Las bofetadas
Abominamos de la violencia, pero se ve que hay sopapos con glamour y palizas ramplonas, barriobajeras, tan poco cinematogr¨¢ficas que ni siquiera son aptas para telerrealidad. Lo mismo que existen largos guantes de negro sat¨¦n, y algunas maneras de descalz¨¢rselos que sin duda valen por el m¨¢s procaz de los striptease. Por eso el celuloide nos muestra cuerpos esculturales, de natural o trabajados, mientras en el barrio abundan los celul¨ªticos camuflados bajo sayas acr¨ªlicas y floreadas. Por supuesto que tampoco Juan el maltratador es Johnny Farrel, aquel don nadie a sueldo en un casino de Argentina que tuvo que cruzarle la cara al bellez¨®n de Rita. El mismo que custodiaba (en celo) la virtud de una mujer antes suya y ahora propiedad del jefe hamp¨®n, reservada para su exclusivo disfrute. En agosto muri¨® Glenn Ford, ostiador por cuenta ajena, y alguien propuso que su epitafio deber¨ªa limitarse a decir que "su mayor gloria es haber dado la bofetada del siglo".
Pero volviendo a Juan, a?adir¨¦ que sin ser Johnny, ni el poderoso Otelo, ni el posesivo g¨¢nster, en algo se les parece. Gilda tampoco era la leal Desd¨¦mona (del griego dysda¨ªmon: desdichada). Ni mucho menos Margarita, la esposa de Juan antes de que ¨¦ste enviudara por su propia mano. Pero igualmente tienen algo en com¨²n, son parte de la misma historia: personajes y personas, ricas y pobres, famosas y desconocidas, analfabetas y escritoras.
Las necrol¨®gicas del actor me llegaron cuando rele¨ªa un librillo llamado Mujeres. Es de Eduardo Galeano y fue publicado hace m¨¢s de diez a?os por Alianza Cien. Una de sus p¨¢ginas est¨¢ dedicada a Delmira Agustini, la poetisa modernista uruguaya que "escrib¨ªa en trance" y que con s¨®lo 27 a?os fue hallada, "abatida por dos tiros de rev¨®lver, desnuda como sus poemas, las medias ca¨ªdas, toda desvestida de rojo". Galeano, obviamente, lamenta la p¨¦rdida de una gloria de las letras nacionales, mujer valiente y singular, que "hab¨ªa cantado a las fiebres del amor sin pacatos disimulos". Y sin embargo escribe: "En esta pieza de alquiler fue citada por el hombre que hab¨ªa sido su marido; y queriendo tenerla, queri¨¦ndola qued¨¢rsela, ¨¦l la am¨® y la mat¨® y se mat¨®". Vaya por dios: otra v¨ªctima del amor, tal y como conviene a la construcci¨®n literaria, aunque en ella se incluye y reconoce, (menos mal) que el af¨¢n de posesi¨®n apret¨® el gatillo.
Dicen que este a?o est¨¢ siendo especialmente sangriento, y lo cierto es que en toda Espa?a nos aproximamos peligrosamente a las 60 mujeres asesinadas y varias salvadas de chiripa. Las asociaciones feministas acaban de proponer que se tipifique el t¨¦rmino "terrorismo sexista" y que sea delito su apolog¨ªa.
Todos los d¨ªas se publican noticias (est¨¢ bien darlas a conocer) tanto sobre agresiones como sobre detenciones. En estas mismas p¨¢ginas se recog¨ªa hace poco que el Consell registr¨® en seis meses un aumento del 42% en los casos de violencia dom¨¦stica, aunque convendr¨ªa puntualizar que se trata de casos atendidos, lo que no quiere decir por fuerza que se produzcan m¨¢s. O quiz¨¢ s¨ª: qu¨¦ dif¨ªcil es saberlo. Porque los deseos de libertad de las mujeres crecen sin la compa?¨ªa, en la misma medida, de un cambio ideol¨®gico en muchos hombres, que se revuelven con furia ante la insumisi¨®n y el abandono.
Esperan?a Bosch y Victoria Ferrer, doctoras de la Universitat de Balears, certifican que s¨®lo el deseo de control y dominio inspira la violencia de g¨¦nero, y no las drogas, ni el paro, ni la marginalidad. Y explican la analog¨ªa entre el comportamiento racista y machista: el Ku Klux Klan surge precisamente cuando el colectivo negro empieza a rebelarse contra el yugo blanco.
Por eso nuestra ¨²nica esperanza es que la educaci¨®n para la ciudadan¨ªa (y la igualdad) salte de las aulas a las salitas de estar y a los medios de comunicaci¨®n. Y que pronto se disuelvan en la nada los Johnny, Otelo, Juan y Enrique Job Reyes, aquel que queriendo qued¨¢rsela despu¨¦s del divorcio, "la am¨® y la mat¨®". Delmira titulaba el poema La duda, pero yo creo que habla de la muerte y de las balas que la trajeron: Vino: dos alas sombr¨ªas / Vibraron sobre mi frente / Sent¨ª una mano inclemente / Oprimir las sienes m¨ªas.
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