Entre la tradici¨®n y el esperpento
Al Alfredo Landa del Torremolinos desarrollista, a los Esteso, Pajares, Ozores del destape y a Santiago Segura transmutado en Torrente, uno se los imagina comprando aqu¨ª una ma?ana de domingo, antes de irse a la playa a alegrar la vista y remojarse en sangr¨ªa. Hay un hombre que vende dvd's porno muy baratos, y que luego te los cambia "para cuando te canses". Recomienda una pel¨ªcula del actor/director americano Tom Byron, especialista en escenas muy ca?eras. El vendedor no es especial, s¨®lo un comerciante m¨¢s en un mercadillo -el de la llamada Plaza Redonda- que impresiona, porque, en esta Valencia de las acongojantes construcciones p¨²blicas de nuevo cu?o, parece convocar los mil matices del esperpento a?ejo. En el puro centro, a un suspiro de la catedral y del Ayuntamiento, sin que les preocupe a los no iniciados en lo bizarro, se venden aqu¨ª camisetas del Arleti, cuadros imposibles, cintas de cassette de Emilio El Moro y El Payo Juan Manuel, mu?ecas de tiempos ignotos vestidas de fallera, libros de Nueva Acr¨®polis, pa?uelos de baratillo que lucen toros bravos con el mismo orgullo que si fueran anagramas de Louis Vuitton. Casi todo de casi todos los tenderetes encaja plenamente en la misma onda, sin salirse ni un ¨¢pice, y eso es lo que hace diferente este a otros mercadillos: que aqu¨ª lo kistch es pleno, es puro, no se mezcla con algo hermoso de anticuario, ni con lo retro-moderno o vintage. Es extravagante por impactante, no por sugestivo. Cabe recordar que, durante d¨¦cadas, ha sido famosa en ¨¦l la venta plural de animales-mascota de toda clase -incluyendo algunos orientales muy extra?os-, hasta que la gripe aviar propici¨® que se acabara el comercio al aire libre de periquitos y de aves ex¨®ticas (ahora, en la plaza, s¨®lo se pueden encontrar en una tienda bajo techo). A¨²n sin esta aportaci¨®n, los turistas extranjeros hacen fotos al conglomerado como las har¨ªan a un personaje de Bienvenido Mr. Marshall que hubiera atravesado la pantalla y los tiempos. Entre semana, no hay tenderetes, aunque s¨ª puestos de comercio de hilaturas y otras tradicionales esencias textiles que, en un tinglado de madera, envuelven la fuente clave -elemento original de 1850- que hace de eje en este redondel. El panorama, entonces, parece de otra ¨¦poca, pero no de otra dimensi¨®n. Esta Plaza Redonda, tambi¨¦n conocida como El Clot, de trazado circular y cerrada en s¨ª misma, fue construida en 1840 por Salvador Escrig. Fue desde su creaci¨®n un espacio destinado al comercio. Originalmente, sobre todo de venta de pescado y de carne. Ya hace tiempo que se dice que todo est¨¢ acordado, que va a hacerse una intervenci¨®n p¨²blica en este sitio y en las viviendas vecinales del recinto para intentar recuperar la unidad del proyecto original de Escrig. Sin embargo, de lo ¨²ltimo que se ha dicho es que la reforma a¨²n tendr¨¢ que esperar, porque, seg¨²n la oposici¨®n pol¨ªtica, una parte del presupuesto requerido para la remodelaci¨®n se ha destinado a pagar deudas. Y la plaza, en el coraz¨®n de la ciudad, sigue su vida, en el pantano de lo curioso y lo singular, d¨ªa a d¨ªa, domingo a domingo.
Tambi¨¦n conocida como El Clot, fue construida en 1840 por Salvador Escrig
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