La doble vida de Farruquito
El bailaor urdi¨® un plan para enga?ar a la polic¨ªa tras matar a un peat¨®n en un momento en que crec¨ªa su prestigio como artista
Eran las 22.15 del ¨²ltimo martes de septiembre, el suelo estaba mojado y ten¨ªa que tomar la decisi¨®n m¨¢s importante de su vida. Acababa de atropellar a un hombre. El morro de su BMW 530D, comprado s¨®lo 20 d¨ªas antes por 12.000 euros a un familiar lejano apodado Barullo, hab¨ªa lanzado a 13 metros de distancia a un peat¨®n que cruzaba por un paso de cebra. El joven conductor fren¨® y mir¨® por el retrovisor. Si se bajaba y ayudaba a la v¨ªctima se descubrir¨ªa que ni ¨¦l ten¨ªa permiso de conducir ni su coche seguro, y que manejaba haciendo zigzag a m¨¢s del doble de la velocidad permitida. Cualquiera que, s¨®lo unas semanas antes, hubiese le¨ªdo en este peri¨®dico la historia de su vida y su manera de afrontarla, habr¨ªa apostado a que Juan Manuel Fern¨¢ndez Montoya, formal y simp¨¢tico, educado y responsable, optar¨ªa por bajarse y ayudar al herido. Pero Farruquito, el bailaor que cautiv¨® Nueva York a los 18 a?os, el Pr¨ªncipe del Flamenco y patriarca de la tribu de los Farrucos, meti¨® primera, se salt¨® un sem¨¢foro en rojo y huy¨®. El peat¨®n, Benjam¨ªn Olalla, un mec¨¢nico de 35 a?os que regresaba a su casa despu¨¦s de recibir clases de nataci¨®n en una piscina municipal, muri¨® seis horas despu¨¦s.
Ocult¨® el coche para despistar, y cuando ya no fue posible, acus¨® a su hermano peque?o
"Farruquito era nuestro orgullo y ahora nos ha puesto en entredicho", dice un gitano
Durante los seis meses que siguieron al accidente, Farruquito interpret¨® a la perfecci¨®n una doble vida construida a base de ¨¦xitos y mentiras. Para saber de la primera basta repasar los peri¨®dicos de entonces. Los de aqu¨ª, pero, sobre todo, los de fuera. The New York Times lo acababa de elegir el mejor bailar¨ªn que hab¨ªa pasado por la ciudad, y al rebufo de aquel y otros ¨¦xitos internacionales se fue haciendo famoso en Espa?a. La otra vida, la subterr¨¢nea, est¨¢ recogida en la sentencia de la Audiencia de Sevilla que el pasado martes -justo tres a?os despu¨¦s de aquel otro martes de septiembre- conden¨® al artista a tres a?os de prisi¨®n por un delito de homicidio por imprudencia y otro de omisi¨®n del deber de socorro. La sentencia, que endurece una anterior de un juzgado de Sevilla, estima que Farruquito, que ten¨ªa 21 a?os en el momento del accidente, es responsable de un tercer delito por inducir a su hermano Antonio a simular que hab¨ªa sido ¨¦l quien conduc¨ªa el BMW. Despu¨¦s de atropellar a Benjam¨ªn Olalla y de darse a la fuga, Farruquito urdi¨® un plan para evitar que se le relacionase con el accidente. Ocult¨® y repar¨® el coche en un taller de M¨¢laga para intentar despistar a la polic¨ªa y, cuando ya no fue posible, acus¨® del atropello a su hermano Antonio, apodado Farruco y tambi¨¦n bailaor, que al ser menor de edad -ten¨ªa 15 a?os en aquel momento- podr¨ªa evitar el ingreso en prisi¨®n.
