Una democracia en proceso de construcci¨®n
El ¨¦xito del modelo turco demostrar¨ªa que existe un espacio de convivencia entre la fe musulmana y las libertades
El edificio en el que tiene su sede la Presidencia de Asuntos Religiosos de Turqu¨ªa es uno de los m¨¢s majestuosos de Ankara. Recuerda un poco a aquellos enormes enjambres que albergaban a miles de bur¨®cratas en alguna de las capitales del bloque socialista. Por sus pasillos largos circulan continuamente funcionarios que entran y salen de los despachos en un ambiente de gran actividad.
No es para menos. Desde este edificio se dirigen las 80.000 mezquitas repartidas a lo largo de todo el pa¨ªs. Se negocia el presupuesto para su mantenimiento, se designan a los imanes que se ocupan de ellas, se preparan los sermones, se filtran los mensajes; en definitiva, se imprime el car¨¢cter del islamismo turco. Con toda raz¨®n, al hombre que est¨¢ al frente de toda esta estructura, Ali Bardakoglu, se le conoce por el Papa turco.
"Se puede ser buena musulmana sin usar el velo. Y por beber alcohol no se deja de ser musulm¨¢n", asegura Ali Bardakoglu, llamado el 'Papa turco'
"Mucha gente cree que si ahora aceptamos el pa?uelo, ma?ana nos obligar¨¢n a usarlo a todas, como en Ir¨¢n", se?ala la juez Esma ?zkan
Seguramente es algo m¨¢s que casualidad el hecho de que m¨¢s de 600.000 turistas iran¨ªes y 300.000 israel¨ªes visitaran el a?o pasado las playas turcas
"Si se limita a contar minaretes, Europa puede confundirse con Turqu¨ªa", advierte Bardakoglu al tratar de responder a la inquietud que pueda despertar la presencia de un verdadero gigante isl¨¢mico dentro del territorio europeo. "Nosotros no vivimos nuestra religi¨®n como una religi¨®n de desuni¨®n, de enfrentamiento, aferrada a los valores del siglo V. Nosotros discutimos c¨®mo tiene que ser la religi¨®n del siglo XXI: abierta, tolerante, respetuosa de los derechos humanos, del medio ambiente, que condene de manera clara la violencia".
El Papa turco no descarta que se hayan podido desarrollar o intenten desarrollarse en el futuro focos de fundamentalismo entre los musulmanes de su pa¨ªs. "No me atrevo a decir que los 80.000 imanes que tenemos piensan como yo. No puedo negar que haya algunos intentos de predicar versiones distintas, m¨¢s radicales o m¨¢s conservadoras", dice.
Todos esos intentos, a?ade Bardakoglu, vienen desde fuera de Turqu¨ªa y tienen, seg¨²n ¨¦l, escasas posibilidades de echar ra¨ªces en Turqu¨ªa porque chocan con la tradici¨®n moderada del imperio otomano y con las estrictas limitaciones de Estado secular. Adem¨¢s, la Presidencia de Asuntos Religiosos dirige una extensa pol¨ªtica de informaci¨®n y formaci¨®n para combatir el fanatismo e inspecciona los programas de estudios de 22 facultades de teolog¨ªa.
Uno de los profesores de esas facultades, Bekir Karliga, que imparte clases en tres universidades de Estambul, asegura que sus estudiantes aprenden religi¨®n desde una perspectiva "positiva y abierta", en armon¨ªa con las tradiciones occidentales y con otras grandes religiones del mundo. "Los j¨®venes del mundo isl¨¢mico viven en el medio de un volc¨¢n", reconoce, "pero es dif¨ªcil que esas turbulencias nos afecten aqu¨ª porque aqu¨ª tenemos bien interiorizada la compatibilidad entre modernidad y religi¨®n".
M¨¢s contundentemente, Mensur Akg¨¹n, director del Programa de Pol¨ªtica Exterior de la Fundaci¨®n de Estudios Econ¨®micos y Sociales de Estambul, afirma que, entre los j¨®venes, existen, desde luego, algunas minor¨ªas marxistas e islamistas radicales, "pero la mayor¨ªa", a?ade, "no tienen inter¨¦s en la pol¨ªtica, observan las cosas desde lejos, prestan sin duda mucha m¨¢s atenci¨®n a MTV que a Al Yazira".
