La tele engorda y emborracha
El mes pasado, Antena 3 estren¨® un programa llamado Libertad vigilada, que mostraba a un grupo de j¨®venes emborrach¨¢ndose. No es la primera vez que un reality recurre al alcohol como combustible: quienes han trabajado para los programas del coraz¨®n afirman que m¨¢s de de un contertulio y de un invitado llega macerado ante las c¨¢maras. Cuando una presentadora
de un concurso apareci¨® en La Sexta visiblemente traspuesta, no tard¨® en ser despedida. La chica se justific¨® diciendo que era azafata, que acababa de regresar de un viaje a M¨¦xico y que su estado era fruto de un inoportuno jet-lag. A los invitados, en cambio, no se les despide. Cuando Fernando S¨¢nchez Drag¨® tuvo que v¨¦rselas con un Fernando Arrabal pedo total, lo cape¨® con resignaci¨®n. Con los a?os, el alcohol fue desterrado de los plat¨®s. En los archivos todav¨ªa pueden verse prestigiosos escritores tomando un whisky, pero, aplicando la ubicua pedagog¨ªa oficial de la salud, hace tiempo que los vasos largos fueron apartados de las c¨¢maras. Digo los vasos porque su contenido permaneci¨® all¨ª gracias a una h¨¢bil treta de atrezzo: fue servido en tetera y en tazas.
El truco daba el pego: una mesita, un entrevistador y una respetable gloria del cine, de las letras o del teatro respondiendo a preguntas. Si hab¨ªa una tetera sobre la mesita, conten¨ªa alg¨²n destilado potente como los que tomaban los miembros de la desestructurada familia Ewin en la serie Dallas.
Tras ciertos incidentes, las cadenas fueron optando por prohibir el alcohol en los plat¨®s, Tambi¨¦n ayud¨® el esc¨¢ndalo que el 22 de septiembre de 1978 organiz¨® Charles Bukowski en el programa de Bernard Pivot Apostrophes. Pivot invit¨® a varios escritores. Bukowsky lleg¨® borracho, vaci¨® tres botellas de Sancerre, intent¨® tocarle los muslos a Catherine Paysan y le dijo: "S¨²bete las faldas y mu¨¦strame las piernas y te dir¨¦ si eres una buena escritora o no".
En el libro Lo que m¨¢s me gusta es rascarme los sobacos, Linda Lee cuenta que Pivot no le dej¨® seguir y la reacci¨®n de Bukowski: "Y en ese momento Hank ha cogido la botella -estaba casi vac¨ªa- y se ha levantado, se ha quitado el auricular de la traducci¨®n simult¨¢nea de la oreja, lo ha arrojado al suelo, ha cogido la botella, la ha vaciado de un largo trago y se ha dispuesto a largarse del programa". ?Esc¨¢ndalo? Qu¨¦ va. Despu¨¦s de haber amenazado con un cuchillo a un militar que custodiaba la emisora, el escritor recibi¨® grandes muestras de simpat¨ªa. En su libro Le m¨¦tier de lire, Pivot cuenta su versi¨®n: sufri¨® no por lo que estaba ocurriendo, sino por lo que pod¨ªa llegar a ocurrir. Escribe Pivot: "Me acord¨¦ que un d¨ªa, en los Estados Unidos, Bukowski vomit¨® voluntariamente en el micr¨®fono de una emisora de radio". En otras palabras: que podr¨ªa haber sido peor.
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