Bhumibol, el eterno rey del tablero
El monarca de Tailandia bendijo el golpe militar y logr¨®, como otras veces en 60 a?os de reinado, mantenerse en el poder
Que en el siglo XXI un rey constitucional legitime un golpe militar puede parecer una aberraci¨®n. Pero, en sus 60 a?os de reinado, Bhumibol Adulyadej, una figura cuasidivina para los tailandeses, ha intervenido en los momentos cr¨ªticos para garantizar la estabilidad en este pa¨ªs de 65 millones de habitantes.
En la noche del martes, poco despu¨¦s de que los carros de combate comenzaran a circular por Bangkok, era un rumor: el rey apoya el golpe del general Sondhi Bonyaratkalin para expulsar al primer ministro Thaksin Shinawatra. Un d¨ªa m¨¢s tarde, la Casa Real confirmaba su bendici¨®n al pronunciamiento. Una vez m¨¢s el monarca hab¨ªa tomado partido para corregir una divisi¨®n en la sociedad (entre partidarios y opositores de Thaksin) que amenazaba con degenerar en violencia.
"No queremos aferrarnos al poder, sino corregir las cosas", dice el portavoz militar
No ha sido la primera vez que Bhumibol ha modulado la agitada vida pol¨ªtica tailandesa (¨¦ste es el vig¨¦simo golpe de estado desde 1932), sancionando o reprobando a los sucesivos reg¨ªmenes militares. En los a?os setenta intervino durante las protestas estudiantiles de octubre de 1973, ante la violencia con que fueron reprimidas. Bhumibol abri¨® las puertas del palacio a los estudiantes y nombr¨® al rector de la Universidad primer ministro. Dos d¨¦cadas m¨¢s tarde, el golpe militar del 23 de febrero de 1991 coloc¨® en el poder al general Suchinda Krapayoon. Ante las revueltas posteriores, reprimidas con mano dura por el Ej¨¦rcito, el rey convoc¨® al general y al l¨ªder de la oposici¨®n a una audiencia transmitida por televisi¨®n. La imagen de ambos postrados ante el rey dej¨® bien claro qui¨¦n ten¨ªa la m¨¢xima autoridad. Suchinda dimiti¨® y hubo un Gobierno civil.
En esta ocasi¨®n, los golpistas fueron recibidos por el rey la misma noche del alzamiento. La imagen, difundida en los medios locales dos d¨ªas m¨¢s tarde, ser¨¢ clave para prevenir una contraofensiva del depuesto Thaksin. "En Tailandia, la monarqu¨ªa est¨¢ por encima de la Constituci¨®n, no dentro, como en Europa", asegura un diplom¨¢tico occidental. Sin embargo, se trata de un golpe contra la legalidad establecida que la UE y Estados Unidos han condenado. El general de brigada Thawip Netniyorn, portavoz de la junta militar, lo explica: "En Occidente, cuando se oye la palabra golpe se piensa que es malo. Entendemos esa mentalidad. Nosotros no queremos aferrarnos al poder, sino corregir las cosas; una vez que se hayan corregido, ser¨¢ un Gobierno elegido el que dirija el pa¨ªs".
En el caso del actual rey, m¨¢s all¨¢ de la instituci¨®n, los tailandeses sienten especialmente pr¨®xima la figura de Bhumibol Adulyadej que, a sus 78 a?os, es el monarca reinante m¨¢s longevo del planeta. A pie de calle, la veneraci¨®n al monarca forma parte de los ritos cotidianos. En Bangkok su imagen se multiplica en enormes carteles, adornados como altares, que se han convertido en parte del mobiliario urbano; en los cines y teatros, antes de cada pase o funci¨®n, suena el himno nacional y el p¨²blico se levanta de sus asientos. "La veneraci¨®n es aut¨¦ntica y espont¨¢nea. No hay nada orquestado", asegura un diplom¨¢tico europeo. "La historia de este pa¨ªs es la historia de su realeza", a?ade.
Pol¨ªglota, ingeniero y dotado de talento art¨ªstico (es m¨²sico, pintor y fot¨®grafo), el tambi¨¦n llamado rey Rama IX no estaba llamado a ser rey. Accedi¨® al trono tras la muerte de su hermano Ananda Mahidol en extra?as circunstancias (apareci¨® muerto sobre su cama el 9 de junio de 1946 con un disparo en la cabeza y nunca se prob¨® si fue un suicidio o asesinato). Bhumibol naci¨® en Cambridge, Massachusetts, en 1927, es hijo del pr¨ªncipe Mahidol Adulyadej y de la plebeya Mom Sanwal. Ten¨ªa un a?o cuando pis¨® Tailandia por primera vez. Tras asistir a la escuela primaria en Bangkok, se instal¨® en Lausana (Suiza), donde vivi¨® hasta 1950, aun despu¨¦s de suceder a su hermano en 1946.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.