Ali Bardakoglu explica, en esencia, los valores del islamismo que se practica en Turqu¨ªa: "Nadie tiene la capacidad de decidir qui¨¦n es mejor o peor musulm¨¢n. Nosotros querr¨ªamos, por supuesto, que todos menor, acontecimientos todos los musulmanes cumpliesen con todos los preceptos de la religi¨®n, pero es responsabilidad de cada uno, a cada cual le corresponde decidir al respecto y nadie puede juzgarle por ello. Se puede ser una buena musulmana sin usar el velo. Una mujer adulta, en la playa, con bikini est¨¢, por supuesto, incumpliendo el precepto religioso de cubrir su cuerpo, pero no puedo rechazarla por eso porque a lo mejor en lo dem¨¢s est¨¢ llena de valores. Por igual raz¨®n, por beber alcohol no se deja de ser musulm¨¢n".
Bardakoglu es consciente de que, en el fondo, lo que se pretende saber al observar con tanta meticulosidad el islamismo turco es si ¨¦ste resulta fiable para Occidente, si se puede confiar en Turqu¨ªa y en su estabilidad futura, si se puede confiar en el Gobierno de base religiosa turco, si todo ello es compatible con las reglas de la democracia.
No es una preocupaci¨®n menor, sobre todo teniendo en cuenta acontecimientos recientes. El pasado mes de mayo un juez fue asesinado y cinco de sus compa?eros heridos por un islamista radical, seg¨²n la polic¨ªa, que quer¨ªa vengarse por una decisi¨®n judicial a favor de la prohibici¨®n del uso del velo isl¨¢mico.
Este atentado, cuyas posibles conexiones nunca han sido del todo aclaradas, ha sido para los sectores preocupados por el auge islamista la prueba de que su preocupaci¨®n es cierta. Los jueces, blanco en esa ocasi¨®n de la violencia terrorista, se encuentran, en efecto, de forma destacada entre esos sectores laicos.
La juez Esma ?zkan, del Alto Tribunal de Apelaciones, uno de los m¨¢s importantes del sistema judicial turco, respalda plenamente la decisi¨®n de su colega asesinado y se hace eco de los peligros que ella, como otra gente, ve en las concesiones a los sectores religiosos: "El velo es un regreso al pasado, no un progreso. Su uso es una manera de hacer algo contra el sistema. Despu¨¦s de tantos a?os de lucha por la secularizaci¨®n, ?a qu¨¦ viene ahora esto? Mucha gente cree que si ahora aceptamos el pa?uelo, ma?ana nos obligar¨¢n a usarlo a todas, como en Ir¨¢n".
Esma ?zkan entiende que la justicia sea objeto de las iras de los religiosos porque "la justicia es uno de los garantes del secularismoen la medida en que hace respetar el imperio de la ley". "Nuestra obligaci¨®n", sostiene, "es identificar las amenazas a la democracia para impedir que prosperen, identificar a aquellos que pretenden aprovecharse de los instrumentos de la democracia para destruirla. El atentado de mayo es la prueba de todo esto".
En los despachos de este Alto Tribunal no est¨¢ permitido, por supuesto, el uso del velo. Pero esto no significa, seg¨²n ?zkan, que exista una discriminaci¨®n contra los creyentes en el acceso a los cargos judiciales. "Si hablamos de gente que cree en Dios, los hay en posiciones relevantes en la justicia; si hablamos de religi¨®n pensando en algo m¨¢s que eso, no, no hay nadie".
Los sectores religiosos, sin embargo, acusan a los jueces de ser m¨¢s fieles al Ej¨¦rcito que a la voluntad popular. "Yo no creo que los jueces sean particularmente sensibles a los deseos del Ej¨¦rcito", se defiende ?zkan. "Toda la sociedad tiene una sensibilidad especial por el Ej¨¦rcito, al que ven como garante del secularismo".
En efecto, encuesta tras encuesta, el Ej¨¦rcito aparece siempre con diferencia como la instituci¨®n m¨¢s respetada de Turqu¨ªa. Anclado en la tradici¨®n autoritaria del pa¨ªs, el Ej¨¦rcito turco no ha llegado a democratizarse plenamente ni renuncia a tener un papel pol¨ªtico. Las declaraciones de los altos mandos sobre asuntos de actualidad son frecuentes, y com¨²nmente interpretadas como llamadas de atenci¨®n al Gobierno. La ¨²ltima, en mes de junio pasado, cuando el Primer Comandante del Ej¨¦rcito, general Ilker Basbug, alert¨® sobre el peligro de introducir en la sociedad "divisiones innecesarias".
