Conciencia de los estilos y esperanzas
El tercer d¨ªa de desfiles signific¨® un afianzamiento de calidades e individualidades, en respuesta figurada a las vacilaciones anteriores.
Jes¨²s del Pozo abri¨® con su rigor inveterado y bas¨¢ndose en las superposiciones escalonadas de efecto foliado. Fue una colecci¨®n tranquila con los elementos decorativos a la manera del mosaico, a lo que sigui¨® David Delf¨ªn con su gui?o al ambiente playero y cerrando con una serie de elementos multicolores pintados a mano que recordaban directamente los cuadros del abstraccionista Pons. Bimba Bos¨¦ cerr¨® este desfile con un traje memorial que es una reconstrucci¨®n de la primera pieza que trajo Delf¨ªn hace 10 a?os a Cibeles, y donde su graf¨ªa particular se convierte en estampado virtual; el texto no pod¨ªa ser m¨¢s sugerente: el conocido poema del colibr¨ª de Carver.
Amaya Arzuaga pone doblemente una pica en Flandes. De un lado, la alt¨ªsima calidad de su desfile que repetir¨¢ ma?ana en la noche: una circunstancia in¨¦dita en el sal¨®n madrile?o y que es en la pr¨¢ctica una demostraci¨®n de poder. Arzuaga se fue hasta el siglo XVIII y sin concesiones y mucha poes¨ªa reforz¨® la silueta globo a base de drapeados, superposiciones asim¨¦tricas y un aparente caos donde la organza tomaba vida propia. Domin¨® el azul noche y el negro y vimos desde levitas y polizones a figurados paniers.
Lydia Delgado, entrelazando femineidad con costura tambi¨¦n present¨® siluetas globo y minifaldas provocativas; su estampado de p¨¢jaros sobre seda pa?uelo se convirti¨® en recurso constante hasta llegar al tul bordado en azabache.
Cerr¨® Victorio & Lucchino con un acertado giro hacia la formalidad. Trajes Fortuny a veces en oro y a veces en champ¨¢n, la tradici¨®n de Vionnet revisitada con rigor y hallazgos como las mangas quimono resueltas a partir de la mantilla o el chal que hace poncho. El hombre de los dise?adores sevillanos se vuelve ternura en arenas y azules.
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