El hombre que gritaba demasiado
El ex futbolista Dunga, nuevo seleccionador de Brasil, prima la "voluntad y la concentraci¨®n" al talento, del que dice que "apenas sirve"
En los despachos ya nadie expone la necesidad de jugar bien para triunfar. Ni quiere debatir si volver a las fuentes y honrar la legendaria herencia del f¨²tbol brasile?o respetando la esencia del juego. Los directivos van por otro camino, abrazados a esa mercadotecnia capaz de transformar a un equipo de extraordinario potencial en una mera tropa de malabaristas y contratando entrenadores empapados de pragmatismo. Brasil fracas¨® en el pasado Mundial y la respuesta de su Federaci¨®n no ha podido ser m¨¢s controvertida: Entre 185 millones de brasile?os, ha elegido a Dunga como nuevo seleccionador. Sin experiencia alguna en los banquillos y respaldado s¨®lo por su pasado de jugador como un icono de garra, bravura y coraje, el perfil de Dunga no est¨¢ emparentado con los tradicionales valores creativos del f¨²tbol brasile?o. En su presentaci¨®n, apenas dio pistas sobre sus planes para renovar la selecci¨®n: "Vibraci¨®n, motivaci¨®n y la voluntad de vencer que yo tuve como jugador. Esos son los requisitos indispensables para vestir la camiseta brasile?a".
Por su figura peque?a y compacta Carlos Caetano Bledorn Verri (Iju¨ª, 1963) carg¨® desde joven con el apodo de Dunga, el nombre de uno de los siete enanitos de Blancanieves. Su destemplado car¨¢cter y un sempiterno gesto de pira?a iracunda ayudaron a exagerar el personaje: un volante defensivo de parco nivel t¨¦cnico, gran agresividad e irreprimible tendencia a vociferar. Dunga tuvo m¨¢s peso en la selecci¨®n que en los clubes en los que milit¨®: Internacional, Corinthians, Vasco da Gama, Pisa, Fiorentina, Pescara, Stuttgart y Jubilo Iwata. Un hecho s¨®lo explicable por el cambio de filosof¨ªa de Brasil tras las decepciones mundialistas de los a?os 80, cuando no alcanz¨® el t¨ªtulo pese a su gran nivel de juego.
Era en el ¨¢mbito de una selecci¨®n s¨²bitamente entregada a un desaforado tacticismo donde Dunga se sent¨ªa importante. Con Brasil jug¨® 116 partidos y los tres mundiales que disput¨® sintetizan su carrera: En 1990 el seleccionador Sebastiao Lazaroni se estrell¨® con su f¨®rmula llena de precauciones defensivas que inclu¨ªan la sacr¨ªlega figura de un l¨ªbero y un volante de contenci¨®n. La prensa represent¨® en esa estampa t¨¢ctica la decadencia de la selecci¨®n, bautizando como Era Dunga aquella gris etapa. La suerte cambi¨® en 1994. Dunga, como capit¨¢n de Brasil, levant¨® la Copa del mundo y lo recuerda con orgullo: "Nuestra generaci¨®n mostr¨® que se gana con determinaci¨®n, calidad, garra y voluntad. El talento apenas sirve".
En el c¨¦sped, Dunga intentaba resolver chocando lo que su gran compa?ero de l¨ªnea, Mauro Silva, arreglaba con inteligencia, clase e intuici¨®n. Dunga lleg¨® al mundial 98 con 34 a?os. En aquel plan¨ªsimo Brasil de Zagallo, acab¨® desquiciado, gritando hist¨¦ricamente a Ronaldo y a cuanto compa?ero se le cruzara cuando las cosas no iban bien. Interpretando p¨¦simamente la capacidad de liderazgo que se le atribu¨ªa. En pleno arrebato de ardor guerrero lleg¨® incluso a propinar un cabezazo a Bebeto mientras abroncaba al liviano delantero.
Ahora se declara un gran admirador de Parreira, al que sustituye al frente de la selecci¨®n, y es capaz de cuestionar el esplendor de ilustres leyendas: "Zico y Falcao fueron grandes figuras, pero no ganaron una Copa del mundo". Incluso se ha atrevido a lanzar sus dardos hacia la venerable figura de Tel¨¦ Santana, pr¨®cer abogado del f¨²tbol arte fallecido este a?o: "Aquel seleccionador fue el responsable de que Brasil no ganara la Copa en el 82".
Tras el mundial 98 Dunga apenas jug¨® un a?o m¨¢s en el Internacional de Porto Alegre. El tiempo justo para sufrir en carne propia la eclosi¨®n de un tal Ronaldinho, entonces promesa del Gremio. ?se es quiz¨¢s el ¨²nico rinc¨®n del ecosistema futbol¨ªstico brasile?o en el que el coraje y la pierna fuerte se celebran tanto como la habilidad. El para¨ªso para un futbolista como Dunga. Pero en aquella c¨¦lebre final regional de 1999 Ronaldinho castig¨® al viejo capit¨¢n con lo mejor de su repertorio, que incluy¨® dos sombreros y un fastuoso autopase de rabona. Ahora le toca a Dunga, cuyo primer partido al frente de Brasil ser¨¢ ante Noruega en Oslo el pr¨®ximo 16 de agosto, volver a convivir con estrellas de mucho mayor calado futbol¨ªstico que el que ¨¦l tuvo. Y renovar los ¨¢nimos de una selecci¨®n deprimida. Pero 185 millones de brasile?os, todos seleccionadores en potencia, analizar¨¢n cada decisi¨®n que tome Dunga. Sospechan que esta vez no bastar¨¢ con unos cuantos gritos.
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