Formato c¨¢rcel
Alg¨²n d¨ªa habr¨¢ que saber el porqu¨¦ de esa atracci¨®n fatal de la tele por el formato c¨¢rcel que esta semana ha arrasado. Los nominalistas presocr¨¢ticos o modernos lo tendr¨¢n claro por aquello de que el nombre de la cosa es la cosa (las parrillas s¨®lo son el nombre castizo de las rejillas) aunque no es suficiente para explicar el nuevo fen¨®meno televisivo. Esta semana he contabilizado los siguientes espacios carcelarios y todos de gran audiencia: El coro de la c¨¢rcel (TVE) y Prison break (Fox y pr¨®ximamente La Sexta), sin olvidar la estupenda y reciente Oz, de la HBO; los reality basados en el truco de enjaular a tipos en principio no culpables en un espacio claustrof¨®bico sin ventanas al exterior y rodeados de c¨¢maras de severa vigilancia: El traidor, Supermodelo y la octava edici¨®n de Gran Hermano.
Pero no han sido las series norteamericanas ni los reality espa?oles los que estos d¨ªas m¨¢s han manoseado el formato c¨¢rcel. Nuestra sant¨ªsima trinidad del coraz¨®n (esas tres cadenas distintas de un solo rosa perpetuo) se ha dedicado a trabajar y con furor el morbo carcelario de Juli¨¢n Mu?oz y el pr¨®ximo ingreso en prisi¨®n de Farruquito. Sin contar lo de Natascha, la reclusi¨®n (?forclusi¨®n?) por excelencia.
Pese a todo, la imagen que quedar¨¢ es la de ese patio carcelario de Tele 5 en el que una Mercedes Mil¨¢, perfecta en su papel de dominatrix, hab¨ªa encerrado a los mil y pico aspirantes para entrar por sorteo en el penal de Guadalix de la Sierra, no muy distinto del no menos famoso Alhaur¨ªn de la Torre de las tenaces tardes cotillas de nuestras tres cadenas perpetuas. Y no s¨®lo: los que aspiraban a ser enchironados por la Mil¨¢ luc¨ªan en el pecho un cartel num¨¦rico que era id¨¦ntico al que los prisioneros propiamente dichos muestran en las pelis y series carcelerias de Hollywood.
El formato c¨¢rcel arrasa, de acuerdo. Pero ?c¨®mo distinguir en pantalla a los prisioneros de los reality de los prisioneros reales? ?Son lo mismo las rejas que las rejillas? Y lo m¨¢s inquietante, ?s¨®lo el encierro produce fama?
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