Ba?eras llenas "por si acaso"

El cami¨®n cisterna del Ej¨¦rcito pasa junto a la gasolinera del centro de Vilagarc¨ªa (Pontevedra). Se dirige a los dep¨®sitos de la depuradora, para reponer unas existencias de agua llamadas a agotarse. Ajenos a su presencia, dos conductores tiran de manguera para llenar los tanques de sus limpiaparabrisas.

La imagen resume la contradicci¨®n que vive la localidad, la que tiene su suministro m¨¢s amenazado por el desastre ecol¨®gico ocurrido a s¨®lo un pu?ado de kil¨®metros. "Mientras los grifos funcionen, aqu¨ª nadie ahorra", se lamenta Mora?a, encargado de la estaci¨®n de servicio. Puede ocurrir en cualquier momento, pero muy pocos en Vilagarc¨ªa -junto a Portas, la ¨²nica localidad que ha tenido que desconectar su toma del r¨ªo Umia- parecen conscientes de la situaci¨®n.

De nada han servido los llamamientos de las autoridades. El alcalde, Javier Gago, pidi¨® ayer "m¨¢s que nunca, un consumo responsable", pero el gasto no se ha movido de los 7.000 metros c¨²bicos diarios habituales un fin de semana.

"?Cortes en el suministro? No ha habido nada de eso; nada", zanja la camarera de una cafeter¨ªa mientras aclara unos vasos con abundante agua. En el local, en su casa y en la de la mayor¨ªa de los vecinos, el grifo funciona como si nunca fuera a dejar de hacerlo, a pesar de peque?as deficiencias la ma?ana del domingo. Ella, como la mayor¨ªa de los vilagarcianos, mantiene su ba?era llena de agua "por si acaso"; agua que, en su mayor¨ªa, acaba en las tuber¨ªas de saneamiento sin haber sido usada.

Las ba?eras del "por si acaso" se han convertido en uno de los principales enemigos del ahorro. Pese a que la calidad del suministro est¨¢ garantizada, los habitantes de Vilagarc¨ªa, tambi¨¦n por si acaso, se han entregado a otro acopio: el de las botellas de agua mineral. Nuria, encargada de un supermercado del centro, confiesa que jam¨¢s se vendieron tantas como el s¨¢bado: "Fue una psicosis; mucha gente sal¨ªa de aqu¨ª con 80 y 90 litros". Despu¨¦s la demanda se moder¨®.

Provistos de su arsenal de botellas y ba?eras, los vilagarcianos viven ajenos al ajetreo de camiones cisterna que se vac¨ªan una y otra vez en los dep¨®sitos municipales. De ellos, de un peque?o embalse alternativo y de unos pocos manantiales depende ahora el servicio.

La Xunta, mientras, se pelea con distribuidores de Espa?a y Portugal para su particular acopio: el de tuber¨ªas. Para evitar complicaciones futuras, necesita 17 kil¨®metros de ca?os, que le permitan bombear desde la parte alta del r¨ªo hasta los dep¨®sitos de Vilagarc¨ªa. De momento, s¨®lo ha reunido 12, por lo que no ser¨¢ antes de ma?ana cuando normalice el servicio. El Ej¨¦rcito y la Guardia Civil colaboran en el traslado de los tubos.