La cat¨¢strofe frustrada

Emergen los primeros y escasos detalles de la conspiraci¨®n para destruir en vuelo aviones de pasajeros sobre el Atl¨¢ntico y los nombres de 19 de los 24 j¨®venes musulmanes brit¨¢nicos detenidos por Scotland Yard tras una investigaci¨®n de meses. La mayor¨ªa son de origen paquistan¨ª (de Pakist¨¢n, que apunta a Al Qaeda, habr¨ªan partido las claves que precipitaron la actuaci¨®n policial) y, como en otros casos de terrorismo, sus vecinos de barriada les consideran gente corriente. Pero los entresijos y el alcance del compl¨® tardar¨¢n en conocerse. Ha sucedido antes y volver¨¢ a suceder que mucho de lo que hoy parece claro deja de serlo a medida que avanzan y se afianzan o desinflan las pesquisas policiales y judiciales.

El atentado aparentemente frustrado es el segundo de enormes dimensiones gestado en poco m¨¢s de un a?o en el Reino Unido. Y por los datos conocidos, parece calcado de otro abortado en Filipinas hace 10 a?os en el que fundamentalistas de origen paquistan¨ª pretend¨ªan destruir una decena de jumbos sobre el Pac¨ªfico, aunque sin suicidarse en el intento. No faltan motivos a los dirigentes de los musulmanes brit¨¢nicos, 1,7 millones, para mostrar cierto escepticismo ante las revelaciones de Scotland Yard; y temor a una criminalizaci¨®n colectiva de su comunidad. Argumentan, con raz¨®n, que algunas otras sonadas operaciones antiterroristas recientes han concluido en fiasco, cuando no en aberraciones policiales.

Pero de ah¨ª a pretender explicar, como ayer algunos, los preparativos de un grupo de psic¨®patas como consecuencia final de la pol¨ªtica exterior brit¨¢nica, hay un abismo alarmante. El mismo que refleja un sondeo de esta semana entre musulmanes brit¨¢nicos, para el 45% de los cuales el 11-S fue una conspiraci¨®n entre EE UU e Israel. El primer ministro Blair puede estar profundamente equivocado en su alineamiento a ultranza con Bush en Irak o en su indulgencia m¨¢s all¨¢ de lo decente con los excesos israel¨ªes en L¨ªbano. Pero es responsable ante sus conciudadanos, incluidos los detenidos, y son ellos quienes deben exigirle una pol¨ªtica m¨¢s equilibrada y moral o echarle. El sistema de valores democr¨¢tico, construido a un alt¨ªsimo precio durante siglos, jam¨¢s puede dar el salto entre la ira y la frustraci¨®n leg¨ªtimas, y su traslado al asesinato masivo, alevoso y a sangre fr¨ªa de inocentes. No hay ni un paso entre esa concepci¨®n totalitaria y la destrucci¨®n total de la convivencia.

Pronto estaremos en condiciones de calibrar si la emergencia m¨¢xima y el caos a¨¦reo del jueves estuvieron o no justificados. La protecci¨®n de las vidas de sus ciudadanos es la primera obligaci¨®n de cualquier gobierno, y en ese contexto, la seguridad de los aeropuertos ocupa en el siglo XXI un lugar destacado. Importa por ello poco si la trascendencia de la operaci¨®n eclips¨® noticias interiores que perjudican todav¨ªa m¨¢s al acosado jefe del Gobierno brit¨¢nico. Lo urgente ahora es poner en alerta m¨¢xima todos los mecanismos de cooperaci¨®n internacional para evitar la repetici¨®n de intentonas semejantes.