Tom¨¢s Ondarra recuerda en im¨¢genes las singularidades del Bilbao donde creci¨®
37 l¨¢minas muestran un recorrido por la arquitectura, la cultura y el ocio de la ciudad
Cuando a finales de los a?os 90 la vida profesional del periodista y pintor Tom¨¢s Ondarra (Bilbao, 1963) le llev¨® a vivir a Buenos Aires empez¨® a a?orar las cosas que hab¨ªa dejado en Bilbao. S¨®lo en Bilbao, la ciudad donde hab¨ªa crecido, hab¨ªa pasteles de arroz, las gr¨²as ten¨ªan nombre propio, las baldosas que cubr¨ªan las aceras eran todas iguales y el estadio donde jugaba el equipo de sus amores se sosten¨ªa con un arco. De la nostalgia nacieron las 37 l¨¢minas, con las "cosas singulares" de la capital vizca¨ªna que componen la exposici¨®n De Bilbao, de toda la vida.
Ondarra, redactor-jefe de Infograf¨ªa de El PA?S, confiesa su a?oranza por lo que el identifica como los rincones, las costumbres y los objetos "de Bilbao". Son sus viejas construcciones, -como la torre de San Ant¨®n o la casa de la Ribera que est¨¢ coronada por un tigre- las carolinas (pasteles de hojaldre y merengue, cubierto con huevo y chocolate) o los azulitos, los microbuses urbanos, desaparecidos de las calles hace 17 a?os, en los que estaba prohibido viajar de pie. Todos esos recuerdos del Bilbao en el que creci¨® han ido plasm¨¢ndose en dibujos a lo largo de los a?os que Ondarra ha vivido fuera de Bilbao. El recorrido sentimental por los rincones de la villa, sus objetos y sus costumbres forman ahora la exposici¨®n De Bilbao, de toda la vida. Son 37 l¨¢minas en las que mezcl¨® el dibujo, el trabajo con el ordenenador y unos peque?os textos, resultado de muchas consultas y horas de lectura, que explican la im¨¢genes elegidas para plasmar el alma del Bilbao tradicional. De Bilbao, de toda la vida se inaugur¨® ayer en el Mercado del Ensanche, donde permanecer¨¢ abierta al p¨²blico hasta el pr¨®ximo 20 de octubre.
"No est¨¢n todo lo que podemos identificar con Bilbao, pero son las cosas del Bilbao en el que yo crec¨ª", explicaba ayer, "los bollos de mantequilla que me compraba mi madre o los vasos de vidrio para el chiquiteo, que pesaban m¨¢s de 600 gramos".
La exposici¨®n se presenta dividida en tres itinerarios por las calles de Bilbao. Una docena de obras hablan de la historia y la cultura de ciudad y entre ellas hay hueco para la carta puebla de la fundaci¨®n de la villa, los 14 kil¨®metros de la R¨ªa de Bilbao, el santo Mam¨¦s de Cesarea -un ni?o martirizado en un circo romano en 273- y el azul Bilbao, un tono dif¨ªcil de explicar con palabras "limpio y puro, ni azul marino ni azul cielo", seg¨²n Ondarra. Otras tantas l¨¢minas recogen la cara de la gastronom¨ªa y el ocio. El Agua de Bilbao, las angulas, los pasteles de arroz y las carolinas, comparten protagonismo con los escudos del Athetic Club (ocho a lo largo de su centenaria historia).
En el recorrido por el arte y la arquitectura Ondarra muestra las caras del viejo Bilbao. La selecci¨®n pasa por la bas¨ªlica de Bego?a, la gr¨²a Carola, superviviente de la desaparici¨®n de los astilleros Euskalduna y, por supuesto, su querido estadio de San Mam¨¦s. La a?oranza del pasado no le impide disfrutar del presente. "Me encantaba el Bilbao gris, trabajador, sucio", dijo Ondarra. "Pero el Bilbao de ahora, es precioso. Todo va a mejor".
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