Valencia: el puerto que no cesa
Si echamos un vistazo al mapa de las infraestructuras del transporte proyectadas para el ¨¢rea de Valencia (la prensa las destapa, la Administraci¨®n las oculta), podemos creer que tenemos un problema con la vista: veremos doble.
El by pass se duplica (mejor se dobla; doblar: "aumentar algo, haci¨¦ndolo otro tanto m¨¢s de lo que era", seg¨²n la RAE) pegadito o no al existente, la carretera N-340, la antigua carretera de Barcelona, se dobla en la parte norte, el acceso norte a la ciudad se dobla (para ir al puerto), los cinturones de ronda se doblan... etc¨¦tera... (El aeropuerto tambi¨¦n se est¨¢ doblando, y la futura Estaci¨® del Nord equivale, si la suerte no cambia, a una duplicaci¨®n...).
Y finalmente, el Gran Hermano, el puerto de Valencia, tambi¨¦n se dobla, si bien es cierto que este ¨²ltimo no va a ocupar tierra, sino mar... que es infinito.
La primera reflexi¨®n que sugiere el mapa: a falta de un plan de transportes coherente, sostenible, razonable, tan necesario, la alternativa consiste en seguir alimentando el modelo que consolida el predominio, ya abrumador e insostenible, del tr¨¢fico por carretera. No es una novedad, s¨®lo que ahora estamos ya llegando a un punto en que la comarca metropolitana, con la ciudad y la huerta como paganas, se est¨¢ convirtiendo en un aut¨¦ntico desprop¨®sito, una aut¨¦ntica jungla de asfalto.
En cuanto al puerto, lo primero que llama la atenci¨®n -y que cuestiona de ra¨ªz el proyecto- es el plazo de proyecci¨®n de los tr¨¢ficos para justificar la ampliaci¨®n anunciada: nada menos que el a?o 2035. (Ni siquiera el antiguo r¨¦gimen sovi¨¦tico, tan seguro de s¨ª mismo, era capaz de prever m¨¢s all¨¢ de los famosos planes quinquenales). ?C¨®mo se justifica este horizonte tan lejano en un mundo tan cambiante, en donde el comercio mundial, y en consecuencia el tr¨¢fico mar¨ªtimo, est¨¢ sometido a grandes vaivenes?...
En cuanto a los impactos ambientales de la ampliaci¨®n, est¨¢ casi todo dicho: tocar una de las playas urbanas m¨¢s importantes del Mediterr¨¢neo resulta de una irresponsabilidad lacerante; afectar paisaj¨ªsticamente el frente mar¨ªtimo de la ciudad no tiene ninguna justificaci¨®n.
Menos se ha hablado y alg¨²n especialista lo ha hecho, de la escasa -al parecer- eficiencia de las operaciones portuarias en relaci¨®n con la ocupaci¨®n de suelo. Ello supondr¨ªa que con una gesti¨®n m¨¢s eficaz, las necesidades de dicha ocupaci¨®n ser¨ªan menores para un mismo tr¨¢fico de mercanc¨ªas. Por otra parte, resulta dif¨ªcil entender, para el ciudadano corriente, la visi¨®n de una huerta donde progresa el cultivo de contenedores.
?Por qu¨¦ no exigir a la Administraci¨®n que gestione con mayor eficiencia y respeto al medio ambiente el puerto actual, ya excesivo para las condiciones naturales y urbanas del entorno? ?Por qu¨¦ no pedirle al Ministerio de Fomento que de una vez opte por el ferrocarril para la conexi¨®n con el tr¨¢fico mar¨ªtimo?
Las playas: dif¨ªcilmente encontraremos un patrimonio colectivo tan bien aprovechado por la ciudadan¨ªa. Junto con el Jard¨ªn del Turia en el viejo cauce (si el exceso de puentes no lo acaba convirtiendo en un t¨²nel) las playas constituyen el espacio p¨²blico m¨¢s democr¨¢tico de la ciudad, el de mayor utilizaci¨®n y disfrute, en contraste con el viario urbano, imposible para el paseo, abarrotado de coches en movimiento y aparcados, aceras invadidas.
