Kafka en Francfort
Pocas cosas estimulan m¨¢s a un buen escritor que ser cuestionado, ignorado o repudiado en su pa¨ªs de origen. A veces pienso que el exilio, el monasterio, el calabozo o el desierto se inventaron para que los escritores pudieran defenderse de las maniobras y corruptelas de pol¨ªticas sociales, literarias o ling¨¹¨ªsticas. Franz Kafka, nacido en Praga, que hablaba y escrib¨ªa checo en la intimidad, y hab¨ªa elegido el idioma alem¨¢n como lengua literaria, ?era, entonces, un escritor checo, o bien un escritor alem¨¢n? Un hombre con la identidad dividida, como tantos escritores del actual mapa literario. Su peculiar y asfixiante mundo ¨ªntimo fue totalmente checo en contraposici¨®n al lenguaje novelesco alem¨¢n, idioma cuya claridad de pensamiento y rigor narrativo seduc¨ªa a Kafka. Y, por supuesto, Kafka era adem¨¢s jud¨ªo, y, tambi¨¦n entonces, en Praga, un jud¨ªo-checo de expresi¨®n alemana estaba doblemente aislado, era un jud¨ªo entre los alemanes y un alem¨¢n entre los checos.
Siempre se sinti¨® viviendo en un "gueto social y ling¨¹¨ªstico, con muros invisibles", escribi¨®. Y ni su muerte ni su fama eterna consiguieron que sus conciudadanos dejasen de proscribirlo. Marta Zelezn¨¢, de la Sociedad Franz Kafka, declar¨® hace seis a?os en la BBC, que la ciudad "tiene una relaci¨®n ambivalente con su m¨¢s famoso escritor. No es considerado 'nuestro escritor' porque era jud¨ªo y escrib¨ªa en alem¨¢n". Y seg¨²n su bi¨®grafo N. Murray, "en la edici¨®n checa de Qui¨¦n es qui¨¦n en la historia, su nombre no aparece. Y, algo todav¨ªa m¨¢s inaudito, s¨®lo ahora (2006) su obra completa se publica en traducci¨®n checa".
?Ser¨¢ entonces Kafka un escritor alem¨¢n praguense? ?C¨®mo diablos las nuevas normativas de los gobiernos nacionalistas, tan proclives a purismos y etiquetas, se atrever¨ªan a denominarlo? Dudo que a Kafka le preguntasen alguna vez por el motivo de que siendo checo, y hablase checo con fluidez, escribiera sus libros en alem¨¢n. Y si me apuran, peor a¨²n: ?le mortificaron constantemente con la pertenencia a una u otra cultura? ?Qu¨¦ si era m¨¢s jud¨ªo que checo, m¨¢s alem¨¢n que jud¨ªo? Unas singulares circunstancias ling¨¹¨ªsticas configuraban la expresi¨®n espec¨ªfica del cosmopolitismo praguense. Como dice Ripellino en su Praga M¨¢gica, la lengua checa soportaba un hormigueo de locuciones alemanas y, por otra parte, a pesar de las muecas desaprobatorias de los charlatanes puristas, "a menudo, un buen germanismo es hoy m¨¢s checo que una frase checa antigua". Praga, como ahora Barcelona y otras ciudades multiculturales europeas, era un cruce de culturas diversas e imperiosas, con multitud de talentos en lenguas y perspectivas diferentes.
La Universidad de Praga, una de las m¨¢s antiguas de Europa, estaba dividida en dos facultades: la checa y la alemana, y los sentimientos nacionalistas eran fuertes en ambas. Acaso para huir de la claustrofobia reduccionista, Kafka ingres¨® en un Club de Lectura de estudiantes alemanes con una excelente biblioteca. El checo, sin embargo, segu¨ªa siendo su idioma familiar y afectivo (le rog¨® a su amante Milena que le escribiera en checo porque de ese modo sus palabras le llegaban m¨¢s adentro), hablaba un checo elegante y literario mientras dejaba que su literatura naciera y creciera en una lengua cada d¨ªa conquistada. Es conocida la incertidumbre de Kafka en el empleo de la sintaxis y el vocabulario. Y c¨®mo esta resistencia aliment¨® su genialidad literaria. Para decirlo r¨¢pido, explot¨® su condici¨®n de alem¨¢n praguense para escribir en un lenguaje ¨²nico, exacto, vivido y altamente personal.
