Carta abierta a L¨®pez Obrador
Se?or Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador:
Como otros casi quince millones de ciudadanos mexicanos, yo vot¨¦ por usted en las pasadas elecciones para la presidencia de la Rep¨²blica. Aunque en estos momentos de polarizaci¨®n ya no parecen importar los motivos que llevaron a elegir entre usted y el candidato del Partido de Acci¨®n Nacional, quisiera exponerle los argumentos que decidieron mi sufragio (los mismos que he tenido que defender, una y otra vez, frente a buena parte de mis amigos).
La primera raz¨®n fue que, si bien muchas de sus propuestas no me convenc¨ªan, debido a su naturaleza abstracta o su ambig¨¹edad -por no referirme a su desenvolvimiento p¨²blico, marcado por cierto dogmatismo-, estaba convencido de que su diagn¨®stico sobre la situaci¨®n de nuestro pa¨ªs era correcto: tras siete d¨¦cadas de gobiernos autoritarios y seis a?os de fallida transici¨®n a la democracia, la situaci¨®n econ¨®mica de la mayor parte de la poblaci¨®n permanece atascada y, mientras unos pocos se han beneficiado de las pol¨ªticas neoliberales y el crecimiento macroecon¨®mico, cuarenta millones de mexicanos siguen en la pobreza. El solo hecho de que el diez por ciento de la poblaci¨®n concentre m¨¢s del cuarenta por ciento de la riqueza me hac¨ªa imposible votar por Felipe Calder¨®n, quien no se cans¨® de celebrar los avances de los ¨²ltimos a?os, nunca se identific¨® con los pobres y siempre se pleg¨® a los dictados de los grupos m¨¢s conservadores (su apoyo a la Ley Televisa es el mejor ejemplo).
En segundo lugar, vot¨¦ por usted para demostrar mi repudio hacia los ardides judiciales y la campa?a negativa desatados en contra suya por el PAN. En su momento fui un ardoroso enemigo del desafuero y, cuando Manuel Espino y los suyos se dieron cuenta de que la ¨²nica forma que el PAN ten¨ªa de ganar era creando una epidemia de miedo, mostr¨¦ mi desprecio hacia esta t¨¢ctica (aunque sin sugerir que debiese ser censurada, pues en mi opini¨®n deb¨ªa prevalecer la libertad de expresi¨®n).
Tras conocer los resultados de las elecciones, sin embargo, resulta necesario constatar que la campa?a del miedo fue sumamente efectiva. Grandes franjas de la poblaci¨®n, en especial en el norte del pa¨ªs, se convencieron de que usted era un peligro para M¨¦xico. Durante las semanas previas al 2 de julio escuch¨¦ los mismos rumores: que usted era un populista semejante a Hugo Ch¨¢vez, que usted quebrantar¨ªa la estabilidad econ¨®mica, que usted nos llevar¨ªa a la anarqu¨ªa, que usted nos har¨ªa retroceder al echeverrismo, incluso que usted establecer¨ªa un r¨¦gimen comunista. Semejantes disparates, justificados incluso por prominentes intelectuales, contribuyeron a crear un clima de desconfianza.
Los jerarcas del PAN empezaron a jugar con fuego, y buena parte de la culpa de lo que sucede ahora es de ellos, al impulsar el temor y el odio. A estas alturas, Felipe Calder¨®n deber¨ªa lamentar que su triunfo no se haya debido a sus propuestas o su carisma, sino a esta burda estrategia que tanto da?o nos ha hecho. Insisto, se?or L¨®pez Obrador: si vot¨¦ por usted fue, en buena medida, para desmentir a quienes lo acusaban de ser un dictador.
Dicho esto, tambi¨¦n es justo se?alar que, por m¨¢s sucia y despreciable que haya sido la campa?a panista -similar, por otro lado, a las empleadas en otras democracias del mundo-, no hubiese sido tan eficaz de no ser por los gigantescos errores cometidos por usted y sus asesores. Justo cuando la estrategia del miedo se hallaba en su apogeo, usted no s¨®lo no supo reaccionar ante ella -hubiese sido f¨¢cil demostrar que el verdadero peligro para M¨¦xico proven¨ªa de las facciones m¨¢s retr¨®gradas del pa¨ªs-, sino que, dominado por la soberbia, no asisti¨® al primer debate, desapareci¨® durante semanas de los medios, se enfrent¨® a numerosos grupos y se conform¨® con desestimar las encuestas. Cuando por fin reaccion¨®, fue demasiado tarde.
En este momento no es posible afirmar que usted perdi¨® las elecciones -le corresponder¨¢ definirlo al Tribunal Federal Electoral-, pero s¨ª que en esas semanas de pasmo y arrogancia usted mismo min¨® el ¨¦xito de su candidatura. Es su deber reconocerlo: su campa?a fue un fracaso. Y debido a ello nos encontramos ante el aparente triunfo de Felipe Calder¨®n por menos de un punto porcentual.
Es natural que usted cuestione la elecci¨®n. Para ello, la ley marca los pasos a seguir. Su protesta es leg¨ªtima y necesaria. En cambio, usted no puede poner en duda la validez de toda la elecci¨®n. Si hubo irregularidades, le corresponde probarlas. Su idea de llevar a cabo un recuento "voto por voto, casilla por casilla" tambi¨¦n me pareci¨® prudente dado el escaso margen de triunfo, pero, otra vez, el Tribunal decidi¨® que s¨®lo deber¨ªa recontarse el nueve por ciento de los votos, y esa decisi¨®n hay que respetarla.
La movilizaci¨®n que usted fomenta, y en especial los llamados a la "resistencia civil", s¨®lo sirven para encender los ¨¢nimos y enrarecer a¨²n m¨¢s nuestro clima pol¨ªtico. El PAN ya jug¨® con fuego al atizar el odio y la desconfianza, y usted no debe seguir el mismo camino. Resulta inadmisible su insinuaci¨®n de que, dado el caso, podr¨ªa repudiar las resoluciones del Tribunal. Basta ya, se?or L¨®pez Obrador, de tanta irresponsabilidad.
Tal vez consiga movilizar a miles de personas y perturbar la vida cotidiana de much¨ªsimos ciudadanos de la ciudad de M¨¦xico, pero buena parte de los millones de ciudadanos que sufragamos por usted lo hicimos convencidos de que no era un peligro para M¨¦xico. No ceda ante la injusticia, pero tampoco ponga en riesgo nuestra democracia. A¨²n queda mucho por hacer. Si al final el Tribunal le diese la raz¨®n y usted se convirtiera en el nuevo presidente de M¨¦xico, lo que menos necesita es una naci¨®n dividida y enconada; si el Tribunal anulase las elecciones, usted necesita demostrar su apego a la ley y a las instituciones para tener alguna posibilidad de triunfo; y si se confirma la victoria de Felipe Calder¨®n, M¨¦xico lo necesita a usted como un s¨®lido, responsable y prudente l¨ªder de la oposici¨®n. Millones de ciudadanos esperamos que no contin¨²e defraud¨¢ndonos.
Jorge Volpi es escritor mexicano.
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