La irreductible Aldeanueva de Cameros
Subes al altillo de tu armario, sacas el bel¨¦n, desempolvas las piezas que tienen todos los belenes que se precien y las pones sobre la mesa, descartando a todos los camellos: el puente, las casitas, el agua hecha con papel de plata... Ya tienes en tu casa una maqueta de Aldeanueva de Cameros. A simple vista, esta aldea de La Rioja, unos cuantos kil¨®metros despu¨¦s de alcanzar el Puerto de Piqueras, es simplemente eso, un bel¨¦n m¨¢s grande. Pero se parece m¨¢s a la irreductible aldea gala o al pueblo de Doctor en Alaska, s¨®lo que con menos gente. En Aldeanueva de Cameros s¨®lo viven tres personas durante todo el a?o, un burro llamado Nicol¨¢s que se ha cogido una baja laboral, una cabra que no para de quejarse y un zorro silvestre que come de la mano de los ni?os. Sus habitantes toman una poci¨®n m¨¢gica llamada zurracapote, comen setas, no muestran demasiado inter¨¦s por las huellas de dinosaurio fosilizadas en una roca de la aldea y discuten con fervor las leyendas que hablan sobre la fundaci¨®n del pueblo. Una de ellas cuenta que todo empez¨® porque se le meti¨® a la virgen en la cabeza. Los habitantes de Urrezi, un pueblo cercano al lugar donde se asienta hoy Aldeanueva de Cameros, se hab¨ªan quedado sin casas despu¨¦s de que un loco le metiese fuego al poblado, all¨¢ por la segunda mitad del XVI. Dicen que cuando los devotos de la virgen del valle la sacaron en procesi¨®n, cuesta arriba, en direcci¨®n a la ermita de Aldeanueva, ¨¦sta se hizo m¨¢s liviana. As¨ª que all¨ª se plantaron.
Roberto Peso, matem¨¢tico e historiador de la aldea, asegura que, en realidad s¨®lo se quem¨® parte del pueblo, pero deja la puerta abierta a la cabezoner¨ªa de la virgen. Roberto, como la veintena de personas que andan estos d¨ªas por aqu¨ª, ha venido de vacaciones. "En la aldea s¨®lo est¨¢n tres todo el a?o. Los dem¨¢s venimos siempre que podemos, porque de aqu¨ª somos o son nuestros familiares", cuenta. Los que est¨¢n siempre son Luis y Sara, los hospitalarios due?os de la posada, y Aniceto, que fue ganadero (esclavo seg¨²n ¨¦l) antes que guardia civil y que, ya jubilado, hall¨® un don para domesticar animales silvestres. "Una vez me encontr¨¦ una peque?a jabalina a la que le di el biber¨®n y cuid¨¦ como si fuera un perro. Se llamaba Leticia. Donde yo iba, ella me segu¨ªa", dice Aniceto.
En Aldeanueva no hay Internet, ni cobertura para m¨®viles. Un tel¨¦fono p¨²blico que suena en toda la aldea y un banco de madera son las ¨²nicas herramientas para comunicarse. "Este banco es lo mejor que tenemos en el pueblo. Por eso venimos. Cuando llegamos nos quitamos el chip de la gran ciudad y nos convertimos en otros. Aqu¨ª podemos hacer todas las tonter¨ªas que nos da la real gana", dicen. As¨ª transcurre la vida en este pueblo enano y glorioso, donde sus habitantes conservan la antigua tradici¨®n de dar alimento a quienes por all¨ª se pasan. En fin, de un surrealismo enternecedor. O quiz¨¢ yo lo vea as¨ª porque no estoy acostumbrado a los efectos de la poci¨®n m¨¢gica.
Pues ustedes dir¨¢n si me pueden echar un cable. Durante el pr¨®ximo mes dar¨¦ una vuelta a Espa?a guiado por las historias, ideas y consejos que gusten darme. El presupuesto para este viaje es de cuatro duros. Sal¨ª de Madrid el pasado domingo con 1.413 euros. Me quedan 1.392. En fin, que se admiten todas las propuestas encaminadas a abaratar la cosa. La primera parada es Aldeanueva de Cameros, un diminuto pueblo de La Rioja donde s¨®lo viven tres personas, un burro y una cabra durante todo el a?o.
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