La cancelaci¨®n de 'Idomeneo'
La cancelaci¨®n de las representaciones de Idomeneo en Berl¨ªn plantea una pregunta important¨ªsima: qu¨¦ percepci¨®n tenemos del mundo musulm¨¢n, un asunto que no se ha abordado de manera satisfactoria en absoluto. La Deutsche Oper ha eliminado temporalmente de su repertorio para esta temporada este espect¨¢culo -que no he visto y que, por tanto, no puedo comentar-, ?porque conten¨ªa elementos que pod¨ªan ofender o insultar a unas personas que no estaban obligadas a verlo! Un Gobierno tiene el deber de proteger a sus ciudadanos frente a las amenazas de violencia y terrorismo, pero ?tiene un teatro el deber de proteger a su p¨²blico de expresiones art¨ªsticas que podr¨ªan interpretarse como ofensivas? El nexo entre la expresi¨®n art¨ªstica y las asociaciones de ideas que suscita no es muy diferente del que existe entre sustancia y percepci¨®n. Con demasiada frecuencia alteramos la sustancia para adaptarla a la percepci¨®n que tenemos de ella. Como es natural, no hay manera de saber con exactitud las asociaciones que evoca el arte, porque son prerrogativa de cada individuo. En la m¨²sica, la diferencia entre el contenido y la percepci¨®n la ofrece la p¨¢gina impresa. En el teatro o la ¨®pera, sin una partitura que organice la direcci¨®n de escena, eso es responsabilidad exclusiva del director.
La esencia del papel del teatro en la sociedad consiste precisamente en su facultad de mantener un di¨¢logo permanente con la realidad, independientemente de su impacto sobre los hechos concretos. Esta forma de di¨¢logo no es se?al de valor ni de cobard¨ªa, sino que debe nacer de la necesidad intr¨ªnseca de expresarse de un individuo o una instituci¨®n. Que una persona limite su libertad de expresi¨®n por miedo es tan ineficaz como que imponga su punto de vista mediante el uso de la fuerza militar. El arte no es moral ni inmoral; no es edificante ni ofensivo; es nuestra reacci¨®n la que hace que nos parezca una u otra cosa. Nuestra sociedad considera la controversia, cada vez m¨¢s, como un atributo negativo, pero la diferencia de opiniones y la distinci¨®n entre el contenido y nuestra percepci¨®n de ¨¦l constituyen la esencia de la creatividad. Si el contenido se puede manipular, la percepci¨®n todav¨ªa m¨¢s. Al censurar nuestro propio arte por miedo a insultar a un grupo determinado de personas no s¨®lo limitamos el intelecto humano en general, en lugar de ampliarlo, sino que insultamos la inteligencia de un gran n¨²mero de musulmanes y les negamos la oportunidad de demostrar su madurez de pensamiento. Es todo lo contrario del di¨¢logo y es consecuencia de no saber distinguir entre los diferentes puntos de vista existentes en el vasto mundo musulm¨¢n.
El arte no tiene nada que ver con una sociedad que rechaza lo que yo llamar¨ªa unos criterios de inteligencia p¨²blicamente reconocidos, como en la antigua Grecia, y se aferra a la soluci¨®n f¨¢cil de lo pol¨ªticamente correcto que, en definitiva, no se diferencia mucho del fundamentalismo en sus diversas manifestaciones. Tanto la correcci¨®n pol¨ªtica como el fundamentalismo proporcionan respuestas, no para saber m¨¢s, sino para evitar preguntas. El hecho de actuar por miedo no apacigua a los fundamentalistas, que, en cualquier caso, no tienen la menor intenci¨®n de dejarse apaciguar, ni sirve de est¨ªmulo a los musulmanes ilustrados que quieren que haya progreso y di¨¢logo. Al contrario, a¨ªsla a todos los musulmanes y les convierte en parte del problema, en vez de incorporarlos a la b¨²squeda de soluciones. Esta demoledora falta de diferenciaci¨®n es un insulto que empobrece a nuestra sociedad, porque impide la participaci¨®n fruct¨ªfera de elementos importantes y permite que una semilla de miedo crezca hasta transformarse en un bosque de p¨¢nico. Al privar a nuestra sociedad de este di¨¢logo fundamental, seguimos marginando a personas cuya cooperaci¨®n pac¨ªfica es indispensable para un futuro sin violencia.
Tal vez el mundo musulm¨¢n necesita a un equivalente moderno de Spinoza que sea capaz de expresar la aut¨¦ntica naturaleza del islam, del mismo modo que Spinoza expres¨® la aut¨¦ntica naturaleza del pensamiento judeocristiano, desde fuera de ¨¦l e incluso neg¨¢ndolo. La decisi¨®n de no representar Idomeneo representa, en ¨²ltima instancia, una decisi¨®n de no distinguir entre los ilustrados y los extremistas, entre los intelectuales y los dogm¨¢ticos, entre los que tienen intereses culturales y los intolerantes, de cualquier origen o religi¨®n. La negativa a dejar que se vea esta imagen es precisamente el temor que los elementos violentos del mundo musulm¨¢n querr¨ªan que tuvi¨¦ramos.
Como dec¨ªa al principio de este art¨ªculo, no he visto este montaje. S¨®lo espero que el se?or Neuenfels considerara la exhibici¨®n de las cabezas cortadas de Jes¨²s, Mahoma y Buda una necesidad absoluta dictada por la partitura de Mozart. Quiz¨¢ deb¨ªa haber hecho que las cabezas hablaran para rogar el reconocimiento de toda la sabidur¨ªa y la fuerza de pensamiento que, todas juntas, representan.
Daniel Barenboim es pianista y director, fundador de la Orquesta East Western Divan junto con el ensayista palestino Edward W. Said. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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