"Yo ya hace d¨ªas que no los veo por aqu¨ª". El vecino que lava su coche frente a la casa de Rosario Montoya, La Farruca, en el barrio sevillano de El Cerro del ?guila, certifica la desaparici¨®n de la familia del artista. La madre de Farruquito ha tenido que cambiar radicalmente de actitud forzada por los acontecimientos. Cuando su hijo era la estrella emergente, abr¨ªa su casa a los periodistas y les iba contando todo lo necesario para forjar una leyenda. Sol¨ªa contar que, seg¨²n los antiguos, cuando los ni?os lloran en la barriga de la madre es que "tienen don" y que su Mani -as¨ª llaman en familia a Farruquito- llor¨® un d¨ªa que ella estaba trajinando en la cocina: "De repente, o¨ª el aullido de un gato. Y como no ten¨ªamos gato, dije: eso viene de la tripa. Y ven¨ªa". No era dif¨ªcil sentir entonces fascinaci¨®n por la historia del artista, a quien la vida ya le hab¨ªa cobrado en muerte y por adelantado sus dotes para el baile. S¨®lo se convirti¨® en patriarca de la familia despu¨¦s de que murieran todos sus mayores. Su t¨ªo, el primer Farruquito, muri¨® a los 18 a?os, cuando ya apuntaba para estrella. Luego falleci¨® su abuelo, el legendario bailaor gitano Antonio Montoya -quien lo hab¨ªa adoptado como su sucesor-, y al poco fue su propio padre, Juan Fern¨¢ndez Flores, quien sufri¨® un infarto mientras cantaba en un teatro de Buenos Aires. Farruquito, que entonces ten¨ªa 19 a?os, lo ten¨ªa en sus brazos cuando expir¨® camino del hospital. La herencia tr¨¢gica, sus dotes para el arte y su belleza -seg¨²n la revista People es uno de los 50 hombres m¨¢s guapos del mundo- estaban a punto de convertir a Farruquito en una figura sin tacha. Hasta que, a las 22.15 de aquel martes de septiembre, tom¨® la decisi¨®n de huir.
Rosario Montoya, castigada por tantas tragedias sucesivas, ya no tiene humor para contar historias de hijos que a¨²llan en la barriga. Un fot¨®grafo de Sevilla que intent¨® retratar la salida de los juzgados de Farruquito experiment¨® la rabia nueva de la antigua bailaora.
-Yo que t¨² me ir¨ªa de aqu¨ª y le dir¨ªa a tu jefe que han venido unos gitanos que quer¨ªan darte una paliza. Y no te preocupes, que si nos preguntan, yo le dir¨¦ que es verdad. Pero si te quedas, ya sabes qu¨¦ es lo que te puede pasar.
Dicen los que le tratan que, a pesar de su edad, Farruquito ejerce de patriarca. Que cuando, en medio de un sarao, dice "?callaos!", los 200 gitanos reunidos se callan al instante. Y precisamente ahora, despu¨¦s de conocer la sentencia que lo llevar¨¢ a la c¨¢rcel, Farruquito ha cursado la misma orden. Un silencio de bronce se ha hecho en torno a ¨¦l. Su abogado no coge ni el tel¨¦fono fijo ni el m¨®vil. Su representante art¨ªstico dice que a¨²n no saben si recurrir¨¢n la sentencia. Sus allegados gitanos -pr¨¢cticamente no se mueve en otro entorno- s¨®lo hablan para halagarle y aun as¨ª bajo secreto de confesi¨®n. Esta semana, s¨®lo un Amaya - "no me importa que pongas el apellido, somos tantos que no sabr¨¢n qui¨¦n soy"- se confesaba preocupado por la situaci¨®n de su familiar. "Este asunto", explicaba, "nos ha hecho mucho da?o a los gitanos. Farruquito era nuestro orgullo y las cosas que ha hecho nos ponen a todos en entredicho. La tradicional familia gitana no aparece aqu¨ª como una cuna venerable de buenos consejos, sino como un clan que miente y encubre el delito". Luego a?ade, bajando la voz: "Juan, como patriarca que es de los suyos, no deber¨ªa haber forzado a su hermano a comerse un delito que no ha cometido. ?Qu¨¦ ejemplo es ese?".
