Cuarenta acres y una mula
Una demanda colectiva reclama a 17 empresas de EE UU indemnizaciones por los da?os de la esclavitud
"?Qui¨¦n deber¨ªa beneficiarse de los sueldos nunca pagados a los esclavos? ?Los bancos que financiaron el tr¨¢fico humano o los descendientes de esos mismos esclavos?" El abogado Bruce Afran ha vuelto a poner voz a la vieja reivindicaci¨®n que exige compensaciones econ¨®micas por 250 a?os de esclavitud. Las reclamaciones se centran ahora en 17 empresas, desde JP Morgan, Bank of America y Lloyd's de Londres hasta las tabaqueras Brown and Williamson y Reynolds, pasando por la Union Pacific Railroad.
Diferentes demandas se han unido en una colectiva con un argumento: muchas empresas del norte de Estados Unidos, donde la esclavitud era ya ilegal antes de la guerra, facilitaron el comercio humano con pr¨¦stamos para la compra y p¨®lizas de seguros. "Las aseguradoras extendieron p¨®lizas a los barcos que tra¨ªan esclavos de ?frica; los bancos lo financiaron. Todos formaron parte del mecanismo", dijo el abogado Roger Wareharm a los periodistas en la vista celebrada el pasado mi¨¦rcoles en un tribunal federal de Chicago. "Quiero justicia por da?os f¨ªsicos, por da?os emocionales", explic¨® Antoinette Harrell, especialista en Genealog¨ªa de Luisiana y descendiente de esclavos.
"Quiero justicia por los da?os emocionales y f¨ªsicos", afirma una descendiente de esclavos
"Somos herederos de la riqueza que crearon millones de esclavos", asegura una jurista
?A la tercera ir¨¢ la vencida? No es f¨¢cil, pero el movimiento es tenaz y est¨¢ al acecho de un resquicio legal. En 2004 y 2005 un juez desestim¨® la reivindicaci¨®n: "El sufrimiento fue terrible, y las cicatrices no se pueden borrar", pero "las reclamaciones que tienen m¨¢s de un siglo han prescrito". La demanda dice que hay nuevos datos, y los representantes de las empresas lo niegan: "Son todo conjeturas, especulaciones". El tribunal debe decidir si anula de nuevo la demanda o si la env¨ªa al juez para que reconsidere sus m¨¦ritos.
El movimiento naci¨® con la famosa y confusa orden de campa?a del general William Tecumseh Sherman del 16 de enero de 1865 -meses antes de acabar la guerra civil- conocida como la ley de "los cuarenta acres y una mula" prometidos a los negros reci¨¦n liberados que le siguieron en masa despu¨¦s de la ca¨ªda de Atlanta (el director de cine Spike Lee bautiz¨® su productora 40 Acres & A Mule Filmworks en homenaje).
Despu¨¦s, ha habido muchos intentos -sobre todo tras las luchas por los derechos civiles que desembocaron en la extraordinaria legislaci¨®n del presidente Johnson- pero siempre han topado con las mismas dificultades: c¨®mo determinar las responsabilidades y los eventuales beneficiarios.
La reclamaci¨®n se relanz¨® en el a?o 2000, cuando Deadria Farmer-Paellmann, una profesora de Derecho, document¨® que su tatarabuelo fue un esclavo en Carolina del Sur que hab¨ªa estado asegurado por la compa?¨ªa Aetna, creada en 1850 y que extend¨ªa p¨®lizas a esclavos, siendo sus amos los beneficiarios. Farmer-Paellmann exigi¨® disculpas y reparaciones; y Aetna pidi¨® perd¨®n. Ese a?o se public¨® La deuda; lo que EE UU debe a los negros, de Randall Robinson. Entre la declaraci¨®n de Aetna y el libro naci¨® la actual corriente. En 2002 hubo nueve demandas coordinadas por Deadria Farmer-Paellmann y su Grupo de Estudios sobre la Restituci¨®n; ¨¦sas, y las posteriores, se unificaron en el caso que se revisa en Chicago.
Algunas iglesias han pedido disculpas por su papel, y algunas empresas, como JP Morgan, han financiado fondos de ayuda a las comunidades negras. Pero el movimiento quiere m¨¢s. "Somos los herederos de la riqueza que crearon millones de esclavos", seg¨²n Farmer-Paellmann. Si esta demanda colectiva tiene ¨¦xito, las 17 compa?¨ªas tendr¨ªan que dotar un fondo de asistencia para proyectos en educaci¨®n, salud y otros campos. Si fracasa de nuevo, abogados y querellantes ir¨¢n al Supremo.
Aparte de la reclamaci¨®n econ¨®mica, "el objetivo es simb¨®lico", explica Teresa Prados Torreira, profesora de Historia de EE UU en la Universidad de Columbia, Chicago. "No es realista pensar que se pueden determinar cantidades o beneficiarios; creo que se pretende que se reconozca el legado de la esclavitud, que se asuma que el problema no acab¨® al terminar la guerra civil". Los argumentos contrarios a las indemnizaciones se?alan que la discriminaci¨®n positiva, las ayudas y las leyes son la restituci¨®n. "Y es cierto", coincide Prados, "pero tambi¨¦n es cierto que la poblaci¨®n negra ha sufrido m¨¢s que otras; para verlo, no hay m¨¢s que ir al norte de Chicago, pr¨®spero y de mayor¨ªa blanca, y a las zonas sur y oeste, pobres y con mayor¨ªa negra. Aunque las leyes no discriminen, hay un legado cultural que s¨ª lo hace. Eso no debe justificar el victimismo, pero es bueno entender por qu¨¦ hay tantos negros que son pobres, y es bueno que este pa¨ªs mire m¨¢s a su historia".

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