M¨¢s solos en verano
La ONG Solidarios calcula que casi cuatro millones de mayores de 65 a?os se quedan sin cuidadores en vacaciones
Son 1,3 millones y viven solos. Tienen m¨¢s de 65 a?os, y forman parte de los 7,2 millones de personas que superan esa edad y viven en Espa?a. Con la marcha de sus cuidadores, casi siempre las familias, camino de sus lugares de veraneo, la cifra se triplica hasta alcanzar los 4 millones, seg¨²n la ONG Solidarios. Esta organizaci¨®n, dedicada al mundo de los mayores, asegura que los servicios p¨²blicos, municipales o auton¨®micos, dedicados a la teleasistencia o asistencia a domicilio, s¨®lo alcanzan al 5% de quienes no tienen a nadie que les acompa?e. Corren el riesgo de morir solos en sus casas.
Para que ello no ocurra, la ONG Solidarios propone que haya voluntarios que los acompa?en. Algunos van con los ancianos al m¨¦dico o a hacer recados, otros incluso viven unos meses con una persona mayor con la que no tienen lazos de sangre. Es el caso de Enrique Rodr¨ªguez, de 40 a?os, que vive en el barrio Madrile?o de Carabanchel en el piso de Esperanza Hernando, de 88 reci¨¦n cumplidos. Ella le impone reglas estrictas: pernoctar fuera s¨®lo una vez por semana; pasar, como m¨¢ximo, un fin de semana al mes fuera, o no llevar invitados a casa, salvo familiares muy cercanos. ?l, aunque parezcan inusuales para su edad, las asume con naturalidad.
Los sistemas de telasistencia apenas llegan a un 5% de quienes lo necesitan
Las organizaciones buscan voluntarios que acompa?en a las personas
La relaci¨®n entre ambos se parece a una simbiosis. Enrique obtiene un piso donde vivir; la anciana, compa?¨ªa durante las tardes y las noches. Pero hay algo m¨¢s que mera conveniencia. "Este muchacho es como mi nieto", dice Esperanza. "Para esta se?ora no tengo secretos, es como si fuera una amiga joven", cuenta Enrique. Ambos forman parte de un programa de la ONG Solidarios para permitir que ancianos como Esperanza, que tienen poco o ning¨²n contacto con sus familias, tengan compa?¨ªa.
Enrique, un profesor de ingl¨¦s natural de Granada, vivi¨® en el piso de Esperanza durante siete meses, hasta la semana pasada, cuando termin¨® el trabajo temporal que consigui¨® en Madrid. Una nueva chica ocupar¨¢ su lugar. Ser¨¢ la octava que pasa por esa casa.
La soledad no es el ¨²nico problema de muchos de los mayores. Tres de cada cuatro tiene problemas para que les alcance el dinero, de acuerdo con datos de la Fundaci¨®n Universidad Empresa. 1,5 millones no pueden valerse solos, son dependientes. Ni las residencias ni los servicios de ayuda alcanzan para atender a esta poblaci¨®n que, adem¨¢s, est¨¢ creciendo.
Las residencias (p¨²blicas y privadas) no ofrec¨ªan m¨¢s que 266.000 plazas en 2004, y adem¨¢s, son costosas. La teleasistencia y la asistencia a domicilio cubren a poco m¨¢s de un 5% de la poblaci¨®n, de acuerdo con Solidarios. Muchos, por tanto, est¨¢n en riesgo de correr la triste suerte de morir solos en sus casas.
S¨®lo en Madrid (donde viven m¨¢s de 600.000 personas mayores de 65 y uno de cada cinco vive solo) son 48.000, asegura el sindicato UGT. El a?o pasado, 70 ancianos murieron en esa condici¨®n. Hasta abril de este a?o, se registraron 33 casos m¨¢s.
Incluso los beneficiados por los servicios de asistencia suelen tener problemas para satisfacer sus necesidades. Es el caso de Carmen Garc¨ªa P¨¦rez, de 87 a?os, vecina de Arganzuela. Ella vive con su marido, de 90, que est¨¢ incapacitado por las secuelas que le dej¨® un infarto cerebral hace 14 a?os. Una auxiliar del Ayuntamiento visita su casa por las ma?anas y la ayuda con su marido, pero luego ella tiene que valerse por s¨ª misma.
El problema es que, adem¨¢s de muy mayor, es ciega. Y, desde hace algunas semanas, tiene que acudir a consultas m¨¦dicas. Todo un inconveniente, dada su condici¨®n. Sus hijos, por causa de sus trabajos, solamente pueden asistirla los fines de semana.
Solidarios ayuda a Carmen proporcion¨¢ndole un voluntario que la acompa?a cada vez que tiene que acudir a la consulta. "Contact¨¦ con ellos por medio de una asistente social del Ayuntamiento", cuenta. "Los llam¨¦ y vino un muchacho que me acompa?¨®, todo muy bien, era muy educado, fue una delicia", a?ade.
Lamentablemente, el n¨²mero de voluntarios es limitado. Apenas un millar de ancianos se pueden beneficiar de estos programas, y la falta de personas hace que s¨®lo 160 est¨¦n dentro del programa de vivienda compartida (como Esperanza Hernando).
S¨®lo en Madrid, Solidarios tiene ubicados 300 casos que no se pueden atender por falta de voluntarios. Y en verano, reclutar personas dispuestas a cumplir esta tarea resulta a¨²n m¨¢s complicado.
Enrique Rodr¨ªguez asegura que est¨¢ satisfecho con la experiencia vivida con Esperanza. "Siempre tuve especial cari?o por la gente mayor", explica. La muerte de su abuela, el a?o pasado, le golpe¨® duro y le hizo pensar en cuanto hab¨ªa perdido por no pasar m¨¢s tiempo a su lado. Esperanza lo adopt¨® como un nuevo nieto y la relaci¨®n persistir¨¢ aunque Enrique ya no viva con ella. Se preocupa por qui¨¦n ser¨¢ el pr¨®ximo voluntario que la acompa?ar¨¢ y por cu¨¢nto tiempo podr¨¢ brindarle su compa?¨ªa. Durante siete meses hizo m¨¢s que comprarle medicinas y hacerle algunos mandados. Cenaron juntos, conversaron largas horas en la sala de la televisi¨®n, compartieron experiencias y se contaron historias. No siempre fue f¨¢cil. "Esta se?ora, aunque no lo parezca, tambi¨¦n se enfada y tiene su genio", cuenta Enrique.
Esperanza se r¨ªe. Asegura que vivir con ella es f¨¢cil. S¨®lo pide que limpien el ba?o despu¨¦s de usarlo. Lo mismo con la cocina, y que mantenga limpia la habitaci¨®n. "Eso s¨ª, tiene que ser gente tranquila", aclara, "porque a m¨ª la gente fuera de casco no me gusta".
![El voluntario Enrique Rodr¨ªguez y Esperanza Hernando, en la cocina de ella.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/BNQSR7X47AYIBSCJJQTUAN73ZY.jpg?auth=286f50793cc53c02fe59a10116fe6a7bc4154bdacbe2b18d97359c5a1f6ad0b3&width=414)
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