Un equipo enterrado
Espa?a vivi¨® en el Mundial de Alemania la concentraci¨®n m¨¢s armoniosa desde Estados Unidos 94, hasta que los veteranos vieron que eran suplentes

Por debajo de la superficie de calma chicha, el f¨²tbol espa?ol siempre esconde turbulencias. La ma?ana del 22 de mayo, el d¨ªa que comenz¨® la concentraci¨®n de la selecci¨®n antes del Mundial, brillaba el sol y el cielo de Madrid reflejaba un azul potente, velazque?o. En el hotel que la federaci¨®n construy¨® en Las Rozas, un miembro de la expedici¨®n revel¨® los primeros s¨ªntomas del desastre. Fue una impresi¨®n arquitect¨®nica: "Estamos enterrados".
En efecto, a pesar de estar construido en las primeras estribaciones de la sierra de Guadarrama, y a pesar de formar parte de un complejo que cost¨® cerca de 40 millones de euros, en algunas de las habitaciones del moderno hotel federativo lo ¨²nico que se ve desde las ventanas es un terrapl¨¦n. Esto puso en alerta a algunos de los componentes del grupo y a otros les hizo sospechar discriminaciones por raz¨®n de antig¨¹edad: los jugadores m¨¢s importantes se ubicaron en las habitaciones superiores, con vistas a los tranquilos valles circundantes.
Ra¨²l apareci¨® en la concentraci¨®n con una camiseta amarilla. "?Qu¨ªtatela!", le grit¨® Luis
La arquitectura puede conspirar contra el f¨²tbol, pero no es el ¨²nico peligro. En su llegada a Las Rozas, bolso en ristre, sonriente en la ma?ana soleada, el jugador m¨¢s importante, el de los n¨²meros nunca antes logrados, Ra¨²l, sufri¨® un peque?o incidente revelador. Se trat¨® de su camiseta de color amarillo. Para Luis Aragon¨¦s no hay detalle que pueda resultar insignificante. Los colores y su uso son capitales. Y de todos los colores, el que considera m¨¢s intolerable es el amarillo. De ah¨ª que no admita equipaci¨®n ni artefactos de trabajo amarillos en sus equipos. Y de ah¨ª que, al ver entrar a su capit¨¢n, su jugador de confianza, al vest¨ªbulo, le espetase un: "?Qu¨ªtatela, qu¨ªtatela!". Como si llevase la peste. Un signo inequ¨ªvoco de mal ag¨¹ero.
El estado de los nervios de la selecci¨®n espa?ola de f¨²tbol es tan precario desde hace tantos a?os que las concentraciones se viven con la sensaci¨®n de que cualquier peque?ez puede desencadenar una tragedia. Luis Aragon¨¦s y su equipo t¨¦cnico dise?aron un plan minucioso para evitar roces y alteraciones. Cuidaron todos los detalles que imaginaron. Planificaron con detenimiento los 23 d¨ªas que los separaban hasta el partido inaugural con Ucrania, en Leipzig. El esquema general result¨® armonioso: 20 d¨ªas de trabajo, 24 sesiones de entrenamiento, tres partidos amistosos y tres d¨ªas libres distribuidos entre Madrid, Valencia, Ginebra y Dusseldorf.
La convivencia entre los jugadores, y entre los jugadores y la prensa, se hizo llevadera y esperanzadora. Para resolver el problema de la sensaci¨®n de claustrofobia en el hotel, los t¨¦cnicos proyectaron que un tercio de la preparaci¨®n se realizase en el balneario de La Calderona, en la localidad de B¨¦tera, en Valencia. El nombre t¨¦cnico de este recinto es La Calderona, Spa, Sport & Club Resort, y una habitaci¨®n con desayuno cuesta 260 euros m¨¢s IVA, aunque por otros servicios, como los masajes de chocolate y miel, hay que pagar un suplemento. La federaci¨®n contrat¨® 25 habitaciones para albergar al equipo durante cuatro d¨ªas. En sus pistas de paddle gente como Ra¨²l y Salgado pudieron matar el gusanillo.
El ambiente dentro del equipo era tranquilo y, a excepci¨®n de Ra¨²l, siempre alerta, los dem¨¢s jugadores convivieron con naturalidad con los medios de comunicaci¨®n y los admiradores ocasionales. A esta armon¨ªa contribuyeron los rivales seleccionados para disputar los amistosos de preparaci¨®n: Rusia, Egipto y Croacia, equipos batibles. La selecci¨®n empat¨® (0-0) con Rusia el primer encuentro, y luego se impuso a Egipto (2-0) y a Croacia (2-1). El ¨²nico tanto recibido fue en propia meta y contra Egipto Ra¨²l meti¨® su primer gol en seis meses.
Tras el partido ante Croacia, en Ginebra, la expedici¨®n se traslad¨® a Alemania. La concentraci¨®n de Kamen, pac¨ªfico pueblo cercano a Dusseldorf, se recuerda como la m¨¢s arm¨®nica desde el Mundial de Estados Unidos de 1994, cuando periodistas y jugadores se alojaron en el mismo hotel. All¨ª hab¨ªa tiempo y serenidad para afrontar diversos asuntos, adem¨¢s de los propios de una Copa del Mundo. Algunos futbolistas, que se dedican al comercio inmobiliario, aprovecharon la ocasi¨®n para colocar sus pisos. Tuvieron ¨¦xito en la medida que la concentraci¨®n reun¨ªa gente con capital ocioso, dispuesta a invertir sin riesgos. Todo transcurri¨® como la seda hasta que algunos jugadores con influencia descubrieron que no iban a ser titulares. Entonces, los m¨¢s de 170 periodistas y camar¨®grafos destinados en Kamen comenzaron a captar im¨¢genes de gestos turbados, de muecas de malhumor y braceos hist¨¦ricos. En las fotos siempre se ve¨ªa a Luis encar¨¢ndose con un veterano. A veces Ca?izares, a veces Ra¨²l. La vieja guardia.
Luis Aragon¨¦s nunca resolvi¨® el conflicto. Cuando cambi¨® el equipo, tras golear a Ucrania e imponerse a T¨²nez con muchas dificultades, hubo jugadores que lo interpretaron como un gesto de debilidad, propio de un entrenador doblegado por futbolistas que piensan demasiado en ellos mismos. Dentro de la expedici¨®n crecieron los resentimientos en tres direcciones. De los jugadores hacia el cuerpo t¨¦cnico, del cuerpo t¨¦cnico hacia los jugadores, y de algunos futbolistas entre s¨ª. Entonces, el discurso solidario elevando al grupo por encima de todo, los juramentos de colaboraci¨®n desinteresada y la paz brillante con que comenz¨® la concentraci¨®n dio se?ales de haber llegado a su fin. Apenas quedaron indicios superficiales, como quien lleva una camiseta amarilla.

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