Obispos y matices

He le¨ªdo con atenci¨®n en Cartas al Director, las puntualizaciones realizadas desde la Oficina de Informaci¨®n de la Conferencia Episcopal sobre un art¨ªculo titulado en EL PA?S. Con gran esmero se pretende plasmar, en clave de modernidad y progreso acorde con la sociedad, la posici¨®n de los obispos espa?oles en lo que se refiere a los avances en biomedicina siempre y cuando est¨¦n al servicio de la vida humana. Loable intenci¨®n, aunque fallida. Perm¨ªtanme recordarles con dos ejemplos lo que no dicen los obispos:

- No dicen que sea recomendable la utilizaci¨®n del preservativo entre otras pol¨ªticas de prevenci¨®n para salvar millones de vidas del sida. Personas que probablemente nunca hayan o¨ªdo hablar ni de las enc¨ªclicas papales, ni de las magnificencias del Vaticano.

- No contemplan que la selecci¨®n de embriones pueda ser un camino exitoso para contribuir a la felicidad de las familias y evitar el dolor de terribles enfermedades, a¨²n cuando sus objeciones est¨¢n basadas en supuestos completamente ajenos a la ciencia, y, adem¨¢s, dirigidos a ciudadanos que viven en un Estado aconfesional.

Es grande el poder de la palabra. La jerarqu¨ªa cat¨®lica lo sabe e, independientemente de si las expresiones del art¨ªculo fueron sacadas o no de contexto, demasiado a menudo su voz ha surgido para amedrentar m¨¢s que para aconsejar, y para mandar en lugar de dialogar. Por lo dem¨¢s, no se puede estar m¨¢s de acuerdo en que un d¨ªa todos fuimos embriones, hecho emp¨ªricamente contrastable, lo que no est¨¢ tan claro es cu¨¢ndo llegamos a ser personas.