La memoria hist¨®rica
Es demasiado el tiempo que hemos esperado para tener una ley de la memoria hist¨®rica, pensando siempre que ser¨ªa una ley que har¨ªa justicia con aquellos que perdieron la vida defendiendo el sistema democr¨¢tico y legal que era la Rep¨²blica y con los asesinados posteriormente por el r¨¦gimen fascista surgido de aquella guerra de sublevaci¨®n. Pero no s¨®lo eso, la Ley de la Memoria Hist¨®rica deber¨ªa hacer tambi¨¦n justicia con la historia misma, y eliminar para siempre las tergiversaciones y manipulaciones que el r¨¦gimen franquista invent¨® y que incre¨ªblemente se han venido manteniendo a lo largo de estos ¨²ltimos 30 a?os de democracia.
La propuesta del PSOE, con su redacci¨®n actual, no cumple con ninguno de sus objetivos iniciales, ya que ni hace justicia ni cierra heridas. Manda a los perdedores el mensaje de que, efectivamente, pasar¨¢n a la historia como los componentes de un bando que fue derrotado por otro que simplemente sustituy¨® un r¨¦gimen legal por otro igualmente legal. Al menos eso puede deducirse cuando ni se anulan los juicios sumar¨ªsimos, ni se obliga a la retirada de s¨ªmbolos franquistas, ni se condenan las detenciones y ejecuciones pol¨ªticas. El proyecto de ley ni tan siquiera hace una condena expresa del franquismo, y en ning¨²n momento dice que la justicia franquista era la propia de un Estado totalitarista al margen de cualquier marco legal internacional. Al mismo tiempo trata de ser equidistante con ambos bandos. Es dif¨ªcil cerrar heridas as¨ª. Si el Gobierno y el PSOE quieren de verdad hacer justicia con los perdedores y con la historia deben tener la valent¨ªa suficiente de condenar sin miedo el franquismo. Mientras los familiares de los represaliados no puedan enterrar a los suyos donde y como quieran no podr¨¢n empezar el dif¨ªcil ejercicio del perd¨®n y el olvido.
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