La altura del pozo
Carlos Luis ?lvarez acababa de llegar a Abc y el director del peri¨®dico, Luis Calvo, le llam¨® a su despacho. Primero quiso confirmar si, como le hab¨ªan dicho, el nuevo redactor quer¨ªa ser escritor. Enseguida le encomend¨® una tarea acorde con esas aspiraciones: la de corregir las informaciones de sucesos que preparaba el veterano Carlos Carpentier. Aquella tarde recibi¨® un fajo de cuartillas escritas a mano y ley¨® en la que serv¨ªa de t¨ªtulo: Muere al caer a un pozo de siete metros de altura. "Carlitos", se atrevi¨® a se?alar Carlos Luis, "querr¨¢s decir de profundidad". Pero Carpentier se reiter¨® al instante aduciendo que ¨¦l siempre escrib¨ªa desde el punto de vista del muerto.
Y es que en el periodismo, como en la historia, la perspectiva, el ¨¢ngulo de visi¨®n, resulta fundamental. Lo estamos comprobando cada d¨ªa al sintonizar las frecuencias de la radio y en este alud de conmemoraciones al cumplirse los 70 a?os de la Guerra Civil. Pero adem¨¢s conviene tenerlo muy presente ahora que andamos a vueltas con El Pocero, ese c¨ªclope de La Mancha que, dispuesto a luchar contra los elementos, est¨¢ levantando m¨¢s de 13.000 viviendas en medio de la nada de Sese?a. Claro que para ello ha contado con las bendiciones precisas de una corporaci¨®n municipal cuyos ediles en el n¨²mero necesario han pasado, sin romperlo ni mancharlo, a formar parte de la n¨®mina del nuevo pr¨®cer de la construcci¨®n.
Como siempre "unos cardan la lana y otros llevan la fama". Y la fama de El Pocero se ha visto favorecida por el nivel de pregnancia del alias con el que se le conoce. Pero su caso guarda grandes analog¨ªas con otros que se encuentran en diferentes situaciones procesales. V¨¦ase la Operaci¨®n Malaya en Marbella, la Operaci¨®n Ballena Blanca, la transubstanciaci¨®n de Terra M¨ªtica en el Benidorm de Eduardo Zaplana o el amurallamiento de la costa mediterr¨¢nea de Gibraltar al Cabo de Creus, esc¨¢ndalo de primera p¨¢gina en el diario Le Monde. La primera cuesti¨®n que surge es por qu¨¦ ninguno de los partidos pol¨ªticos, siempre tan propensos a la denuncia del rival, le pone el cascabel al gato. Y la respuesta m¨¢s elemental es porque todos ellos son beneficiarios del reparto.
Por eso, ha sido del m¨¢ximo inter¨¦s y al mismo tiempo ha permanecido en la m¨¢s absoluta opacidad el curso celebrado el pasado agosto en la sede del palacio de La Magdalena de la Universidad Internacional Men¨¦ndez y Pelayo con el t¨ªtulo El urbanismo, factor de corrupci¨®n bajo la direcci¨®n de Jos¨¦ Antonio Mart¨ªn Pall¨ªn, magistrado de la Sala Segunda del Tribunal Supremo. Sostiene el director del curso que el urbanismo es algo demasiado importante como para dejarlo en manos de los ayuntamientos, y subraya que la dispersi¨®n de las normativas auton¨®micas provoca el descontrol de los planes urban¨ªsticos. Para el magistrado, existe un deslumbramiento entre los vecinos de cada municipio respecto a los beneficios que puede producir para la localidad la urbanizaci¨®n desenfrenada y falta una reflexi¨®n acerca del pavoroso panorama que resulta despu¨¦s.
El urbanismo, apunta Mart¨ªn Pall¨ªn, ha dejado de responder a criterios de desarrollo racional y s¨®lo atiende a finalidades puramente especulativas que, aplicadas a una materia tan esencial y de primera necesidad como la vivienda, llevan necesariamente a la comisi¨®n de delitos. En su opini¨®n, los delitos urban¨ªsticos dada su gravedad deber¨ªan ser sancionados con penas mayores que las ahora previstas. Pero, sobre todo, reclama m¨¢s medios judiciales para combatir estos abusos. Por ¨²ltimo, queda su interpelaci¨®n a los pol¨ªticos para que decidan si la prioridad es la "microdelincuencia" o si el peligro mayor es la "macrodelincuencia" instalada en el ¨¢rea de la construcci¨®n.
Desde el fondo del pozo, como las v¨ªctimas de la informaci¨®n de sucesos de Carlos Carpentier, podemos calibrar la altura que nos separa del brocal donde est¨¢ la luz y el aire libre. Mientras, al iniciarse el periodo de sesiones del Congreso de los Diputados, sigue sin atisbarse para cu¨¢ndo queda el proyecto pendiente de la Ley de Financiaci¨®n de Partidos al que corresponder¨ªa establecer la transparencia de los ingresos y fijar la limitaci¨®n de los gastos. ?Ayudar¨ªa esa ley a contener los despilfarros que luego cubren los promotores afines? La soluci¨®n, en el pr¨®ximo n¨²mero.
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