Revuelta en Budapest
A nadie debe extra?ar que se revuelva de ira una sociedad como la h¨²ngara, que tantas tragedias ha sufrido por culpa de sus gobernantes en un tr¨¢gico pasado relativamente reciente, tras escuchar en una grabaci¨®n emitida por la radio p¨²blica c¨®mo su primer ministro constata ante la direcci¨®n de su partido que "hemos mentido por la ma?ana, por la tarde y por la noche". El jefe del Gobierno de coalici¨®n socialista-liberal, Ferenc Gyurcsany, deja claro en la grabaci¨®n que todos sus compa?eros presentes son tan conscientes como ¨¦l de que han mentido a la ciudadan¨ªa, al ocultarles un plan de saneamiento de grandes costes sociales, previamente preparado, que s¨®lo anuncia tras ganar las elecciones de abril. Incluso deja entrever que se averg¨¹enza de un enga?o tan masivo.
La primera reacci¨®n ha sido una oleada de protestas que han degenerado en disturbios m¨¢s o menos espont¨¢neos, pero en sus fases m¨¢s violentas liderados por individuos de la marginalidad o de la extrema derecha. Han sido asaltados edificios de instituciones y causados serios destrozos en la ciudad de Budapest, a la que han tenido que acudir 10.000 polic¨ªas de otros rincones del pa¨ªs. Ante una situaci¨®n tan lamentable, con una obscena ruptura del acuerdo de confianza entre gobernantes y gobernados, y cuyo principal responsable es el primer ministro, debiera estar claro que Gyurcsany ha firmado su finiquito pol¨ªtico. Es una pena inevitable que pague la afrenta.
Dentro de tan nociva constelaci¨®n para la pol¨ªtica h¨²ngara, no deja de ser una buena v¨¢lvula de descompresi¨®n el hecho de que el d¨ªa 1 de octubre se celebren elecciones municipales. Aunque el previsible castigo a los socialistas no haga justicia a los merecimientos del propio Gyurcsany y de su partido. Apenas tres semanas despu¨¦s, los h¨²ngaros conmemoran el medio siglo de su heroico levantamiento contra el r¨¦gimen posestalinista y contra la consiguiente represi¨®n sovi¨¦tica. Debiera ser una fecha solemne y ejemplar para esta democracia, que hizo en los a?os ochenta y noventa una transici¨®n mod¨¦lica y -con Polonia- pionera desde el comunismo a la democracia.
La indignaci¨®n ante errores o mentiras de gobernantes en democracia no puede llevar a grotescas equiparaciones en las que, tal como ayer, elementos de la extrema derecha intentaban compararse en sus refriegas con la polic¨ªa de la democracia h¨²ngara con la resistencia contra los tanques sovi¨¦ticos en 1956. Hungr¨ªa tiene instituciones y l¨ªderes pol¨ªticos con suficiente responsabilidad como para dar soluci¨®n institucional madura a esta crisis. Cualquier tentaci¨®n de buscar otras f¨®rmulas inaceptables habr¨ªa de pagarse tan cara o m¨¢s que las mentiras del a¨²n primer ministro.
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