Satanizando a L¨®pez Obrador
Dentro y fuera de M¨¦xico se multiplican las condenas a Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador y aumentan las alabanzas a las instituciones que organizaron unas controvertidas elecciones presidenciales. El reduccionismo enturbia la comprensi¨®n de los borrascosos tiempos mexicanos.
La conflictividad mexicana se origina en una multiplicidad de factores imposibles de capturar en una variable. Son indudables los errores estrat¨¦gicos y t¨¢cticos y los excesos ret¨®ricos de L¨®pez Obrador, pero hasta el Tribunal Electoral acept¨® que el presidente Vicente Fox puso en riesgo la elecci¨®n y que la c¨²pula empresarial viol¨® la ley con sus beligerantes spots televisivos, entre otras irregularidades. El esfuerzo colectivo produjo la elecci¨®n m¨¢s lodosa de nuestra historia y, por ello, alrededor de un tercio de ciudadanos quedamos insatisfechos, por motivos de lo m¨¢s diverso, con la calidad de la elecci¨®n.
M¨¦xico est¨¢ fracturado y la adjetivaci¨®n en los medios es un p¨¢lido reflejo de las hernias que rasgan el tejido social. Hay hijos que proh¨ªben a la abuela visitar al nieto mientras mantenga su respaldo al candidato de la izquierda; parejas que por la disputa frigorizaron la alcoba; y el racismo y el clasismo florece como selva h¨²meda. En el festival de enojos hay una gran variedad de motivaciones e impulsos.
Siempre he votado izquierda, pero en el a?o 2000 sufragu¨¦ por Vicente Fox convencido de la urgencia de un cambio. Lo hice pensando que Fox era un dem¨®crata dispuesto a reconocer la pluralidad y lleve el compromiso un poco m¨¢s all¨¢: durante su Gobierno serv¨ª de manera honor¨ªfica en consejos ciudadanos de ministerios federales. En Gobernaci¨®n particip¨¦ en una comisi¨®n encargada de atender los asesinatos de mujeres en Ciudad Ju¨¢rez y en la Secretar¨ªa de Desarrollo Social encabec¨¦ un Comit¨¦ de Transparencia que intent¨® ingenuamente evitar la utilizaci¨®n electoral de los programas sociales. Me desconcert¨® primero y me ofendi¨® despu¨¦s el descarado activismo de Vicente Fox a favor de los suyos y en contra de L¨®pez Obrador. Entiendo que en otros pa¨ªses el proselitismo realizado por el jefe de Gobierno es parte de la normalidad. M¨¦xico es diferente. Un comportamiento de ese tipo adem¨¢s de ilegal desencadena los recuerdos de los presidentes omnipotentes a quienes bastaba se?alar con el dedo para elegir al sucesor. Por ello result¨® tan impropia la actitud de Vicente Fox, el primer presidente de la alternancia que termin¨® comport¨¢ndose, en este aspecto, como los predecesores que alguna vez denunciara.
El presidente electo, el conservador Felipe Calder¨®n Hinojosa, tiene d¨ªas insistiendo en la reconciliaci¨®n. Sus llamados seguir¨¢n siendo ret¨®rica hueca en tanto no los apuntale con hechos concretos; ¨¦l y sus partidarios, dentro y fuera de M¨¦xico, deben entender que en las condiciones actuales es dif¨ªcil olvidar los agravios contra la democracia.
Desde hace dos meses los inconformes con la calidad de la elecci¨®n coincidimos con los partidarios de L¨®pez Obrador en solicitar un recuento de todos los votos. Calder¨®n siempre respondi¨® que respetar¨ªa lo que el Tribunal Electoral decidiera, lo cual era jur¨ªdicamente impecable pero pol¨ªticamente insuficiente. Sucedi¨® lo predecible: el Tribunal ratific¨® su victoria pero rechaz¨® el recuento lo cual, a los ojos de un sector, confirm¨® las irregularidades. Ya como presidente electo, Calder¨®n enfrenta otra pol¨¦mica que le permitir¨ªa tender puentes hacia los inconformes y demostrar su compromiso con la transparencia y la democracia.
La oportunidad se llama recuento ciudadano. Despu¨¦s de la elecci¨®n unos 800 individuos, empresas y organismos solicitaron al Instituto Federal Electoral (IFE) acceso a las boletas de la elecci¨®n para volver a contar los votos. Entre los peticionarios est¨¢n la W Radio, la revista Proceso y el peri¨®dico El Universal, y aunque el ejercicio carece de valor jur¨ªdico, en el contexto actual ser¨ªa muy provechoso porque de confirmarse los resultados oficiales dar¨ªan legitimidad a Felipe Calder¨®n. El riesgo est¨¢ en que suceda lo contrario.
El IFE ten¨ªa dos opciones: obedecer a la legislaci¨®n electoral y destruir las boletas o respetar la ley de transparencia y entregarlas a los solicitantes. El mismo d¨ªa en que el Tribunal ratific¨® la victoria de Calder¨®n, el IFE rechaz¨® la petici¨®n de transparencia e inform¨® de que proceder¨ªa a la incineraci¨®n de las boletas. De consumarse la intenci¨®n, en la hoguera seguir¨¢ evapor¨¢ndose la esperanza de concordia porque aviva el recuerdo de aquel pasado ominoso en el que mandaba un solo partido.
En 1988 Carlos Salinas triunf¨® gracias a un fraude electoral monumental y meses despu¨¦s de consumado, el entonces gobernante Partido Revolucionario Institucional y el Partido Acci¨®n Nacional (PAN) aprobaron en el Congreso la quema de las boletas con lo que desapareci¨® una evidencia fundamental para conocer la verdad.
Estamos en el a?o 2006 y estoy entre los que se niegan a acatar la opacidad del IFE, una de las instituciones santificadas por los conservadores. En mi caso, la motivaci¨®n principal est¨¢ en salvaguardar el derecho de saber, un pilar esencial de la democracia. En la batalla jur¨ªdica que se librar¨¢ entre los peticionarios y el IFE, Felipe Calder¨®n podr¨ªa respaldar el recuento ciudadano y apuntalar sus credenciales democr¨¢ticas. El PAN podr¨ªa alentar la participaci¨®n de organismos civiles conservadores para tener certidumbre sobre un recuento que limpiar¨ªa en algo el lodo que mancha la elecci¨®n.
El recuento ciudadano tiene una din¨¢mica independiente a las acciones seguidas por L¨®pez Obrador. Si la comunidad internacional reconoce ¨¦ste y otros matices entender¨ªa mejor la complejidad del conflicto que afecta a M¨¦xico. Atribuir las turbulencias mexicanas a una sola persona es una simplificaci¨®n de dudosa utilidad. En M¨¦xico el fragor de la disputa por la presidencia encubre el enfrentamiento entre izquierda y derecha que est¨¢ poniendo en riesgo la calidad de la democracia.
Sergio Aguayo Quezada es profesor del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de M¨¦xico.
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