El aviso Lieberman
La derrota del prominente senador dem¨®crata Joseph Lieberman en las primarias de su partido en Connecticut, a manos de pr¨¢cticamente un desconocido, muestra hasta qu¨¦ punto la guerra de Irak est¨¢ polarizando a los ciudadanos estadounidenses y puede resultar el catalizador de las elecciones legislativas de noviembre. La causa directa del fracaso de Lieberman, que hace s¨®lo unos meses ten¨ªa una gran ventaja sobre su oponente Ned Lamont, es el resuelto apoyo del senador a la pol¨ªtica de Bush en Irak.
Lieberman es un peso pesado dentro del establisment dem¨®crata: senador durante 18 a?os, compa?ero de candidatura de Al Gore en 2000 y aspirante a la nominaci¨®n presidencial en 2004. Circunstancias que hacen su derrota m¨¢s llamativa y la convierten a la vez en aldabonazo para los republicanos y para su propio partido. Si los republicanos siguen ciegamente la irreal agenda de Bush sobre Irak, los dem¨®cratas no han conseguido formular una pol¨ªtica coherente sobre el tema. A lo m¨¢s que han llegado, entre profundas divisiones internas, es a proponer una retirada escalonada de las tropas estadounidenses del pa¨ªs ¨¢rabe invadido.
Las primarias de Connecticut se hab¨ªan convertido en un refer¨¦ndum sobre la guerra de Irak y term¨®metro del grado de irritaci¨®n de los votantes dem¨®cratas contra Bush. Es significativo, en este sentido, que el triunfo del acaudalado Lamont, comprometido con pol¨ªticas claramente progresivas, haya venido b¨¢sicamente de los militantes de a pie m¨¢s liberales y los activistas de Internet, la fuerza m¨¢s agitadora en las filas opositoras. El mensaje de Lamont ha sido contundente: la guerra fue una equivocaci¨®n y se ha convertido en chapuza; el ingente dinero que se gasta en Irak estar¨ªa mejor empleado en educaci¨®n.
El aviso de Connecticut no es un hecho partidista aislado. Una encuesta divulgada ayer muestra que un 60% de los estadounidenses est¨¢ ya contra la guerra de Irak, el porcentaje mayor desde que se iniciara el conflicto hace m¨¢s de tres a?os. Frente a la versi¨®n edulcorada que la Casa Blanca sigue intentando propalar, y que contradicen ya sus propios jefes militares sobre el terreno, la situaci¨®n en Irak se acerca inexorablemente al cataclismo. Un Gobierno te¨®ricamente de unidad, pero en el que chi¨ªes, sun¨ªes y kurdos persiguen su propia agenda, resulta incapaz de garantizar la seguridad m¨ªnima que hace a un Estado viable. Y nada sugiere que los 3.500 soldados suplementarios que el Pent¨¢gono despliega en la capital vayan a servir para detener la insoportable sangr¨ªa cotidiana. Un dato conocido ayer sintetiza elocuentemente la situaci¨®n: en julio fueron llevados a la morgue de Bagdad casi 2.000 cad¨¢veres; el 90% hab¨ªa muerto violentamente.
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