Un ataque de importancia
Llegados a octubre, el Barcelona est¨¢ m¨¢s o menos donde siempre, porque le cuesta entrar en competici¨®n y a Rijkaard le gusta darle vueltas a la alineaci¨®n para administrar esfuerzos y no perder jugadores nada m¨¢s comenzar la temporada. A diferencia de a?os anteriores, sin embargo, el calendario ha sido m¨¢s exigente y el equipo anda m¨¢s apurado f¨ªsicamente por culpa de una pretemporada muy viajera y la pol¨ªtica de rotaciones se ha complicado muy mucho por la n¨®mina de futbolistas.
A veces da la sensaci¨®n de que el entrenador procura ante todo que el enfado de un jugador por no estar convocado no dure m¨¢s de una jornada. Los t¨¦cnicos siempre se manejan peor en la abundancia que en la escasez, porque les gusta intervenir, y puede que a Rijkaard tambi¨¦n se le haya ido la mano en ciertos partidos. Nadie discute, en cualquier caso, que el entrenador ha sido uno de los factores decisivos para entender el ¨¦xito del Bar?a, sobre todo por su capacidad para mantener el equilibrio en situaciones extremistas y evitar un conflicto de egos en un plantel mundialista.
La cuesti¨®n es que ahora no se trata de contentar al vestuario, sino de reactivar a un equipo que ha perdido dos partidos ante sus dos grandes adversarios en la Liga y en la Champions. Hac¨ªa m¨¢s de dos a?os que no encadenaba dos derrotas sin marcar y resulta psicol¨®gicamente preocupante ceder ante rivales como el Madrid y el Chelsea porque se pierde referencia, autoridad futbol¨ªstica y hasta cuota de mercado.
La sintomatolog¨ªa es relativamente preocupante. Aunque se ha reforzado con Thuram y Zambrotta, es hoy m¨¢s vulnerable en su ¨¢rea mientras que la ausencia de Eto'o y Larsson ha rebajado su pegada ofensiva. A cada partido se suceden las concesiones defensivas vistas en Chamart¨ªn: el lateral derecho profundiza ante la falta de marca de Ronaldinho y cada c¨®rner a favor se convierte en una ocasi¨®n en contra. El gol de Ra¨²l lleg¨® despu¨¦s de un centro de Sergio Ramos y el tanto de Van Nistelrooy se produjo a la salida de un saque de esquina botado por Ronie. El partido se le pone en contra pronto, los jugadores pierden la posici¨®n demasiado r¨¢pidamente y el t¨¦cnico cambia para mal.
Futbolistas como Ronaldinho y Deco, no marcan la diferencia y al grupo ya no le alcanza con los medios que dan sentido al equipo. Acostumbrado a jugar en cancha ajena, ahora resulta que el Bar?a alarga y estrecha el campo, se estira o se recoge demasiado, le ha cogido alergia a las bandas y se aleja de sus m¨¢ximos para acercarse a los m¨ªnimos. Advirti¨® Cruyff que, en tanto que equipo delicado y de bricolage, el Bar?a es v¨ªctima de tantos peque?os detalles que se convierten en un gran problema. A veces sobra un toque, en otras se falla en un control, a menudo se concede un metro de m¨¢s, casi siempre se llega un segundo tarde y en cada encuentro se pierde m¨¢s veces el bal¨®n porque cuesta agarrar el sitio. Asuntos varios que requieren una mayor implicaci¨®n individual por el bien de todos. A la que los jugadores se aflojan, el equipo se destensa y no muerde. El Bar?a es un equipo concebido para atacar con dos futbolistas de banda que desborden por fuera y no por dentro, que no reciban al pie sino al espacio, que conecten con los medios y no con los laterales. Necesita jugar con alegr¨ªa y grandeza y hoy act¨²a con lentitud, distanciamiento y suficiencia.
La soluci¨®n est¨¢ en darle importancia al juego y a cada partido, y no a la competici¨®n y al futbolista, v¨ªctima de un ataque de soberbia. Al Bar?a le conviene recuperar el abec¨¦ de su ideario, volver al punto de partida, sentir de nuevo la necesidad de competir. La clave de su f¨²tbol estuvo siempre en su capacidad para ser agresivo con la pelota. As¨ª que se impone apretar a los futbolistas desde que llegan al entrenamiento, poner al mejor equipo en la cancha y presionar al rival hasta que se venza. A la que hay nervio y humildad, funciona el talento. No es f¨¢cil. Al fin y al cabo nadie intent¨® copiar al Bar?a precisamente por su virtuosismo y singularidad.
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