Hillary tiene un problema
Como los astronautas del Apolo XIII -Houston, we have a problem-, la senadora dem¨®crata por Nueva York, Hillary Clinton, tiene un problema en sus aspiraciones presidenciales. Y el problema se llama Irak. La derrota por la m¨ªnima del senador Joe Lieberman en las primarias dem¨®cratas del pasado martes en Connecticut ha hecho saltar las se?ales de alarma en los sectores moderados y centristas del partido, todos partidarios de la candidatura de la ex primera dama, que, a pesar de las encuestas negativas, todav¨ªa cre¨ªan posible una victoria de ¨²ltima hora de Lieberman frente a un desconocido en pol¨ªtica, a nivel estatal y nacional, el magnate de la televisi¨®n por cable Ned Lamont. El senador y compa?ero de candidatura con Al Gore en el a?o 2000 casi consigui¨® remontar en la ¨²ltima semana una desventaja de 15 puntos. Pero, al final, Lamont se apunt¨® la victoria con el 52% de los votos, frente a un 48% de Lieberman. ?Qu¨¦ aportaba Lamont a los electores dem¨®cratas de Connecticut frente a una experiencia de 30 a?os en el Congreso, 18 de ellos en el Senado, acumulada por Lieberman? Nada, excepto una cosa: su oposici¨®n frontal a George W. Bush por la guerra de Irak desde el mismo momento que anunci¨® su decisi¨®n de presentarse a las primarias.
La dificultad vendr¨¢ cuando intente conseguir la nominaci¨®n de su partido para las presidenciales de 2008
A lo largo de la campa?a, Lamont descarg¨® toda su coheter¨ªa antib¨¦lica sobre Lieberman, uno de los pocos pol¨ªticos dem¨®cratas que todav¨ªa defienden la invasi¨®n de Irak, aunque, en honor a la verdad, hay que se?alar sus cr¨ªticas constantes a la Administraci¨®n republicana, especialmente al Pent¨¢gono, por los crasos errores cometidos en el pa¨ªs desde el derrocamiento de Sadam Husein. De nada le ha valido a Lieberman su rectitud y su honestidad, probadas a lo largo de una extensa carrera pol¨ªtica, ni el hecho de que en la ¨²ltima legislatura haya votado en un 90% de los casos en contra de la legislaci¨®n promovida por la Casa Blanca. Lieberman ha apoyado siempre las causas dem¨®cratas, como el derecho al aborto, el incremento del salario m¨ªnimo, y se ha opuesto decididamente a las rebajas de impuestos defendidas por Bush, as¨ª como a la perforaci¨®n petrol¨ªfera en Alaska. Todos los grupos de presi¨®n tradicionalmente al lado de los dem¨®cratas, como sindicatos, ecologistas y maestros, han apoyado al senador. Incluso Bill Clinton hizo campa?a por ¨¦l, a pesar de sus cr¨ªticas al ex presidente por el asunto Lewinsky. Pero de nada han servido esos apoyos. Irak le ha costado a Lieberman las primarias de Connecticut, un peque?o Estado de Nueva Inglaterra, vecino de Nueva York, con un electorado considerado de los m¨¢s liberales del pa¨ªs. Hay quien afirma que el beso dado por Bush a Lieberman, tras el discurso sobre el Estado de la naci¨®n el pasado enero, como reconocimiento p¨²blico a su apoyo, supuso el beso de la muerte para el senador.
El problema para Hillary y, por extensi¨®n, para el centrismo que ella, su marido y Lieberman representan en las filas dem¨®cratas es que la ex primera dama tambi¨¦n vot¨®, como la pr¨¢ctica totalidad de los senadores de su partido, a favor de la intervenci¨®n en Irak hace tres a?os, aunque con el paso del tiempo haya incrementado sus cr¨ªticas, como Lieberman, por la sangr¨ªa econ¨®mica y en vidas humanas que supone la guerra. Incluso pidi¨® recientemente la dimisi¨®n del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. La senadora no tendr¨¢ problemas en noviembre para revalidar su esca?o. A la vista de lo ocurrido en Connecticut, la dificultad vendr¨¢ cuando intente conseguir la nominaci¨®n de su partido para las presidenciales. Y si lo consigue -tiene m¨¢s dinero que cualquier otro aspirante dem¨®crata- s¨ª podr¨¢ vencer a su oponente republicano, muy posiblemente el senador por Arizona, John McCain, en la lucha por la Casa Blanca. Incluso sus fans de Nueva York dudan de sus posibilidades presidenciales.
En todo caso, la inc¨®gnita a despejar en los pr¨®ximos dos a?os es si el poder de convocatoria de los bloggers, art¨ªfices de la derrota de Lieberman, es capaz de provocar, a causa de Irak, una rebeli¨®n de las masas en las filas dem¨®cratas que derrote el centrismo dem¨®crata representado por Hillary. El antecedente inmediato no es muy esperanzador para los partidarios de radicalizar el partido. El actual presidente del partido -un cargo poco decisivo en la lucha partidista por el peculiar sistema electoral americano-, Howard Dean, lo intent¨® en 2004 y tuvo que abandonar la lucha por la nominaci¨®n tras debutar catastr¨®ficamente en las primarias de Iowa.
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