Estos dos ejes, el mar¨ªtimo y el fluvial, proporcionan el espacio de ocio y paseo m¨¢s importante para los ciudadanos que a diario los disfrutan y que no pueden -o no quieren- huir de la ciudad en los d¨ªas festivos. Una mejor gesti¨®n podr¨ªa aumentar considerablemente su rentabilidad social, albergando nuevos y cuidados equipamientos para tal fin.
Pero dif¨ªcilmente eso ocurrir¨¢ en unas playas ya castigadas por la suciedad de sus aguas, la falta de equipamientos y cuidados c¨ªvicos, por no citar el exceso de arena por el norte (Las Arenas, Malva-rosa) que contrasta con la preocupante situaci¨®n menguante por el sur (El Saler). Habr¨ªa bastado la declaraci¨®n de parque natural para el conjunto Devesa-Albufera para cuestionar cualquier alteraci¨®n del perfil costero, es decir, para frenar cualquier ampliaci¨®n del puerto, empezando por la que se inici¨® a mediados de los ochenta y que abri¨® las puertas a la desmesura.
Si disparatada es la ampliaci¨®n que ahora se propone, igualmente resulta su presupuesto: nada menos que 530 millones de euros, que si los a?adimos a las obras del festival copero (?cu¨¢nto llevamos gastado?...) y a la operaci¨®n de la ZAL, resultan cifras escalofriantes, en relaci¨®n con las eternas deficiencias y necesidades de esta ciudad. Por citar un ejemplo: ?No le resulta bochornoso a nuestra alcaldesa, tan complaciente con el proyecto, todo este exceso comparado con la desesperante situaci¨®n del centro hist¨®rico, visible tan s¨®lo a unos pasos del esplendor de los despachos municipales?
Hace un a?o, en estas mismas p¨¢ginas (17 de mayo de 2005) ya denunci¨¢bamos el oscurantismo que envolv¨ªa los primeros bocetos de la ampliaci¨®n portuaria, camuflada del ruido opositor por los fastos de la Copa del Am¨¦rica. Las presunciones se quedaban cortas: hoy el puerto va m¨¢s all¨¢ e insiste en que la ampliaci¨®n es la "m¨ªnima imprescindible".
No se trata de que el puerto y su poderos¨ªsimo lobby utilicen una y otra vez el argumento de los beneficios econ¨®micos que produce y que apenas se discuten, sino de que internalicen las deseconom¨ªas que generan sus ampliaciones, es decir, que se conozca de verdad cu¨¢les son esos beneficios, pero tambi¨¦n los aut¨¦nticos costes de todo tipo, imputando ¨¦stos a los usuarios de las instalaciones portuarias y no al com¨²n de los ciudadanos de Valencia. Quiz¨¢s nos encontremos entonces con que el puerto, a partir de un cierto umbral, ya no resulte tan competitivo...
Resulta preocupante, finalmente, la prepotencia con que se desenvuelve la Autoridad Portuaria (?de d¨®nde emana esa autoridad?) y la aquiescencia de la Administraci¨®n central, a la hora de plantear sus proyectos, obligando a la ciudad a defenderse, yendo a remolque: un p¨¦simo antecedente contra la l¨®gica democr¨¢tica, a la que nos estamos acostumbrando peligrosamente. La carga de la prueba en el debate portuario no recae del lado de los ciudadanos, sino del organismo que toma la iniciativa. Aunque lo cierto es que los antecedentes no animan en absoluto a confiar en este ¨²ltimo: ah¨ª tenemos los cad¨¢veres de Natzaret y la Punta, junto con la preocupante situaci¨®n de las playas de la Devesa, testimonios mudos de esa desconfianza.
Joan Olmos es ingeniero de Caminos.
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