La sentencia considera probado que Farruquito contact¨® con ?scar Benavente, un empresario malague?o amigo suyo -encarcelado despu¨¦s por la Operaci¨®n Malaya- y con dos ex polic¨ªas amigos de ¨¦ste. Entre todos urdieron un plan para despistar a los investigadores. No obstante, los polic¨ªas de la jefatura de Sevilla fueron estrechando el cerco, detuvieron al hermano m¨¢s peque?o e hicieron creer a Farruquito que el caso estaba cerrado. Unas escuchas telef¨®nicas a uno de los ex polic¨ªas por un asunto de drogas terminaron de confirmar la implicaci¨®n del bailaor. La ma?ana del 27 de marzo de 2004, seis meses despu¨¦s del atropello, la polic¨ªa lo detuvo a la salida de su casa. Lo interrogaron y lo confes¨® todo. Acus¨® al empresario de M¨¢laga de ser el cerebro de toda la operaci¨®n. Sin embargo, al d¨ªa siguiente, la juez decret¨® su puesta en libertad bajo fianza de 40.000 euros. La viuda de Benjam¨ªn Olalla, Mar¨ªa ?ngeles Madero, se enter¨® a los pocos d¨ªas de que Farruquito hab¨ªa pedido perd¨®n: "Ahora ya no vale. Lo dice porque le ha cogido la polic¨ªa. Si hubiera atendido a mi marido, mi actitud habr¨ªa sido distinta".
En septiembre de 2004, un a?o despu¨¦s del atropello, Farruquito acept¨® la invitaci¨®n de Alejandro Sanz y bail¨® durante un concierto en la plaza de toros de Madrid. El p¨²blico lo abuche¨®. La doble vida ya no era posible.
"No par¨¦ porque me persegu¨ªan"
Aquella noche, Juan Manuel Fern¨¢ndez Montoya iba acompa?ado de su amigo Jorge Rubio Silva, El Canastero. Su intenci¨®n era probar el BMW y para ello se dirigieron a las calles del Pol¨ªgono de San Pablo. El informe de la Guardia Civil concluye que por la calle doctor Laff¨®n Soto, donde se produjo el accidente, el bailaor conduc¨ªa a una velocidad de 91 kil¨®metros por hora, m¨¢s del doble de la autorizada en esa calle. Antes de que se produjera el atropello, una muchacha que estaba con su novio en las inmediaciones, coment¨®: "Mira el coche que viene por ah¨ª". El BMW adelant¨® haciendo eses a dos coches que estaban parados en un sem¨¢foro. Benjam¨ªn Olalla y su amigo Fernando Melero ya hab¨ªan empezado a cruzar el paso de cebra cuando se percataron de que un coche se abalanz¨® sobre ellos. Cada uno intent¨® quitarse de en medio a su manera. Fernando decidi¨® volver sobre sus pasos y Benjam¨ªn intent¨® alcanzar la otra acera. Farruquito peg¨® un volantazo y atropell¨® a Benjam¨ªn. El informe de la Guardia Civil sostiene que la violencia del impacto lo levant¨® a una altura de cuatro metros. La sentencia se?ala que "en el caso de autos, [Farruquito] manifiesta que no pudo detener la marcha de su veh¨ªculo porque otro conductor le persegu¨ªa. Esta circunstancia evidencia que el acusado ya hab¨ªa iniciado la huida del lugar. Aun cuando el tercero intentara recriminarle, esa situaci¨®n no supone que el acusado corriera un desproporcionado riesgo por socorrer a la v¨ªctima del accidente por ¨¦l ocasionado". La viuda de Benjam¨ªn siempre dice que ser¨¢ muy dif¨ªcil perdonar a quien atropell¨® a su marido y ni siquiera se par¨® a socorrerlo.
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