Elecciones clave en Nicaragua
Nicaragua se acerca a la fecha de sus elecciones nacionales. Quienes a lo largo de los ¨²ltimos a?os hemos buscado que los espacios electorales se abran, para que el monopolio creado por el pacto entre Daniel Ortega y Arnoldo Alem¨¢n se vuelva cosa del pasado, podemos sentirnos gratificados. Fueron frustrados todos los intentos de inhibir candidatos, o ilegalizar partidos, y los electores nicarag¨¹enses tienen esta vez la oportunidad de escoger entre cinco opciones, dos de ellas contestatarias del viejo sistema excluyente del pacto, que ha basado su ventaja en la polarizaci¨®n: la opci¨®n del Movimiento de Renovaci¨®n Sandinista, que lleva como candidato a Edmundo Jarqu¨ªn, y la de la Alianza Liberal, que lleva como candidato a Eduardo Montealegre, lo que viene a crear un nuevo liderazgo alternativo, m¨¢s moderno y democr¨¢tico.
Si las elecciones se celebraran hoy, estos dos candidatos sacar¨ªan, juntos, m¨¢s de la mitad de los votos, y sus dos partidos lograr¨ªan formar en la Asamblea Nacional una mayor¨ªa suficiente para derogar las abusivas reformas que los aliados en el pacto, Ortega y Alem¨¢n, hicieron a la Constituci¨®n para repartirse el poder, y someter al sistema judicial a la corrupci¨®n y al capricho, esto ¨²ltimo uno de los da?os m¨¢s graves que ha sufrido la institucionalidad del pa¨ªs. Para derogar esas reformas antidemocr¨¢ticas, o para llamar a una asamblea nacional constituyente, que de un nuevo orden democr¨¢tico al pa¨ªs desde sus cimientos.
El pacto se muestra en escombros tambi¨¦n por razones adicionales. El candidato presidencial de Alem¨¢n, el liberal Jos¨¦ Rizo, no tiene fortaleza en las encuestas, y su partido sacar¨ªa menos diputados que antes, con lo que uno de los soportes del pacto termina por quebrarse. Y Daniel Ortega, como candidato perpetuo del FSLN, tiene hoy en las encuestas no m¨¢s del 30% de intenci¨®n de voto, 10% menos que en la campa?a electoral pasada, para las mismas fechas. Otra vez, si las elecciones fueran hoy, Ortega y Alem¨¢n, aun juntando sus diputados, estar¨ªan en minor¨ªa en la Asamblea Nacional.
Pero no todo es miel sobre hojuelas, y estas conquistas, o avances de la democracia nicarag¨¹ense, pueden desaparecer de un golpe si los votos no son contados de manera transparente el pr¨®ximo 5 de noviembre. Es necesario decirlo con todas sus letras. La posibilidad de un fraude electoral es cierta, y hay que buscar c¨®mo detenerlo.
Precisamente como consecuencia del pacto, el Consejo Supremo Electoral se convirti¨® en un coto de caza de Ortega y Alem¨¢n, pues los magistrados que lo integran fueron se?alados de dedo por ambos caudillos, y s¨®lo as¨ª resultaron electos por la Asamblea Nacional, bajo el control de los dos. Y conforme la Ley Electoral, bendecida tambi¨¦n por ambos, las juntas electorales, o mesas receptoras de votos, quedan todas bajo el control del FSLN de Ortega y del Partido Liberal de Alem¨¢n. La autoridad electoral, desde arriba hasta abajo, no es independiente, sino partidaria, y partidarios son los departamentos y direcciones t¨¦cnicas que controlan la cedulaci¨®n de ciudadanos, el registro de electores, y a¨²n el sistema inform¨¢tico.
Estamos entonces frente al reto de tener unas elecciones verdaderamente libres y transparentes, a pesar de quienes deben contar los votos. La vigilancia de los fiscales de los partidos independientes en las mesas electorales se vuelve clave, as¨ª como la presencia de los observadores nacionales e internacionales en el mayor n¨²mero posible de lugares de votaci¨®n. No en balde Ortega ha combatido vehementemente la presencia de los observadores de la OEA, a quienes quisiera ver fuera del pa¨ªs; desde luego que el beneficiario de un fraude ser¨ªa ¨¦l mismo, dado que el candidato presidencial de Alem¨¢n no tiene oportunidad de competir.
Ortega sabe muy bien que si no puede ganar en la primera vuelta electoral ir¨ªa a la segunda con las elecciones de antemano perdidas. El candidato que pasara con ¨¦l a la segunda vuelta, ya sea Jarqu¨ªn, o ya sea Montealegre, arrancar¨ªa con m¨¢s de la mitad del electorado a su favor, seg¨²n las actuales encuestas. Y para que Ortega pudiera ganar en primera vuelta es que Alem¨¢n, su socio del pacto, le hizo la concesi¨®n de ayudarlo a reformar la Ley Electoral, rebajando el porcentaje necesario al 35% de los votos, siempre que el contendiente m¨¢s inmediato se halle a m¨¢s de cinco puntos de diferencia.
Es en esta mec¨¢nica de porcentajes necesarios para que no haya segunda vuelta donde todas las artima?as van a ser aplicadas. Ya existe el antecedente de que, en las ¨²ltimas elecciones municipales, al candidato independiente que result¨® ganador en la ciudad de Granada, como los resultados fueron cerrados, lo despojaron del triunfo bajo el ardid de anular el suficiente n¨²mero de actas electorales que le eran favorables.
Se tratar¨¢ entonces de manipular los resultados para que Ortega alcance el 35%, y su contendiente no llegue al 30%, o viceversa, ya sea anulando o falseando actas electorales, alterando la transmisi¨®n de datos, o interviniendo el sistema central de c¨®mputo electr¨®nico. Ellos controlan todos esos mecanismos, sin excepci¨®n.
Siempre se tiende a decir que las elecciones en un pa¨ªs son las m¨¢s trascendentales de la historia de ese pa¨ªs. En Nicaragua esta afirmaci¨®n no es gratuita. La democracia que avanza puede ser no s¨®lo frenada, sino echada por la borda. As¨ª que no se olviden de Nicaragua, digo a quienes me preguntan por las elecciones. Nos estamos jugando el futuro.
Sergio Ram¨ªrez es escritor y fue vicepresidente de Nicaragua.
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