Globalizaci¨®n y lucha contra la pobreza
Siempre me ha llamado la atenci¨®n el fen¨®meno del rechazo, incluso la condena moral, que la globalizaci¨®n -que es la forma actual de denominar el libre comercio- concita en amplios sectores de las sociedades occidentales, aun a pesar de los evidentes logros en la lucha contra la pobreza que han protagonizado el libre comercio internacional, el libre movimiento de capitales y las instituciones democr¨¢ticas. En este sentido, tanto mis adversarios pol¨ªticos (Rafael Simancas y Margarita Ferr¨¦) como don Manuel Arce Bolado, este ¨²ltimo en carta a EL PA?S, manifestaban su indignaci¨®n por la defensa de la globalizaci¨®n que realic¨¦ en una conferencia hace unos d¨ªas. Por ello, decid¨ª escribir este art¨ªculo y explicar cu¨¢les son mis razones para defender la globalizaci¨®n.
A mi juicio, la libertad econ¨®mica y el libre comercio internacional han sido, son y ser¨¢n siempre mucho m¨¢s eficaces en la lucha contra la pobreza que el intervencionismo, el nacionalismo econ¨®mico o cualquier variedad conocida o por conocer del populismo, del socialismo o del comunismo. Y si, adem¨¢s, se dan en el seno de un aut¨¦ntico Estado democr¨¢tico y de derecho que proteja las libertades y los derechos de todos los ciudadanos, especialmente los de los m¨¢s d¨¦biles, la libertad econ¨®mica y el libre comercio internacional son todav¨ªa m¨¢s eficaces en la lucha contra la pobreza.
Existen numerosos ejemplos de c¨®mo la globalizaci¨®n ha sacado de la miseria y de la pobreza a cientos de millones de personas. Y la India y China, cuyas poblaciones suman alrededor de 2.400 millones de personas (es decir, casi las dos quintas partes de la Humanidad), son quiz¨¢ los dos principales de ellos. Desde 1978, cuando China comenz¨® a abandonar el modelo econ¨®mico comunista y a abrir sus mercados, su PIB se ha multiplicado por 10, y hoy crece a un ritmo del 10% anual acumulativo. En cuanto a la India, que comenz¨® a liberalizar su econom¨ªa en 1991, basta decir que en los ¨²ltimos 10 a?os ha multiplicado su PIB por dos, con una media de crecimiento anual por encima del 7%. Y algo muy parecido ha ocurrido en otros pa¨ªses asi¨¢ticos como Indonesia, Malasia, Tailandia, Taiwan o Corea del Sur.
Por cierto, el caso de este ¨²ltimo pa¨ªs es realmente paradigm¨¢tico en lo que se refiere a las bondades de la globalizaci¨®n: a principios de la d¨¦cada de los 60, Corea del Sur era uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres de Asia. Hoy, su renta per c¨¢pita es de m¨¢s de 22.000 d¨®lares, y su econom¨ªa es una de las m¨¢s grandes del mundo, a la par con la espa?ola. Creo que no vale la pena hacer comparaciones con Corea del Norte, donde, por cierto, tras la guerra de Corea, se quedaron, bajo la administraci¨®n del Estado comunista, la mayor¨ªa de las industrias y de los recursos naturales del pa¨ªs, dividido en dos mitades.
Pero, adem¨¢s, hay que se?alar que de este espectacular crecimiento econ¨®mico de Asia se han beneficiado los m¨¢s desfavorecidos. Y prueba de ello es que la pobreza en el mundo se ha reducido de una manera espectacular: en 1970, el 44% de la poblaci¨®n mundial viv¨ªa con menos de dos d¨®lares al d¨ªa. Hoy, gracias a la globalizaci¨®n, s¨®lo lo hace el 18%. Y la mayor parte de esta reducci¨®n de pobreza se est¨¢ dando, precisamente, en China y la India. Se podr¨ªan citar, adem¨¢s, otros indicadores que miden el bienestar y la calidad de vida, como la esperanza de vida, la mortalidad infantil, el acceso al agua potable, alcantarillado, etc¨¦tera, donde los resultados tambi¨¦n son espectaculares.
