La nueva carrera nuclear
El 9 de octubre de 2006 se convertir¨¢ en un d¨ªa para recordar. Es probable que ese d¨ªa Corea del Norte hiciera estallar una bomba nuclear. ?Fue una prueba que fall¨®? El futuro tal vez ofrezca respuestas, pero las consecuencias pol¨ªticas son evidentes y el impacto, sustancial.
En primer lugar, la presi¨®n internacional, encabezada por Estados Unidos, China, Rusia y Jap¨®n, no fue suficiente para impedir que Corea del Norte tomara esa medida desafortunada. Una dictadura terrible, un r¨¦gimen sin futuro y un pigmeo en t¨¦rminos de diplomacia respaldada por la amenaza de fuerza desafi¨® a los gigantes. Hoy se piden sanciones.Pero ?cu¨¢l ser¨¢ el efecto de las sanciones contra un r¨¦gimen cuyo objetivo es sobrevivir a trav¨¦s del autoaislamiento, un r¨¦gimen que no tendr¨¢ remordimiento alguno a la hora de sacrificar despiadadamente a su pueblo? Por otra parte, ?puede acaso China permitir duras sanciones contra su vecino? ?Cu¨¢n cre¨ªbles y efectivas pueden ser las sanciones?
En segundo lugar, el Consejo de Seguridad parece un tigre de papel porque su autoridad fue desafiada, y con ¨¦xito, por un r¨¦gimen desgastado. Este dato no pasar¨¢ inadvertido en ninguna parte, especialmente en Teher¨¢n. Si la frontera entre quienes tienen armas nucleares y quienes no las tienen se vuelve m¨¢s permeable, o incluso termina disolvi¨¦ndose, todo el sistema de seguridad multilateral podr¨ªa ser cuestionado. El 9 de octubre se abri¨® la puerta que conduce a este sendero.
En tercer lugar, el Tratado de No Proliferaci¨®n (TNP), que estuvo a punto de sucumbir incluso antes de las acciones de Corea del Norte, amenaza con desintegrarse. Varias potencias peque?as y medianas se plantear¨¢n un interrogante radicalmente novedoso: si Corea del Norte puede ser una potencia nuclear, ?por qu¨¦ nosotros no?
Si en estos tiempos de cambios de reg¨ªmenes a trav¨¦s de una acci¨®n militar la soberan¨ªa real s¨®lo puede garantizarse mediante la posesi¨®n de armas nucleares, ?por qu¨¦ no transitar esta ruta? Un colapso del TNP aumentar¨¢ el riesgo de carreras de armamentos nucleares en el ¨¢mbito regional, y por lo tanto el riesgo de una confrontaci¨®n nuclear.
En cuarto lugar, la crisis nuclear desatada por Corea del Norte demuestra que Estados Unidos -por primera vez desde el fin de la guerra fr¨ªa- ya no es el actor principal en la escena internacional y que sus opciones son limitadas. China se ha convertido en el actor principal en la crisis norcoreana, y en la regi¨®n en general. Esto tendr¨¢ un serio impacto en todo el Pac¨ªfico y har¨¢ que Estados Unidos concentre all¨ª su atenci¨®n estrat¨¦gica. Tal vez inste a Europa a que asuma las responsabilidades en el Mediterr¨¢neo y en Oriente Medio.
?Qu¨¦ debe hacerse? No hay otra alternativa que una estrategia de compromiso y contenci¨®n con respecto a Corea del Norte, o la crisis aumentar¨¢. Estados Unidos deber¨¢ entrar en conversaciones -directas y bilaterales si fuera necesario- con ese pa¨ªs. Adem¨¢s, el enfoque de la no proliferaci¨®n nuclear debe cambiar. No tiene sentido lamentar el peligro cierto de la proliferaci¨®n, si en la pr¨¢ctica uno se cruza de brazos mientras el TNP se desmorona.
Si no queremos que el mundo conste alg¨²n d¨ªa de unas pocas potencias nucleares grandes y muchas potencias nucleares peque?as y medianas, las grandes potencias nucleares deben asumir una iniciativa seria de desarme y no proliferaci¨®n. Parte de esta iniciativa debe consistir en asegurar, como corolario a nuevos requerimientos de desarme y mecanismos de control, el acceso no discriminatorio al conocimiento, la investigaci¨®n y la tecnolog¨ªa nuclear.
Esto requerir¨¢ una soluci¨®n institucional internacional al problema del enriquecimiento, donde la participaci¨®n en ese proceso implique nuevas obligaciones y, sobre todo, la voluntad de asegurar la transparencia a trav¨¦s de la verificaci¨®n y de las inspecciones intensivas.
Es m¨¢s, s¨®lo si las grandes potencias nucleares toman nuevas medidas a favor del desarme, y si se garantiza el acceso a la tecnolog¨ªa y al conocimiento bajo un control internacional, se podr¨¢ detener la tendencia hacia la "soberan¨ªa nuclear".
Cinco a?os despu¨¦s de que el presidente Bush calificara a Irak, Ir¨¢n y Corea del Norte como un Eje del mal, los acontecimientos en estos pa¨ªses siguen siendo desalentadores. Irak es un desastre y nada indica que la situaci¨®n pueda revertirse. Cada d¨ªa que pasa, los interrogantes sobre el desmoronamiento en ese pa¨ªs y en su regi¨®n se vuelven m¨¢s urgentes. ?Guerra civil? ?Desintegraci¨®n y "balcanizaci¨®n" de Irak? ?Ser¨¢ posible limitar el desastre a Irak?
Corea del Norte, por su parte,parece tener la bomba. Y en cuanto a Ir¨¢n, est¨¢ trabajando intensamente con el mismo objetivo, al tiempo que sigue expandiendo su posici¨®n hegem¨®nica en la regi¨®n.
Si al Eje del mal le sumamos lo que ocurre en Afganist¨¢n, Pakist¨¢n, L¨ªbano, Siria, Israel y los territorios palestinos, junto con el terrorismo, el panorama resultante no es alentador. Si Estados Unidos se sintiera tentado a considerar, en respuesta al fracaso de su pol¨ªtica, una "opci¨®n" militar contra Ir¨¢n, la nuclearizaci¨®n del sistema internacional no se detendr¨ªa. De hecho, una medida de este tipo no har¨ªa m¨¢s que empujar a Oriente Medio a un megaconflicto explosivo con consecuencias impredecibles e incontrolables.
? Project Syndicate / Institute of Human Sciences, 2006.
Joschka Fischer, ex ministro de Relaciones Exteriores y vicecanciller de Alemania, es profesor visitante de la Escuela Woodrow Wilson de la Universidad de Princeton. Traducci¨®n de Claudia Mart¨ªnez.
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