC) (Viena, 12-5-2006) manifiesta que "sobre la base de nuestros v¨ªnculos culturales e hist¨®ricos estamos decididos a optimizar las posibilidades de acci¨®n conjunta de nuestras regiones". Claro que si -desde un punto de vista espa?ol y sirvi¨¦ndonos de una suerte de principio de subsidiariedad- reduj¨¦ramos el marco, la afinidad ser¨ªa a¨²n mayor. As¨ª, Enrique Iglesias, director de la Secretar¨ªa General Iberoamericana, escribe: "La iberoamericana es la comunidad de naciones con mayor identidad cultural, hist¨®rica y ling¨¹¨ªstica y, aunque haya diferencias de tama?o, no hay desequilibrios hegem¨®nicos. No hay problemas relevantes de paz y seguridad... Somos, quiz¨¢s, la zona de paz y seguridad m¨¢s grande del mundo". Podr¨ªa decirse que Am¨¦rica Latina es una de las ¨¢reas menos belicistas del planeta. Y, por si fuera poco, ALC es hoy -fuera de Europa- el ¨¢rea geogr¨¢fica en que existen m¨¢s democracias. M¨¢s que en ?frica, Asia o el mundo ¨¢rabe. De ah¨ª que la principal labor de la UE hacia Latinoam¨¦rica no sea ya tanto exportar la democracia como consolidarla. Y hacerlo mediante el fomento de la cohesi¨®n socioecon¨®mica y de la integraci¨®n regional. Y cuanta m¨¢s integraci¨®n, mejor crecimiento y mayor cohesi¨®n. Desde luego, la tarea es ardua, pues hablamos de una posible alianza entre 58 pa¨ªses: 33, de Am¨¦rica Latina y el Caribe, y 25, de la UE. Teniendo en cuenta que en breve dos m¨¢s (Rumania y Bulgaria) se unir¨¢n a ¨¦sta, el conjunto equivaldr¨ªa a casi un tercio de los miembros de las Naciones Unidas.
M¨¢s ardua si consideramos que en estos ¨²ltimos tiempos han aparecido algunas complicaciones -probablemente coyunturales- que dificultan la relaci¨®n UE-ALC. De nuestro lado, las dificultades de la ampliaci¨®n, Turqu¨ªa o la "pausa de reflexi¨®n" provocada por el rechazo franco-holand¨¦s al tratado constitucional. Ello hizo exclamar hace unos d¨ªas en Estrasburgo a un activo parlamentario latinoamericano que no necesariamente m¨¢s europeos equivalen a m¨¢s Europa, poniendo sobre la mesa el eterno dilema ampliaci¨®n / profundizaci¨®n.
Por parte latinoamericana est¨¢n las tendencias centr¨ªfugas en la integraci¨®n andina y en Mercosur (protagonizadas por Venezuela y Uruguay, respectivamente). Maticemos respecto a Uruguay. Si bien es cierto que el tristemente famoso conflicto de las papeleras llev¨® a su presidente a afirmar que "el Mercosur no sirve", no lo es menos que posteriormente la vicecanciller uruguaya ha manifestado que "no pensamos dejar Mercosur" (EL PA?S, Montevideo, 24-5-2006).
Otra dificultad es la existencia competitiva -a veces agresiva- de dos tipos de democracia en Am¨¦rica Latina. De una parte, la que podr¨ªamos denominar de ra¨ªz y cultura preponderantemente indigenista, aliada de la que se autoproclama bolivariana y de otra, la m¨¢s acorde con nuestro canon democr¨¢tico occidental. Tal vez sea ¨¦sa la causa de un punto un tanto sorprendente, el n¡ã 4, de la Declaraci¨®n de Viena, que textualmente dice: "Reafirmamos que si bien las democracias comparten caracter¨ªsticas comunes, no existe un modelo ¨²nico de democracia y que ¨¦sta no es exclusiva de ning¨²n pa¨ªs o regi¨®n". Lamentablemente, este p¨¢rrafo podr¨ªa llevar a alguien a concluir que los predicados "valores comunes" por la Comisi¨®n Europea y otras fuentes pueden no serlo tanto. Adem¨¢s -y dando la vuelta al argumento del citado parlamentario-, ?se podr¨ªa tambi¨¦n acaso concluir que no necesariamente m¨¢s latinoamericanos equivalen a una Latinoam¨¦rica m¨¢s integrada?
