No quiero nada, dejen que me quede as¨ª
Un ratito que ya voy, no se preocupen por m¨ª, no tengo fiebre, no estoy enfermo, s¨®lo d¨¦jenme quedarme as¨ª un ratito quieto, sin pensar, sin abrir la boca, sin fastidiar a nadie, sin mirar nada salvo la pared, o sea aquella rayita en la pared que tal vez no es una raya, tal vez un insecto o tal y en un minuto o dos me levanto, vuelvo a ser el que ustedes conocen y listo, olv¨ªdense, me volver¨¦ divertido otra vez, buena compa?¨ªa, simp¨¢tico, pero no me pidan explicaciones, no pregunten qu¨¦ fue lo que pas¨®, finjan no haberse dado cuenta, todo ha ido sobre rieles, palabra, me encuentro estupendo, como nuevo, capaz de piruetas, de hacer el pino, de algunas gracias, hay momentos en que llego a ser divertido, ?no?, el alma de la casa, la alegr¨ªa de la familia, la animaci¨®n en persona, pero por ahora no quiero nada, dejen que me quede un ratito que ya voy, no me esp¨ªen, no me observen, no se inquieten, hagan como si no estuviese aqu¨ª y realmente no estoy, mi cabeza no s¨¦ bien por d¨®nde anda, en un lugar adonde nunca fui y que parece una playa ya que veo andar, pe?ascos, unos p¨¢jaros cualesquiera, a un ni?o a la orilla del mar, solo, sujet¨¢ndose el sombrero de paja con las dos manos debido al viento, hay una franja de alquitr¨¢n y algas en la arena, de espuma seca, de restos, el ni?o, de espaldas a m¨ª, se vuelve de repente a mirarme y no es que le tenga miedo pero me asusta, no exactamente susto, remordimiento, se enfada sin mover la boca
Fueron mis abuelos quienes me criaron porque mis padres estaban en Alemania
-?Qu¨¦ has hecho de m¨ª?
y qu¨¦ hice de ti, realmente, adem¨¢s de crecer, convertirme en otro, acabar en lo que ustedes ven ahora, m¨¢s p¨¢jaros y los gritos de los p¨¢jaros me impiden conversar con ¨¦l aunque advierta su enfado sin mover la boca
-?Qu¨¦ has hecho de m¨ª?
y yo casi
-Perdona
yo casi
-No prest¨¦ atenci¨®n, disculpa
casi abraz¨¢ndolo y se aleja, un ni?o corriente, ni guapo ni feo, con su sombrero de paja con una cinta roja y una cicatriz en la rodilla derecha
(-A¨²n tengo la cicatriz, f¨ªjate)
por haberse ca¨ªdo sobre las ca?as de las tomateras en el patio hace tanto tiempo, Dios m¨ªo, me acuerdo del agua oxigenada que herv¨ªa en la herida, me acuerdo de haber llorado, de haber dejado de llorar al colocarme la venda y enorgulleci¨¦ndome de la venda, quer¨ªa mostr¨¢rsela a todo el mundo
-Tengo una venda
incluso a mi abuelo, mi abuelo coincidiendo conmigo
-Pues claro
y regresando al peri¨®dico, una venda important¨ªsima que para ¨¦l no val¨ªa nada, mi abuela, de la que no esperaba gran cosa, se interes¨®
-?Te sigue doliendo?
y aunque no me doliese respond¨ª que me dol¨ªa un poquito, la tos de mi abuelo detr¨¢s del cigarrillo
-Qu¨¦ mariconada
y mi abuela, que entendi¨® la ofensa de la tos, abri¨® el caj¨®n de su mesilla de noche y me extendi¨® el cartucho de caramelos pectorales que le aliviaban los pulmones y ol¨ªan a eucalipto, mi lengua se transform¨® en ¨¢rbol, me convert¨ª en un bosque, abuela, gracias, el papel que envolv¨ªa el caramelo ten¨ªa el retrato de un se?or de barba y por debajo del retrato, en letras may¨²sculas, Pastillas Medicinales del Doctor Frank, que yo pensaba que era la persona que hab¨ªa inventado los eucaliptos, mi abuela se puso las gafas para observar mejor el vendaje, sugiri¨®
-?A que te ha dejado de doler?
y como era verdad asent¨ª
-S¨ª
lo que probaba que los caramelos eran el remedio ideal para las heridas, a veces a¨²n los busco en las droguer¨ªas y en las farmacias, los dependientes extra?ados
-?Doctor Frank?
nadie conoce las Pastillas Medicinales del Doctor Frank y ¨¦sa es la raz¨®n de que no haya eucaliptos en el barrio, tipas, palmeras y eso es todo, el ni?o encontr¨® una caracola que conservo en el escritorio, con pintitas y con un rumor dentro
-?Qu¨¦ has hecho de m¨ª?
y yo sin un caramelo para hacerlo callar, lo que encuentro en los bolsillos son pa?uelo llaves cartera agenda m¨®vil, nada, por tanto, que le interese, ojal¨¢ no pierda la caracola y no la perdi¨®, blanca con cosas marrones, el rumor presente aunque m¨¢s tenue, un suspiro, un secreto, un comentario desde?oso
-Qu¨¦ mariconada
pero c¨®mo
-Qu¨¦ mariconada
si mi abuelo muri¨® hace siglos, mi abuela muri¨® hace siglos, la cicatriz min¨²scula, fueron mis abuelos quienes me criaron porque mis padres estaban en Alemania, cada uno en su sitio, no en la misma ciudad, mi padre con hijos de otra mujer, mi madre, sin m¨¢s hijos, trabajando en un hotel, un d¨ªa vino a Lisboa, me encaj¨® un beso, el beso declar¨®
-Has crecido
y sigui¨® conversando con mis t¨ªos, en medio de la cena se fij¨® en m¨ª en una esquina de la mesa
-Es el vivo retrato de su padre
y se call¨®, cuando se march¨® le ped¨ª a mi abuela una Pastilla Medicinal del Doctor Frank y nos quedamos los dos chupando sendos caramelos, mi abuela me orden¨®
-Si¨¦ntate ah¨ª en la cama
se sent¨® a mi lado y nos mantuvimos ah¨ª un mont¨®n de tiempo quietos, sin pensar, sin abrir la boca, sin fastidiar a nadie, sin mirar nada salvo la pared, o sea salvo un rayita en la pared que tal vez ni raya era, un insecto o tal, mi abuela afirm¨®
-Un d¨ªa lo entender¨¢s
y pasaron cuarenta a?os y no entiendo nada. Gracias a Dios que los gritos de los p¨¢jaros en la playa me impiden conversar con ustedes.
Traducci¨®n de Mario Merlino.
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