Una estrategia que no cuaja

Aunque sin llegar al enfrentamiento de la etapa Aznar, desde que es presidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero las relaciones hispano-cubanas han sido zarandeadas c¨ªclicamente por tensiones y desencuentros diplom¨¢ticos, hasta ahora manejados con discreci¨®n. Ha habido de todo: declaraciones cruzadas -como las del presidente cubano, Fidel Castro, criticando a Trinidad Jim¨¦nez, que a su vez hab¨ªa criticado al r¨¦gimen cubano; o las del ex ministro de Defensa Jos¨¦ Bono, que compar¨® a Castro con Pinochet-; desagravios de protocolo -el recibimiento efusivo dado al disidente Ra¨²l Rivero a su llegada a Espa?a, tras salir de la c¨¢rcel, en contraposici¨®n a la frialdad con que se recibi¨®, d¨ªas despu¨¦s, al canciller cubano Felipe P¨¦rez Roque-; y hasta broncas sonadas, como la ocurrida tras el viaje a EE UU de diplom¨¢ticos espa?oles para explicar la pol¨ªtica espa?ola a representantes del exilio.

Nada m¨¢s llegar al Gobierno, Zapatero dio un giro a la pol¨ªtica espa?ola hacia Cuba tratando de recuperar la interlocuci¨®n perdida con La Habana a ra¨ªz de la detenci¨®n de 75 disidentes en 2003 y las posteriores sanciones de Bruselas, que provocaron el "congelamiento" de las relaciones entre Cuba y la UE. En realidad, La Habana nunca ha visto con confianza los esfuerzos diplom¨¢ticos espa?oles por cambiar la pol¨ªtica de sanciones de la UE, por considerar que la pol¨ªtica de Madrid es "err¨¢tica" y hace demasiadas concesiones a Washington y a los pa¨ªses m¨¢s duros de la UE. A su vez, el Gobierno espa?ol siempre ha considerado r¨¢canos los gestos de Cuba, sobre todo en materia de excarcelaci¨®n de prisioneros. La estrategia de di¨¢logo con Cuba, con este mar de fondo, no acaba de cuajar.