De la historia a la leyenda
M¨¦dicos, conductores, campesinos o conocidos escritores dejaron sus casas y trabajos para combatir por una patria que no era la suya en las Brigadas Internacionales, a las que se les rinde homenaje de nuevo
Se celebran durante estos d¨ªas diversos actos en algunas ciudades en las que tuvieron protagonismo los brigadistas internacionales durante la Guerra Civil, a los que asisten numerosos ciudadanos para rendir homenaje a los supervivientes de aquella gesta ¨¦pica, considerada por los historiadores como la ¨²ltima gran causa en la que el mundo reaccion¨® con un gesto de solidaridad universal. En efecto, no menos de cuarenta mil voluntarios de una cincuentena de pa¨ªses fueron capaces de acudir en defensa de la II Rep¨²blica, burlando la pol¨ªtica de no intervenci¨®n acordada por las democracias occidentales en un gesto vergonzante de temor a una nueva conflagraci¨®n mundial. Pero poco habr¨ªan de servir aquellas precauciones diplom¨¢ticas, ya que la actitud beligerante de Hitler y Mussolini encontrar¨ªa en la contienda b¨¦lica desencadenada por el golpe militar de las tropas franquistas el mejor terreno para ensayar sus planes de expansi¨®n; tampoco Stalin quedar¨ªa con los brazos cruzados en sus planes de medirse las fuerzas con los rivales en el nuevo orden mundial.
Desde esa perspectiva debe ser contemplada la ins¨®lita creaci¨®n de una fuerza supranacional con los voluntarios que vinieron a defender la legalidad republicana, tras la agresi¨®n perpetrada por una siniestra alianza de militares sediciosos y potencias fascistas que presagiaban un triste porvenir para el equilibrio europeo. Es cierto que la mayor¨ªa de ellos aceptaron alinearse bajo la bandera de la KOMINTERN, a¨²n sin ser afines al doctrinario marxista-leninista, porque desde all¨ª se garantizaban la disciplina y la eficacia de la lucha mejor que en cualquier otro organismo internacional.
Pero m¨¢s cierta a¨²n es la nobleza de valores que a la mayor¨ªa de ellos les animaba, fueran cuales fueran sus convicciones ideol¨®gicas, pol¨ªticas o religiosas. Sin discriminaci¨®n de sexos o etnias, vinieron a ponerse al servicio de la vida m¨¦dicos, camilleros, conductores de ambulancias y personal de enfermer¨ªa; maestros, pedagogos y trabajadores sociales comprometidos todos en el auxilio de la poblaci¨®n civil m¨¢s necesitada: ni?os, ancianos, minusv¨¢lidos y familias deshechas por la crueldad de unas agresiones hasta ahora desconocidas en la historia b¨¦lica. As¨ª que obreros y campesinos, profesionales o sujetos espont¨¢neos de las m¨¢s variadas extracciones sociales, artistas y creadores de todas las disciplinas, abandonaron sus familias y puestos de trabajo para convertirse en militantes antifascistas de un ej¨¦rcito an¨®nimo que arriesgaban su vida por una patria que no era la suya.
Se a?ade al romanticismo de este movimiento excepcional que sirvi¨® de catalizador entre gentes de todo el planeta, la inspiraci¨®n creativa que anim¨® a muchos de sus protagonistas al sentirse hermanados por aquella causa solidaria. Ah¨ª est¨¢n los testimonios de tantos poetas y narradores, desde Spender y Auden, hasta Hemingway y Dos Passos; pol¨ªticos y ensayistas como London, Orwell y Malraux, que han dejado entre sus p¨¢ginas la cr¨®nica inagotable del tr¨¢gico acontecimiento, quiz¨¢s sin par en el mundo entero. Y un no menos considerable reflejo en las pantallas cinematogr¨¢ficas, donde se recogen cintas de h¨¦roes inolvidables encarnados por los astros m¨¢s famosos, muchos de los cuales pusieron con m¨²sica de Ernst Busch o Duke Ellington, no s¨®lo su rostro al servicio de la causa republicana, sino su activismo militante para recaudar fondos ben¨¦ficos: Clark Gable, Greta Garbo, James Cagney, Marlene Dietrich, Charles Chaplin, Errol Flynn, Joan Crawford o los hermanos Marx, por hacer un r¨¢pido repaso. Una verdadera Brigada Hollywood, como fue denominada por la cr¨ªtica, que a?os m¨¢s tarde sentir¨ªa de cerca la persecuci¨®n de los intolerantes, ante una caza de brujas que comenz¨® por los supervivientes voluntarios. A pesar de que incluso la primera dama norteamericana, Eleanor Roosevelt, hubiera manifestado p¨²blicamente su aversi¨®n por la causa de Franco.
Locos aventureros para unos y h¨¦roes idealistas para otros, como Koestler resumi¨®, unos los adoraban y otros los odiaban. Quiz¨¢s porque compon¨ªan la vanguardia de la conciencia universal en un tiempo de proterva criminalidad sin parang¨®n en la historia. Por eso siempre estaban en primera l¨ªnea entre las fuerzas de choque y hubieron de sufrir bajas cuantiosas en las batallas m¨¢s cruentas, o tantos de ellos regresaron con sus cuerpos lacerados y horribles mutilaciones. Cientos de reclusos sufrieron la humillaci¨®n de la psiquiatr¨ªa inquisitorial y los experimentos reeducadores del Dr.Vallejo N¨¢gera, con los que pretend¨ªa demostrar la degeneraci¨®n biops¨ªquica del marxismo y las aberraciones que supuestamente padec¨ªan los internacionales. Otros tuvieron menos suerte y acabaron en los campos de concentraci¨®n franceses, para ingresar en la Resistencia despu¨¦s de vagar en un exilio err¨¢tico al que les obligaba su nueva condici¨®n de ap¨¢tridas, apenas sin poder recuperar fuerzas para la nueva contienda mundial que se avecinaba. Los peor parados llegaron a conocer los campos de exterminio nazis o el gulag sovi¨¦tico, si consegu¨ªan superar los interrogatorios de las SS o las purgas estalinistas que les aguardaban. Tan sospechosas resultaban en aquella ¨¦poca totalitaria sus credenciales de voluntarios de la libertad.
Unas decenas de interbrigadistas nos visitan estos d¨ªas, invitados por entidades amigas e instituciones p¨²blicas de las ciudades que han querido honrarles recordando nuestra deuda con su hero¨ªsmo y generosidad. Son casi todos ya nonagenarios, algunos a¨²n con la estrella de tres puntas y la boina calada sobre sus cabellos blancos, que acusan el deterioro f¨ªsico de su edad y no pueden evitar que se derramen algunas l¨¢grimas cuando la emoci¨®n les sobrepasa mientras levantan en¨¦rgicamente su pu?o cerrado. Suelen decir que Espa?a siempre est¨¢ en su coraz¨®n desde entonces, mientras agradecen la oportunidad de haber vivido en plena juventud aquella experiencia ¨²nica. Y les cuesta entender que somos nosotros los agradecidos, porque nos hayan contagiado de su aut¨¦ntica locura delirante: la lucha por la justicia y la libertad. Son los supervivientes de una generaci¨®n irrepetible que enfila la recta final de su camino con la satisfacci¨®n del deber cumplido, porque saben que aun cuando los ¨²ltimos hayan desaparecido, las Brigadas Internacionales permanecer¨¢n para siempre como una leyenda universal.
C¨¢ndido Polo es psiquiatra de los Servicios de Salud Mental, Valencia.
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