Una enferma de 51 a?os pide una inyecci¨®n que le pare el coraz¨®n
"Estoy harta de vivir as¨ª", dice la mujer, conectada a un respirador desde hace nueve a?os
Una mujer de 51 a?os, Inmaculada Echevarr¨ªa, ha solicitado por carta a la asociaci¨®n Derecho a Morir Dignamente ayuda para acabar con un sufrimiento que empez¨® cuando ten¨ªa 11 a?os. Desde entonces sufre una distrofia muscular progresiva que ahora la condena a una cama y a vivir atada a un respirador en un hospital de Granada. Desde los 30 a?os su inmovilidad es pr¨¢cticamente completa. "Estoy harta de vivir as¨ª y de depender de todo el mundo". "Quiero una inyecci¨®n que me pare el coraz¨®n, una muerte digna y sin dolor", asegura. "La de Ram¨®n Sampedro me pareci¨® cruel".
En la asociaci¨®n Derecho a Morir Dignamente (DMD) aseguran que bastar¨ªa con sedar a Inmaculada, que necesita el respirador para vivir, y desconectarlo, "un procedimiento que, aunque parezca similar a una inyecci¨®n letal, es muy cotidiano y se usa a menudo con enfermos que est¨¢n en la UVI muy medicalizados". Se trata de lo que se llama limitaci¨®n del esfuerzo terap¨¦utico, "algo convencional y asumido por los m¨¦dicos. S¨®lo hace falta que en un momento dado un facultativo diga basta", a?aden.
La navarra Inmaculada Echevarr¨ªa lleva muchos a?os deseando que eso ocurra. Tiene 51 y dice que desde los 29 lo tiene claro. "Es cuando me qued¨¦ peor de mi enfermedad y la vida dej¨® de tener sentido", contaba ayer, tumbada en la cama del hospital de Granada en el que vive desde hace nueve a?os conectada al respirador. "No tengo fuerza ni para respirar sola", afirma.
Miembros de DMD se desplazar¨¢n el viernes hasta Granada para encontrarse con ella. "Yo quiero que me ayuden a morir sin dolor, que ya llevo toda la vida sufriendo. Que nadie se meta en mi vida, porque estoy en plenas facultades y soy libre. S¨®lo quiero una inyecci¨®n que me pare el coraz¨®n", explica. Asegura que a diario descubre "un sufrimiento nuevo". "Cada d¨ªa es m¨¢s dolor, m¨¢s vac¨ªo, m¨¢s soledad, m¨¢s silencio, m¨¢s opresi¨®n". Sus padres murieron j¨®venes y ella apenas mantiene contacto con su ¨²nico hermano, que vive en Logro?o.
La enfermedad, distrofia muscular progresiva, por lo general cong¨¦nita, se puede manifestar ya en la infancia. A ella le lleg¨® con 11 a?os. "Fui perdiendo poco a poco movilidad". Primero se paran las extremidades inferiores, luego los brazos. Ahora s¨®lo mueve los dedos de la mano y de los pies y ha perdido la musculatura de lengua, cara y cuello. A pesar de ello, se le entiende cuando habla. Aunque lo hace bajito. En parte porque dice no tener energ¨ªa para hacerlo m¨¢s alto y en parte para que el personal del hospital no escuchen su conversaci¨®n. Cuando una de las enfermeras que le atienden entra en la habitaci¨®n, Echevarr¨ªa la mira de reojo y susurra: "Shhh, disimula".
Haber hecho p¨²blico su deseo puede complicar las cosas, pero la asociaci¨®n DMD tratar¨¢ de visitar a los m¨¦dicos que la atienden, en un hospital de la orden de San Juan de Dios, dependiente del Servicio Andaluz de Salud. La mujer no tiene confianza en que vayan a acceder a su petici¨®n. "Aqu¨ª hay curas, frailes, m¨¦dicos, y a nadie le parece bien", cuenta. No lo ha hablado con ellos directamente, pero algunos sospechan de sus deseos y le han dicho que no los comparten. "Pero a mi me da igual. Voy a seguir", sostiene.
"Si ella no aguanta m¨¢s, es in¨²til recomendarle que judicialice el caso, porque los tribunales son lentos. La asociaci¨®n podr¨ªa facilitarle ayuda jur¨ªdica, pero si es cuesti¨®n de tiempo ser¨ªa m¨¢s pr¨¢ctico buscar otro equipo m¨¦dico que acceda a su petici¨®n, all¨ª o fuera de all¨ª. No es necesario salir de Espa?a", explican en DMD.
?Puede que Inmaculada Echevarr¨ªa est¨¦ deprimida? "Es posible", dicen en la asociaci¨®n DMD, "pero tambi¨¦n es cierto que en su carta expresa con claridad un deseo y que ha tenido a?os para meditar". Ella reconoc¨ªa ayer que su enfermedad est¨¢ pasando por un mal "brote". "Me noto peor, m¨¢s cansada, m¨¢s de todo". Pero dice que no es esta mala racha la que le ha llevado a solicitar ayuda para morir, sino que ahora ha dado con una "amiga de confianza" que le ha puesto en contacto con DMD. "Lo tengo claro desde hace muchos a?os". Tampoco le han influido, cuenta, casos parecidos al suyo que han trascendido a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n. "He visto alguno por la tele y me parece muy bien lo que hicieron". Lo que no le gustar¨ªa, dice, es morir como el gallego Ram¨®n Sampedro. "Aquello fue muy cruel, ¨¦l se dio cuenta de todo".
Al Gobierno le pide "que se pongan en el lugar". "Si tuvieran a su madre o a un hijo as¨ª, ?qu¨¦ har¨ªan? ?Le dejar¨ªan sufrir? Hablar es muy f¨¢cil, pero pasar por esto... Eso no lo sabe nadie".
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