En cualquier caso, debemos apostar por un multilateralismo eficaz que d¨¦ protagonismo internacional a la UE, apoyada en la tarea por una Latinoam¨¦rica integrada. Por unas relaciones internacionales que tiendan a la paz, eliminen los conflictos y persigan el progreso econ¨®mico y social sostenible y la cohesi¨®n de las sociedades. Aun estando en relativa crisis ambas orillas del Atl¨¢ntico, merece la pena un esfuerzo multilateralista racionalizador que establezca un marco de cooperaci¨®n universal y regional donde la actuaci¨®n
uni-
lateralista y hegem¨®nica de una potencia dominante sea muy dif¨ªcil de llevar a cabo. Como dice ?lvaro de Vasconcelos, "s¨®lo una UE con una voz propia en el orden internacional ser¨¢ capaz de contribuir a la 'multilateralizaci¨®n' de los Estados Unidos. Pero, al mismo tiempo, las acciones que pueda tomar la Uni¨®n por su cuenta ser¨ªan insuficientes para realizar esta tarea de gigantes, siendo por eso necesario encontrar socios que compartan una visi¨®n semejante del orden internacional. Los latinoamericanos ser¨ªan pares ideales si fueran capaces de profundizar la integraci¨®n regional".
En Viena, los logros fueron menos de los previstos. En parte debido al clima de desconfianza europeo tras abandonar Venezuela la Comunidad Andina de Naciones (CAN), la inc¨®gnita por la actitud del nuevo Gobierno boliviano hacia dicha organizaci¨®n y la crisis de Mercosur, no circunscrita s¨®lo al conflicto de las celulosas. Pero el clima ha mejorado sensiblemente, haciendo subir las apuestas a favor de una crisis coyuntural y no estructural de la integraci¨®n latinoamericana. Los datos positivos se refieren tanto a Mercosur como a la CAN. Respecto al primero, hay quien sostiene que la mayor implicaci¨®n de Caracas en dicha organizaci¨®n ha disgustado a Brasil y Argentina, que ven que Ch¨¢vez corteja a los pa¨ªses peque?os, quienes, a su vez, mantienen ciertas controversias con los dos grandes.
Empero, bien sea por la sed energ¨¦tica de Brasil y Argentina -lo que atenuar¨ªa el supuesto disgusto-, bien por un sincero y renovado af¨¢n integrador, el hecho es que a finales de mayo se ha acelerado la incorporaci¨®n de Venezuela a Mercosur. En Buenos Aires, los representantes de los cinco Estados confirmaron "su compromiso con la consolidaci¨®n del proceso de integraci¨®n de Am¨¦rica del Sur en el contexto de la integraci¨®n latinoamericana, proceso que debe ser instrumento para promover el desarrollo integral, enfrentar la pobreza y la exclusi¨®n social".
No es menos optimista el panorama en la CAN. Ante las dificultades presentes, en Viena se dio un plazo para definir las bases de la negociaci¨®n que conduzca a un acuerdo de Asociaci¨®n. Pues bien, los presidentes de los cuatro Estados de la CAN se reunieron en Quito el 13 de junio y acordaron "consolidar nuestro proceso integrador y convertir a la Comunidad Andina en un instrumento que nos facilite una mejor y mayor inserci¨®n en la econom¨ªa mundial, con miras a lograr la mejora sostenida del nivel de bienestar de nuestros pueblos". De ah¨ª que decidieran "impulsar el proceso conducente al inicio de las negociaciones del Acuerdo de Asociaci¨®n entre la Comunidad Andina y la Uni¨®n Europea". Ojal¨¢ esta positiva evoluci¨®n de la CAN y Mercosur abra definitivamente la v¨ªa a los pares latinoamericanos ideales que tanto necesitamos.
Emilio Men¨¦ndez del Valle es embajador de Espa?a y eurodiputado socialista.
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