Todo el mundo interpret¨® que se estaba refiriendo a la posibilidad de que el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, intente el pr¨®ximo mes de mayo convertirse en el pr¨®ximo presidente. La elecci¨®n le corresponde al Parlamento, donde el partido de Erdogan (Partido del Desarrollo y la Justicia, AKP) tiene mayor¨ªa absoluta. Sin embargo, el Ej¨¦rcito ha hecho ver por todas las v¨ªas posibles que, si le est¨¢ costando sobrellevar la presencia de un pol¨ªtico isl¨¢mico en el Gobierno, le resultar¨ªa casi imposible de aceptar que Erdogan se siente en la silla de Ataturk.
El propio Erdogan tiene que decidir si plantea o no ese desaf¨ªo, aunque la opini¨®n mayoritaria entre analistas y diplom¨¢ticos es que Erdogan, que ha demostrado ser un pragm¨¢tico, buscar¨¢ una forma para salvar la cara sin aspirar personalmente a la presidencia.
Este episodio pone en evidencia, en todo caso, la excepcionalidad de la democracia turca en comparaci¨®n con la Europa a la que pretende integrarse. El proceso al escritor Orhan Pamuk y la represi¨®n de muchas expresiones del nacionalismo kurdo son otros ejemplos del camino que Turqu¨ªa tiene todav¨ªa que recorrer hasta alcanzar los est¨¢ndares de la Uni¨®n Europea. Pero ninguno de esos obst¨¢culos se asemeja al reto que supone el car¨¢cter musulm¨¢n del conjunto del pa¨ªs.
Incluso el papel excepcional del Ej¨¦rcito —tan vigilante del auge religioso que cada a?o purga entre sus filas a los oficiales que han expresado de forma sospechosa su fe— es tolerado por quienes ven en el islamismo, y en sus aliados en el Gobierno, el verdadero enemigo a combatir.
Entre ellos, el principal partido de la oposici¨®n, formalmente socialdem¨®crata, el Partido Popular Republicano (CHP, en sus siglas en turco). Onur ?ymen, diputado y vicepresidente del CHP, afirma que, en efecto, "es normal que el Ej¨¦rcito est¨¦ preocupado por las actividades contra el laicismo porque el laicismo, a la vista de la situaci¨®n en Oriente Pr¨®ximo, es una garant¨ªa para la seguridad, y es normal que el Ej¨¦rcito se preocupe por la seguridad".
Onur ?ymen asegura que "este Gobierno no lo dice abiertamente, pero trabaja para que Turqu¨ªa sea un Estado religioso". "Este Gobierno no comparte el valor del laicismo, trata de redefinir ese concepto. Este Gobierno apoya a instituciones islamistas y escuelas islamistas. Quiere fomentar la escuela religiosa y formar a los futuros administradores del pa¨ªs con valores religiosos".
?ymen no duda en advertir de que "la Rep¨²blica est¨¢ bajo un grave peligro", y su partido ha hecho un llamamiento a todas las dem¨¢s fuerzas de izquierdas y de derechas para integrar una gran coalici¨®n en defensa de los valores del secularismo.
?Tan delicada es la situaci¨®n? Un informe de julio de 2005 del centro norteamericano Pew sobre el extremismo isl¨¢mico en el mundo mostraba algunos datos que parecen respaldar los temores del CHP: un 47% de los turcos pensaba que el radicalismo religioso constitu¨ªa una amenaza en su pa¨ªs, un 20% justificaba "alguna vez o extraordinariamente" a los terroristas suicidas, un 62% cre¨ªa que el islam juega un importante papel en la pol¨ªtica, un 64% se opon¨ªa a la prohibici¨®n del velo.
No hay ninguna raz¨®n para pensar que esos datos hayan variado sustancialmente en el ¨²ltimo a?o. Las manifestaciones del pasado invierno contra la publicaci¨®n de las c¨¦lebres caricaturas de Mahoma en Dinamarca encontraron un respaldo masivo en Turqu¨ªa. El propio Erdogan hizo alg¨²n gesto diplom¨¢tico de repudio al Gobierno dan¨¦s. Pero tambi¨¦n es cierto que en ninguna de esas manifestaciones se produjeron incidentes y que, por supuesto, los occidentales no se han visto jam¨¢s molestados en las calles de las ciudades turcas.
