'Milagro Montilla'
La designaci¨®n de Jos¨¦ Montilla como candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat ha sido interpretado por algunos como la gran oportunidad de los socialistas catalanes para movilizar a una parte muy importante del electorado que seg¨²n las encuestas y los an¨¢lisis de geograf¨ªa electoral les vota en las elecciones municipales y a las Cortes y los abandona en las elecciones al Parlament.
Detr¨¢s de esa tesis est¨¢ la idea no explicita pero s¨ª impl¨ªcita de que el factor que va a movilizar electoralmente a esa parte de la ciudadan¨ªa es la posibilidad que Montilla parece ofrecerles de identificaci¨®n con su persona y trayector¨ªa. Resumiendo y sin muchos tapujos, seg¨²n algunos el problema hist¨®rico de los socialistas catalanes ha sido que sus carteles electorales (Revent¨®s, Obiols, Nadal y Maragall) nunca fueron percibidos con proximidad por una parte de lo que podr¨ªamos denominar sus bases sociales naturales. Esa desconexi¨®n ser¨ªa, siguiendo ese razonamiento, lo que estar¨ªa en el origen de la indiferencia electoral, es decir, de la abstenci¨®n.
En la medida que la abstenci¨®n es un fen¨®meno de causas m¨²ltiples no niego que una parte de la misma se pueda atribuir a ese desencuentro, podr¨ªamos denominarlo vital, entre la trayectoria de los candidatos y la de esa parte del electorado. Pero con toda la prudencia del mundo que se debe tener cuando se analiza y se teoriza sobre la abstenci¨®n me atrevo a afirmar que muy probablemente no es esa la principal causa.
Hay una parte importante de la ciudadan¨ªa catalana que le importa poco o nada lo que haga o deje de hacer el Parlament y el Gobierno de la Generalitat. El gran fracaso del catalanismo es que no ha sabido contagiar a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n de Catalu?a un sentimiento de identificaci¨®n con el Parlament y el Gobierno catal¨¢n. Una situaci¨®n en la que la actuaci¨®n de las instituciones de autogobierno en estos 25 a?os parece no haber sido lo suficientemente acertada. Ese d¨¦ficit cr¨®nico de identificaci¨®n con el tramado institucional de autogobierno es lo que a mi modo de ver convierte en abstencionista potencial a un sector muy amplio de la ciudadan¨ªa de Catalu?a en las elecciones al Parlament. Y ese d¨¦ficit dif¨ªcilmente lo va a solucionar ning¨²n candidato, tampoco Montilla.
Es decir, el candidato Montilla dif¨ªcilmente conseguir¨¢ por s¨ª solo que el grado de participaci¨®n electoral en ciudades como Sant Adri¨¤, El Prat o Rub¨ª, por citar s¨®lo tres ejemplos, se iguale a las de Girona, Vic o Barcelona. Es m¨¢s, dif¨ªcilmente vamos a ver en las pr¨®ximas elecciones la equiparaci¨®n de la participaci¨®n de los distritos perif¨¦ricos de las ciudades del ¨¢rea metropolitana con la de aquellos distritos del centro de esas mismas ciudades, a pesar del candidato llamado Montilla.
Nadie, pues, deber¨ªa esperar el milagro Montilla en las elecciones del pr¨®ximo 1 de noviembre. No porque Montilla no sea un buen candidato, sino porque la influencia del factor candidato es, en regla general, limitada para aquellos que no tienen decidido ir a votar por las razones anteriormente expuestas. Y el problema cr¨®nico para el PSC es, recordemos, que entre su electorado el porcentaje de poblaci¨®n predispuesta a no ir a votar es significativamente mayor que la de los otros electorados. Resumiendo lo dicho hasta aqu¨ª, no hay motivos para pensar en un incremento significativo del voto para el PSC que provenga de la disminuci¨®n de la abstenci¨®n.
Por el contrario, los estrategas del PSC deber¨ªan tener mucho cuidado en no olvidar a esa otra parte del electorado socialista de convicci¨®n y sentimiento catalanista. La renuncia de Maragall junto con la plenitud de liderazgo que ejerce el equipo de Montilla en todos los ¨¢mbitos, tanto en el interior del partido como en las distintas instituciones en las que los socialistas gobiernan, puede provocar en algunos la sensaci¨®n de que el actual PSC ya no es ese PSC que a veces incomodaba por su r¨¢pida y constante capacidad adaptadiza a las necesidades del PSOE, pero que indudablemente era un referente del catalanismo de izquierdas y por eso no se le pod¨ªa dejar de votar.
El vuelco en las hegemon¨ªas internas del PSC de estos ¨²ltimos a?os es de gran calado. No estamos ante un fen¨®meno explicable s¨®lo por un relevo generacional, como algunos insisten. Estamos ante un cambio de estilos, de conductas, en parte de discursos y, por qu¨¦ no decirlo, tambi¨¦n de referentes, en aquellos que ejercen el liderazgo interno y externo del PSC. Y ante esa evidencia habr¨¢ que ver si el electorado socialista de vocaci¨®n y sentimiento catalanista sigue confiando en el PSC o transfiere su voto a otro partido.
El peor de los escenarios para el PSC ser¨ªa, pues, que por un lado Montilla no pudiera motivar a los abstencionistas a ir a las urnas porque la raz¨®n por la que no van no es el candidato, sino la indiferencia ante las instituciones, y que por otro Montilla y ese nuevo PSC no seduzcan al electorado socialista tradicional de ra¨ªz catalanista. La pol¨ªtica de Montilla para esta campa?a electoral debe estar cargada de gui?os y seducciones en direcciones que no s¨¦ si siempre ser¨¢n compatibles y coherentes entre ellas. De entrada debe seducir a los que han votado PSC tradicionalmente para que no le abandonen. Y en ese objetivo mucha atenci¨®n con determinados giros y desmarques. Y finalmente debe movilizar a los inmovilizados tradicionales, cosa por definici¨®n dif¨ªcil y que en el mejor de los casos va a requerir tiempo. Pero mucha atenci¨®n deber¨¢ poner el nuevo PSC para que queriendo ganar lo que no tiene asegurado, no pierda una parte de lo que hasta ahora ha tenido. Entre otras cosas porque el coste del electorado que pierda ser¨¢ probablemente doble porque dif¨ªcilmente ir¨¢ a la abstenci¨®n, sino a otra formaci¨®n.
Jordi S¨¢nchez es polit¨®logo.
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