Y en pa¨ªses que ya part¨ªan de niveles de desarrollo m¨¢s altos, la globalizaci¨®n, lejos de destruir empleos y lejos de generar pobreza, ha generado a¨²n m¨¢s empleo y m¨¢s riqueza, elevando el nivel de vida de todas las capas de la sociedad, especialmente de las m¨¢s humildes. Vale la pena citar el caso de Irlanda: hace s¨®lo 25 a?os, Irlanda era uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres de la Uni¨®n Europea. Sin embargo, hoy, en 2006, Irlanda es el pa¨ªs m¨¢s rico de la Uni¨®n Europea, tras Luxemburgo. Hasta el punto de que Irlanda, que desde el siglo XIX siempre hab¨ªa sido un pa¨ªs de emigrantes, se ha convertido en pa¨ªs de acogida de inmigrantes. Y este milagro econ¨®mico tuvo su origen en pol¨ªticas liberales. Es decir, en las bajadas de impuestos, en los recortes del gasto p¨²blico, en el equilibrio presupuestario, en la liberalizaci¨®n de la econom¨ªa y en la apertura a las inversiones extranjeras y al comercio internacional.
Algo parecido puede decirse de los pa¨ªses que, tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, abandonaron la tiran¨ªa y el modelo econ¨®mico comunista para participar en la Uni¨®n Europea y en los mercados internacionales. Por ejemplo, los pa¨ªses b¨¢lticos (Estonia, Letonia y Lituania), cuyas rentas per c¨¢pita, en 1996, eran poco m¨¢s del 30% de la media de la Uni¨®n Europea, 10 a?os despu¨¦s rondan, como es el caso de Estonia, el umbral del 60%. ?se es tambi¨¦n el caso de Eslovaquia, el de Eslovenia, o el de Hungr¨ªa.
Otros pa¨ªses que, como Irlanda, han aplicado pol¨ªticas favorables a la actividad econ¨®mica, han liberalizado sus econom¨ªas, han ajustado sus presupuestosy se han abierto a¨²n m¨¢s al comercio y a las inversiones extranjeras, tambi¨¦n han recibido su premio: por ejemplo, el Reino Unido, Holanda y, sin ir m¨¢s lejos, Espa?a, que en los ¨²ltimos 10 a?os ha pasado del 87% de la renta per c¨¢pita europea al 100%. Por el contrario, los pa¨ªses que han aplicado pol¨ªticas econ¨®micas menos liberales han retrocedido respecto a la media europea. As¨ª, en los ¨²ltimos 10 a?os, Alemania ha bajado desde el 118,1% al 109,9% de la renta per c¨¢pita europea, Francia ha descendido desde el 112,9% al 109,2% y Jap¨®n, por citar a un gigante econ¨®mico no europeo, ha retrocedido desde el 121,4% al 111,9%; mientras que Estados Unidos, que part¨ªa en 1996 de un elevado 150,9%, ha conseguido incluso mejorar su posici¨®n hasta el 151,5% de la renta per c¨¢pita europea.
Del mismo modo, los pa¨ªses de Iberoam¨¦rica que han practicado pol¨ªticas econ¨®micas m¨¢s favorables y abiertas a la globalizaci¨®n, como pueden ser Chile, Colombia o M¨¦xico, son hoy islas de libertad y de prosperidad en medio de un continente que parece obstinarse en repetir los errores que, en el pasado, le hicieron perder el tren del desarrollo. Y me atrever¨ªa a asegurar que el hecho de que ?frica haya sustituido a Asia como el continente m¨¢s pobre del mundo se debe, precisamente, a que la globalizaci¨®n y las instituciones que la hacen posible a¨²n no han llegado, por desgracia, a esa parte del mundo.
No dudo de que la inmensa mayor¨ªa de quienes se pronuncian contra la globalizaci¨®n sienten una sincera preocupaci¨®n por el hecho de que todav¨ªa hay en el mundo cientos de millones de personas que carecen de lo necesario para llevar una existencia digna. Pero no son, ni mucho menos, los ¨²nicos en sentir preocupaci¨®n, ni tampoco los m¨¢s acertados a la hora de proponer soluciones.
Yo creo que el inter¨¦s de los m¨¢s desfavorecidos exige, cuando menos, una reflexi¨®n m¨¢s rigurosa acerca de los pros y los contras de la globalizaci¨®n, que tambi¨¦n los tiene, naturalmente. Una reflexi¨®n que deje a un lado los t¨®picos y las visiones deformadas para partir de la realidad de los hechos. Repetir acr¨ªticamente el falso t¨®pico de que la globalizaci¨®n hace cada vez m¨¢s ricos a los ricos y hunde en la miseria a los m¨¢s pobres no ayudar¨¢ en nada a los m¨¢s desfavorecidos. Antes al contrario, s¨®lo contribuir¨¢ a defender a quienes, en los pa¨ªses ricos, ven en la globalizaci¨®n una amenaza para sus privilegios y sus intereses.
Esperanza Aguirre Gil de Biedma es presidenta de la Comunidad de Madrid.
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