Una causa justa
La muralla de silencio y ocultaci¨®n que imped¨ªa conocer la dimensi¨®n real de la represi¨®n franquista de 1936 a 1975 est¨¢ siendo parcialmente derribada en este a?o en el que se cumplen 70 a?os del golpe militar faccioso y 75 de la proclamaci¨®n de la II Rep¨²blica. Numeros¨ªsimos han sido los libros, art¨ªculos, estudios, mesas redondas o cursos universitarios dedicados a desvelar la verdad. Desde las Cortes Espa?olas al Parlamento Europeo, pasando por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, han sido claras las condenas institucionales del franquismo y la reivindicaci¨®n de sus v¨ªctimas. Pero sobre todo el impulso no ha llegado de las instancias oficiales, sino de las centenares de asociaciones de recuperaci¨®n de la memoria hist¨®rica creadas por la generaci¨®n de los nietos de los asesinados en centenares de ciudades y pueblos de toda Espa?a. Ellos han impedido que el olvido c¨®mplice ganase definitivamente la partida a la memoria necesaria.
Decenas de miles de familias que no tuvieron en su d¨ªa la oportunidad de enterrar a sus padres, hermanos, hijos y otros familiares y amigos, ni de llorarlos en libertad, van pudiendo ahora buscarlos en tumbas colectivas o an¨®nimas, recordarlos y honrarlos. Porque no s¨®lo mataban masivamente, sino que imped¨ªan que las viudas y madres pudieran llorar p¨²blicamente a los muertos. Cuando eso ocurr¨ªa llegaban los falangistas y se llevaban a las mujeres, las pelaban al cero y les administraban una buena dosis de aceite de ricino. Cu¨¢ntas viudas e hijos sufrieron en los cuarenta y cincuenta el insulto p¨²blico, el hambre y la desnutrici¨®n, los problemas en el trabajo o en la escuela, para encontrar vivienda, para sobrevivir en suma, siendo familias de rojos.
El terror fue tan duradero y paralizante que a¨²n hoy cuando los historiadores se acercan en los pueblos a los escasos supervivientes de aquella ¨¦poca, ¨¦stos susurran excusas para no hablar y miran de reojo a los lados por si alguien los est¨¢ escuchando.
Gracias a la labor tit¨¢nica de decenas de historiadores que vienen investigando desde hace veinte o treinta a?os, provincia a provincia, pueblo a pueblo, hoy sabemos sin sombra de duda que existi¨® una voluntad de exterminio sistem¨¢tico por parte de los generales golpistas. Las conocidas directivas del general Emilio Mola, el "director", anteriores al 18 de julio, las charlas del general Queipo de Llano en Radio Sevilla, las declaraciones a medios de comunicaci¨®n del propio general Francisco Franco o del teniente coronel Yag¨¹e, por solo citar a algunos de los m¨¢s crueles represores, son concluyentes: hubiera resistencia o no al golpe, hubiera quema de iglesias o no, hubiera represi¨®n previa contra derechistas o no, hab¨ªa que eliminar f¨ªsicamente a todos los directivos de los partidos pol¨ªticos del Frente Popular, a los dirigentes y cuadros de los sindicatos obreros CNT y UGT, a los alcaldes y concejales republicanos, a los miembros de la masoner¨ªa, a los militantes de los nacionalismos perif¨¦ricos, a los maestros que se hubieran identificado con las reformas educativas de la Rep¨²blica, a los intelectuales y gente del mundo de la cultura...
En realidad llegaron m¨¢s lejos y las matanzas alcanzaron a muchos m¨¢s y se prolongaron una d¨¦cada tras el fin oficial de la guerra en 1939.
Algunos, incluso bienintencionadamente, se oponen a la recuperaci¨®n de la memoria de las v¨ªctimas del franquismo temiendo que al remover el pasado se polarice de nuevo la sociedad espa?ola. Pero es que, como ocurri¨® en Alemania o Francia, el pasado nos alcanza y nos pasa factura si no sabemos saldarlo adecuadamente y, adem¨¢s, cuando una causa es justa, y es evidente que ¨¦sta lo es, es un imperativo moral defenderla.
Decenas de miles de familias no pudieron en su d¨ªa realizar el duelo por sus muertos. ?Es que no es hora, 70 a?os despu¨¦s, de que lo hagan?, ?cu¨¢ndo entonces? Hoy, Espa?a, gracias a la democracia, es una sociedad avanzada, desarrollada y progresista que nada tiene que ver con la de los a?os treinta a cincuenta, pobre, analfabeta y enfrentada. Esta sociedad apoya y respalda, seg¨²n todas las encuestas, la reivindicaci¨®n de las v¨ªctimas de la dictadura. Lo que es alarmante, por ejemplo, no es la retirada de las estatuas de Franco de la Castellana en Madrid o de la Academia de Zaragoza -?ya era hora!-, sino las airadas protestas del principal partido de la oposici¨®n, el PP.
Defender al tirano treinta a?os despu¨¦s de su muerte es a¨²n peor, por incomprensible, que haberlo hecho cuando viv¨ªa.
Otro curioso argumento esgrimido por los partidarios del olvido es que la dictadura franquista cont¨® con el apoyo de la mayor¨ªa de los espa?oles. ?C¨®mo lo saben? Si hubiera sido as¨ª, ?por qu¨¦ no convoc¨® Franco elecciones libres en cuarenta a?os? Pero, sobre todo, ?es que el supuesto apoyo popular justifica a las dictaduras? Hitler, Mussolini, Stalin y muchos otros dictadores contaron con m¨¢s adhesiones de sus sometidos pueblos de las que nunca cont¨® Franco y no tienen hoy estatuas o monumentos que los ensalcen en sus pa¨ªses.
Treinta a?os de mi vida discurrieron bajo la dictadura de Franco y, si bien es cierto que muy pocos se arriesgaron al activismo antifranquista y por la libertad, no lo es menos que los franquistas convencidos y no obligados eran una ¨ªnfima minor¨ªa.
El a?o conmemorativo tiene a¨²n un tr¨¢mite importante cual es el debate y votaci¨®n parlamentaria de la ley de la Memoria enviada por el Gobierno. Personalmente, espero que sea mejorada sustancialmente y el Grupo Parlamentario Socialista sepa negociar con los grupos minoritarios con amplitud de miras, porque conceptos como el de "los dos bandos enfrentados", tal como aparece en el proyecto, son inaceptables desde el punto de vista democr¨¢tico e hist¨®rico.
No se puede ni debe poner al mismo nivel a los facciosos golpistas con el Gobierno leg¨ªtimo y democr¨¢tico de la Rep¨²blica, por muchos errores que cometiera, contra el que aquellos se alzaron provocando una larga y sangrienta guerra y una largu¨ªsima dictadura.
Luis Y¨¢?ez-Barnuevo es eurodiputado socialista.
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