Sexo
Estoy de acuerdo con lo que la sex¨®loga Shere Hite dijo el otro d¨ªa en Sevilla: en Espa?a se explota sexualmente la imagen de la mujer en publicidad. Pero creo que es ¨¦sta una de las pocas cosas en que mujeres y hombres se han igualado: se explota sexualmente la imagen publicitaria de las mujeres y la de los hombres. La publicidad es bisexual. As¨ª que vi un programa de televisi¨®n, en Cuatro, que trata de una escuela de modelos, s¨®lo mujeres, y me pregunt¨¦ por qu¨¦ no es mixta la escuela, para mujeres y hombres modelo. Me respond¨ª: a las mujeres les gusta ver mujeres, y el p¨²blico que le conozco a ese programa es mayoritariamente femenino.
En el programa, educativo, se recomendaba a las modelos que practicaran la limpieza en el hogar y, cuando volvieran a casa, no dejaran fregar a sus madres. No es la explotaci¨®n sexual publicitaria de las mujeres lo preocupante: lo negativo es la publicidad, y la aceptaci¨®n, de la mala costumbre de la desigualdad sistem¨¢tica, desde la familia: mujeres que guisan, friegan, lavan la ropa y se preocupan por lo que pesan, frente a hombres que conducen coches, piden cr¨¦ditos, sudan, est¨¢n en la calle, beben y celebran el f¨²tbol con los amigos. La explotaci¨®n sexual de la mujer no es publicitaria: es real, fundamentada sobre la familia.
La subordinaci¨®n de las mujeres es sexual, es decir, familiar, a partir de la reproducci¨®n, libremente aceptada por la mujer (y por el hombre). La pareja se divide el trabajo: el hombre callejea y la mujer cuida la casa y al ni?o. Y, si la mujer tambi¨¦n trabaja fuera, luego seguir¨¢ trabajando en la casa, tarea doble. La procreaci¨®n vuelve a ser un deber patri¨®tico: hay que remediar la ca¨ªda de la tasa de natalidad, la p¨¦rdida nacional de mano de obra. Hay que defenderse de la negra invasi¨®n extranjera. Es loable tener hijos, y la conducta privada de las mujeres se ha convertido en asunto de inter¨¦s p¨²blico.
La recuperaci¨®n de los valores tradicionales exige criar a los hijos en la casa, porque, seg¨²n estudios anglosajones, un ni?o requiere dedicaci¨®n plena en sus tres primeros a?os de vida: una relaci¨®n estrecha, sentimentalmente segura, continua, con su padre o su madre, necesaria para el pleno desarrollo del cerebro y el car¨¢cter. Los desgraciados que van a la guarder¨ªa sufren problemas de agresividad, violencia, descontrol personal, desobediencia, conducta imprevisible y explosiva, aunque, advierte el cient¨ªfico Steve Biddulph, tales efectos no est¨¦n garantizados. Las mujeres que, en torno a los a?os 80, quisieron cambiar los modos de vivir y, trabajadoras, confiaron en la guarder¨ªa, ahora probablemente sean madres de individuos peligros¨ªsimos que rondan los 25 a?os.
Son las mujeres las que cuidan a los hijos. S¨®lo cuatro funcionarios y medio de cada cien piden a la Junta de Andaluc¨ªa el permiso reglamentario para cuidar a su ni?o durante catorce meses. Los hombres suelen disfrutar de mejores sueldos, mejores carreras, mayor responsabilidad. Las mujeres que deciden no tener hijos, o tenerlos y confiarlos a guarder¨ªas, son tachadas de ambiciosas obsesionadas con el dinero, la carrera y el poder dentro del matrimonio. Es decir: se les acusa de asumir los valores que, seg¨²n Shere Hite, definen a la masculinidad: sexo, dinero y poder.
Estos son tambi¨¦n los atractivos mundanos que, utilizando a hombres y mujeres, explota la publicidad: cuerpos felices, placeres y potencia. Las palabras de Shere Hite en Sevilla, en el ciclo Mujeres con voz, de la Fundaci¨®n Tres Culturas, s¨®lo ser¨ªan un clich¨¦ que se repite peri¨®dicamente con nostalgia de censura si no taparan lo verdaderamente esencial: desmontar la publicidad familiar-hogare?a de mujeres limpiadoras y procreadoras, publicidad voluntaria e involuntaria, pagada y gratuita, autom¨¢tica, instintiva, institucional. "Que no limpie vuestra madre esta semana", les dicen a las aprendices de modelos. Nadie nombra al padre. Pero tambi¨¦n ser¨ªa dif¨ªcil que un ciclo de conferencias en la Fundaci¨®n Tres Culturas se llamara Hombres con voz.
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