Pongamos que Kafka hubiera nacido en Catalu?a y hubiese le¨ªdo peri¨®dicos de Barcelona, y se hubiera relacionado con personas tan biling¨¹es como ¨¦l. Y hubiera escrito en un castellano barcelon¨¦s, genial e inimitable. Hablar¨ªa catal¨¢n (checo) y le interesar¨ªa much¨ªsimo la lengua y la cultura catalana (checa). Sobre su escuela primaria hab¨ªa un cartel con este mandamiento: para un ni?o checo una escuela checa. Pero tambi¨¦n le fastidiaba el amaneramiento de los alemanes de Praga porque usaban "un alem¨¢n inflado, ret¨®rico y cerrado", como apunta Wagenbach. Por su lado, seg¨²n se atrevi¨® a subrayar un cr¨ªtico, los escritores praguenses, "m¨¢s preocupados por salvar la lengua, cayeron en un frenes¨ª literario, pero lo que hac¨ªan era empolvar y maquillar el peque?o mundo". Lo cierto era que, tambi¨¦n por estas razones, Kafka no se sent¨ªa bien en Praga. Amaba Praga tanto como tambi¨¦n la odiaba, lo que queda magn¨ªficamente retratado en sus novelas. La consideraba una ciudad provinciana. Y, sin embargo, tanto la vida como la obra del autor no ser¨ªan la misma sin la idiosincrasia de esta ciudad, desde entonces la ciudad de Kafka. Porque, mal que les pese a algunos checos, la ciudad m¨¢gica no podr¨¢ disociarse nunca de la existencia de su autor "ap¨¢trido".
Pero imag¨ªnense, entonces, el gran dilema que representar¨ªa para la historia, y para la obra literaria de este "descatalogado" escritor, si al Kafka catal¨¢n/castellano o checo/alem¨¢n, se le discutiese su presencia o exclusi¨®n a la Feria del Libro de Francfort 2007, en el que el pa¨ªs invitado y festejado es Catalu?a. Si vinieran los altos mandos patri¨®ticos imponiendo la orden de que todo lo que en tiempos de Kafka se escribiera en alem¨¢n/castellano no merecer¨ªa el derecho de formar parte representativa de una cultura checa/catalana y que deber¨ªa ser discriminado. ?A qu¨¦ les recuerda esta clase de imposiciones de casta geogr¨¢fica? Me pregunto si el pa¨ªs alem¨¢n, que ha tenido la gentileza de invitar al Kafka catal¨¢n barcelon¨¦s, conoce exactamente la realidad de la riqueza y cultura extraordinaria de la doble o m¨²ltiple cultura catalana, con dos lenguas, como m¨ªnimo, que se hablan, se escriben y, por fortuna, tambi¨¦n se mezclan. De igual manera que ya no se puede concebir Praga sin Kafka, tampoco se puede concebir Barcelona sin su cultura de dos lenguas. Ya es sabido que es de pol¨ªticos manipular con la mentira y de escritores como Kafka levantar verdades. Y siguiendo las directrices que ahora plantean pol¨ªticos y gestores invitados a Francfort, ?ser¨ªa admisible dar la orden finalmente de que Kafka, al ser un autor "sin patria ni lengua propias ni definidas por los patrones de subvenciones culturales", el gobierno que hoy presumiera de representarlo decidiera proscribirlo junto a la lista de peque?os kafkas tan an¨®malos como el primero?
?Qu¨¦ dir¨ªa Francfort si alguien se atreviese a calificar de impropio, antinatural y an¨®malo al escritor biling¨¹e Franz Kafka? Y, lo m¨¢s importante: ?qu¨¦ dir¨ªa Kafka? Ordenar¨ªa de nuevo que hicieran cenizas de su obra. Y, me temo, esta vez su ruego no ser¨ªa desairado.
Nuria Amat es escritora.
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