Una ¨®pera para la eternidad
Harnoncourt y Kusej dirigen el m¨¢s apasionante espect¨¢culo mozartiano de los ¨²ltimos tres a?os.
Era la reposici¨®n m¨¢s esperada del Festival. La clemencia de Tito, en la versi¨®n de Harnoncourt y Kusej, se estren¨® en agosto de 2003. Caus¨® una conmoci¨®n. Desde entonces no hab¨ªa vuelto a representarse. Ahora ha vuelto casi con los mismos cantantes y ha producido id¨¦ntico apasionamiento en la sala: el p¨²blico puesto en pie; bravos a todo volumen, en particular dirigidos a Kasarova o Harnoncourt; la divisi¨®n de opiniones con fervor ante el inteligente trabajo esc¨¦nico. ?pera en estado puro. Bien cantada, excelentemente interpretada, sutilmente dirigida musicalmente y poderosa teatralmente. Cuando se da esta confluencia, la ¨®pera es el mayor espect¨¢culo del mundo. De lo contrario, no deja de ser un suced¨¢neo m¨¢s o menos bien intencionado.
Una cosa es cantar bien en concierto y otra cantar bien en escena. Lo segundo requiere una proyecci¨®n teatral desde la voz, una habilidad para transmitir emociones, para dar luz a los sentimientos m¨¢s profundos del ser humano. Los cantantes de La clemencia de Tito est¨¢n todos en esta onda. Vesselina Kasarova produce un estremecimiento en cada intervenci¨®n, Dorothea R?chsmann es todo coraz¨®n, Michael Schade encuentra ese punto exacto entre la humanidad y la autoridad en su oficio de Emperador, Luca Pisaroni es la imagen de la seguridad, Ver¨®nica Cangemi es la sensibilidad y Malena Ernman un ejemplo de delicadeza. Todos transmiten sus conflictos, desde los derivados de la duda o la fragilidad hasta los que hacen referencia a la compasi¨®n, la traici¨®n, la venganza y el perd¨®n. Sale de ellos una entrega visceral, pero Kusej la eleva al infinito con su maestr¨ªa como director de actores.
La potencia visual del espect¨¢culo es enorme. La escenograf¨ªa de Jens Kilian muestra un inmueble-Capitolio a cuatro niveles de altura que llena por completo la Felsenreitschule. La desnudez de este inmenso edificio en construcci¨®n facilita una buena coartada para la evoluci¨®n de los personajes. La est¨¦tica conduce a im¨¢genes familiares de nuestros d¨ªas. Hasta en el incendio, con m¨¦todos de los utilizados por los terroristas.
En el foso est¨¢ la Filarm¨®nica de Viena, y a su frente Harnoncourt, con una lectura dram¨¢tica, sosegada, reflexiva, buscando siempre los ecos de la tragedia, mimando a esas voces portadoras del desgarramiento humano. Los tiempos lentos subrayan la intensidad de la historia que se est¨¢ narrando. Y ponen un a?adido m¨¢s de emoci¨®n y densidad.
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