Para Murat Mercan, diputado y dirigente del partido del Gobierno, el AKP, "el radicalismo isl¨¢mico es, desde luego, un problema al que siempre hay que estar atento", pero "no es el principal problema de Turqu¨ªa, el peligro aqu¨ª es el radicalismo nacionalista". "La religiosidad est¨¢ creciendo en todo el mundo, tambi¨¦n en Turqu¨ªa", admite Mercan, "pero de lo que tenemos que preocuparnos es del crecimiento de un nacionalismo ¨¦tnico".
El prestigioso columnista Mete Belovacikli, del diario en ingl¨¦s The New Anatolian, afirma que, en los ¨²ltimos a?os, "el AKP se ha convertido en una fuente de inestabilidad". Por el contrario, Akif B¨¹lb¨¹l, director de noticias del diario T¨¹rkiye, cree que "se est¨¢ buscando el enfrentamiento entre laicos y religiosos", pero conf¨ªa enque "Erdogan es consciente de eso y no har¨¢ nada que contribuya a incrementar la tensi¨®n". "Erdogan sabe", a?ade B¨¹lb¨¹l, "que tiene enfrente un bloque secularista suficientemente poderoso".
De la habilidad de Erdogan para conducir esta situaci¨®n depende, efectivamente, gran parte de la suerte de este experimento turco. Las encuestas expresan altos ¨ªndices de respaldo al Gobierno y una s¨®lida confianza en la moderaci¨®n del primer ministro. "Este Gobierno est¨¢ impidiendo el crecimiento del radicalismo isl¨¢mico en Turqu¨ªa", sentencia el profesor Mensur Akg¨¹n.
Ala moderaci¨®n o el pragmatismo de Erdogan —"quiz¨¢ algunos quieran una rep¨²blica isl¨¢mica, pero saben que no es posible", insiste Akg¨¹n— se une, seg¨²n varios analistas, la moderaci¨®n y el pragmatismo crecientes del Ej¨¦rcito. "?sta no es una situaci¨®n en blanco y negro", asegura el profesor Atilla Eralp, "ni los grupos religiosos est¨¢n tan perseguidos ni el Ej¨¦rcito es tan fan¨¢tico. El Ej¨¦rcito est¨¢ cambiando, y la tendencia dominante en su seno es la de que hay que entrar en Europa. El Ej¨¦rcito acepta que el objetivo de la UE encaja dentro del sue?o de Atat¨¹rk. El Ej¨¦rcito no quiere gobernar, no quiere estar el mundo".
Si todas las piezas acaban encajando —ning¨²n bando puede ser derrotado—, el ¨¦xito de Turqu¨ªa significar¨ªa el triunfo de todos cuantos buscan en el mundo un espacio de convivencia entre la fe musulmana y los valores de la democracia occidental. Seguramente es algo m¨¢s que una casualidad el hecho de que m¨¢s de 600.000 turistas iran¨ªes y 300.000 israel¨ªes visitaran en 2005 las playas turcas.
Pero ser¨¢, sobre todo, el ¨¦xito de la v¨ªa turca una gran noticia para Europa. En una d¨¦cada, Turqu¨ªa ser¨ªa el pa¨ªs m¨¢s poblado de la Uni¨®n Europea. Dentro o fuera de esa organizaci¨®n, Europa se ver¨¢ obligada a tratar con un pa¨ªs complejo que representa la 19? econom¨ªa del mundo, pero el puesto 96 en el ?ndice de Desarrollo Humano de la ONU. El extremismo isl¨¢mico parece estar contenido ahora, entre los progresos democr¨¢ticos y las esperanzas de progreso dentro de Europa. Pero ?qu¨¦ ser¨¢ de una sociedad frustrada en la que una cuarta parte de la poblaci¨®n vive por debajo del ¨ªndice de la pobreza?
Los contrarios a la incorporaci¨®n de Turqu¨ªa a la UE alertan, por su parte, del impulso que eso supondr¨ªa para las fuerzas islamistas en toda Europa. Turqu¨ªa es un pa¨ªs isl¨¢mico y no parece tener intenci¨®n de dejar de serlo, no hay duda de eso. Con todas las reservas l¨®gicas de un futuro imprevisible, lo que s¨ª puede apreciarse hoy, no obstante, es un esfuerzo casi emocionante por hacer ese islamismo aceptable para el club europeo, al que quieren ardorosamente sumarse.


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