Una final bajo el 'efecto Gasol'

La selecci¨®n espa?ola se juega hoy frente a Grecia la posibilidad de alcanzar su primer t¨ªtulo mundial de baloncesto sin el mejor jugador de su historia. La ausencia de Gasol cambia por completo la perspectiva del partido. Todo puede suceder, pero nada ser¨¢ igual sin ¨¦l. Lo que pierda en potencial lo puede ganar el equipo espa?ol en motivaci¨®n. Sin embargo, el agujero que deja Gasol es enorme. No cuenta el cuadro espa?ol, casi ninguno, con un cinco de su clase o siquiera de su envergadura. Una prueba: es el tercer m¨¢ximo anotador del torneo, con una media de 21,3 puntos, y el segundo m¨¢ximo reboteador, con 9,4 capturas. Pepu Hern¨¢ndez, el t¨¦cnico del conjunto espa?ol, deber¨¢ afilar otras armas para paliar una baja tan sensible, un punto de anclaje del que pocas selecciones disponen.

Los griegos cuentan con dos cincos muy f¨ªsicos: Papadopulos (2,10 metros) y el tremendamente corpulento Schortsianitis (2,06). Tendr¨¢n tela que cortar los p¨ªvots espa?oles, entre los que, al menos, ya se puede contar de nuevo con Felipe Reyes tras la lesi¨®n que le dej¨® fuera de las tres cuartas partes del torneo. Garbajosa ser¨¢ probablemente quien deba asumir el trabajo de Gasol como primera referencia cerca de los aros, donde es probable que su hermano, Marc, tenga bastante que decir, as¨ª como un alero con capacidad para reconvertirse en cuatro como Carlos Jim¨¦nez.

La selecci¨®n griega, que gan¨® el Campeonato de Europa del a?o pasado, en Belgrado, ha completado igualmente un magn¨ªfico Mundial. A diferencia de otras veces, ha demostrado que tambi¨¦n es capaz de vencer con marcadores abultados. Pero destaca sobre todo por su dominio del ritmo del juego. Joan Creus, ayudante de Pepu, define su estilo: "Son muy pr¨¢cticos y se basan en unos pocos conceptos, pero muy claros. Imponen un ritmo de juego lento. Meten muchos balones interiores para Papadopulos y Schortsianitis. Son unos maestros en los bloqueos directos con continuaci¨®n en la parte central de la pista y tambi¨¦n en las penetraciones. Con eso solucionan los partidos, leyendo siempre cada jugada en funci¨®n de los jugadores que tienen en la cancha. Poseen tres jugadores de un inmenso talento y capaces de jugar hasta en tres o cuatro posiciones diferentes como Papadopulos, Diamantidis y Spanulis".

Pepu aboga por la recuperaci¨®n de la velocidad del juego espa?ol despu¨¦s del par¨¦ntesis que supuso en este aspecto la semifinal frente a Argentina. "Tenemos que saber en qu¨¦ somos superiores: en velocidad, en jugar en toda la cancha, quiz¨¢s en el rebote y en actuar sin complejos", dice el seleccionador. "Creo que somos competitivos, expertos, y no creo que nos ganen en nada. Debemos buscar nuestro camino y ser consecuentes", apostilla a continuaci¨®n.

Suceda lo que suceda, el baloncesto tendr¨¢ un nuevo campe¨®n mundial. Por primera vez desde 1963 no ser¨¢ ni ruso, ni serbio, ni estadounidense. El cuarto puesto es la mejor clasificaci¨®n obtenida tanto por Espa?a, en 1982, como por Grecia, en 1998. La final se corresponde con un torneo que en esta edici¨®n ha sido dominado por los equipos europeos. Los griegos ya han obtenido dos t¨ªtulos europeos (1987 y 2005) mientras que los espa?oles han adquirido cierta fama de segundones porque a la final ol¨ªmpica perdida contra Estados Unidos en Los Angeles 84 hay que a?adir otras cinco derrotas en finales europeas (1935, 1973, 1983, 1999 y 2003).

Frente a quienes hurgan en la carencia de ¨¦xitos de oro y el c¨²mulo de derrotas en los momentos culminantes, Pepu se atiene al esp¨ªritu ganador de la magn¨ªfica generaci¨®n de jugadores que dirige: "Este equipo tiene ambici¨®n. Con estos jugadores es m¨¢s dif¨ªcil gestionar la ambici¨®n y la ansiedad por la victoria que el conformismo".

Calder¨®n, Navarro, Garbajosa y compa?¨ªa no quieren ni o¨ªr hablar de la ausencia de Gasol como una excusa. Desean vencer y dar a Espa?a el primer gran t¨ªtulo de la historia. Veinticuatro a?os despu¨¦s de la plata ol¨ªmpica y siete despu¨¦s del oro del Mundial j¨²nior que abri¨® una nueva perspectiva, hoy, en la remota ciudad japonesa de Saitama, puede empezar una nueva era para el baloncesto espa?ol.