El Bar?a sigue varado

El Bar?a sigue varado, lejos de la jerarqu¨ªa de anta?o, ofreciendo apenas algunos detalles del equipo que asent¨® su hegemon¨ªa en toda Europa. En Riazor anduvo aturdido desde el principio, ante un rival despierto y atento que ahog¨® su juego durante buena parte de la noche. Un penalti convertido por Ronaldinho insufl¨® ox¨ªgeno al equipo de Rijkaard, que por un momento pareci¨® capaz de llevarse el partido con autoridad. Hasta que el Deportivo se rebel¨® contra el destino en la segunda parte.

No s¨®lo logr¨® el empate, sino que convirti¨® el partido en un vertiginoso ida y vuelta, sobre todo tras el ingreso en el campo de un m¨¢gico Estoyanoff, un incendiario que arras¨® la banda derecha. En su fase final, el encuentro tuvo momentos memorables de los que tambi¨¦n particip¨® el Bar?a, sobre todo cada vez que apareci¨® Iniesta, metido en todas las batallas, desde la pelea por el bal¨®n en el medio hasta las incursiones en el ¨¢rea. El Bar?a pudo ganar y tambi¨¦n pudo perder en medio de un duelo desenfrenado. Aunque no fuese su peor noche, el cuadro de Rijkaard se fue de Riazor sin aclarar las dudas que le afligen en las ¨²ltimas semanas.

Desde los viejos tiempos de Arsenio, el mejor Deportivo aparece siempre en Riazor cuando le visita alg¨²n rival grande. Pasan los a?os, las plantillas y los entrenadores, pero ya es una tradici¨®n de la Liga que el Barcelona, el Madrid o el Valencia vivan noches de espanto en A Coru?a. La f¨®rmula deportivista no var¨ªa desde hace 15 a?os, un c¨®ctel que mezcla la actitud belicosa, la presi¨®n febril y las imprescindibles dosis de calidad. La receta no cambi¨® anoche, incluidas las aportaciones talentosas, habitualmente extra?as en el equipo de Caparr¨®s. Pero el t¨¦cnico sevillano puso ayer el toque exquisito con dos chavales curiosamente formados en la cantera del Barcelona: Cristian, un extremo habilidoso, y Verd¨², un media punta de toque preciso y mente despierta.

No le falt¨® la pelota al cuadro de Rijkaard, pero apenas pudo progresar bajo la constante presi¨®n del contrario. Durante casi toda la primera parte, el Bar?a vivi¨® en un cortocircuito permanente. Iniesta y Deco se encontraron con todas las l¨ªneas de pase obturadas por un rival muy atento. Y Messi anduvo extra?amente desaparecido. Ronaldinho estuvo m¨¢s participativo, aunque tuvo que lidiar con Arbeloa, desplazado desde el centro de la defensa a la banda derecha para ejercer de guardaespaldas del brasile?o. Ninguno de los dos lo pas¨® bien. Arbeloa se vio burlado en muchos momentos, pero tambi¨¦n desquici¨® al brasile?o, que acab¨® clav¨¢ndole los tacos en una acci¨®n que borde¨® la tarjeta roja.

Cuando el partido enfilaba el descanso, se juntaron la s¨²bita iluminaci¨®n del Bar?a con una pifia de la defensa local. Ronaldinho abri¨® desde la izquierda, y Deco desbarat¨® a la zaga con una asombrosa dejada de pecho. La pelota sali¨® escupida hacia Saviola, dentro del ¨¢rea, y Juanma, un tipo que no se distingue por su sutileza, le arroll¨® estrepitosamente. Ronaldinho convirti¨® el penalti, y el Bar?a retorn¨® del intermedio con mejor aspecto. Su f¨²tbol gan¨® profundidad, gracias, sobre todo, a la aportaci¨®n de Iniesta, que fue creciendo seg¨²n avanzaba la noche y se erigi¨® en el hombre fundamental para los azulgrana.

Pero los equipos de Caparr¨®s no se achican tan f¨¢cilmente. El Deportivo se lanz¨® a por el empate y el partido deriv¨® en un vibrante intercambio de golpes. Los recursos locales se incrementaron notablemente cuando el t¨¦cnico introdujo a Estoyanoff, quien, de inmediato, pidi¨® que le apuntaran todos los focos y conden¨® a un suplicio a Gio, finalmente relevado por Belletti. Cada estocada de Estoyanoff por la banda derecha hizo sacudirse al Bar?a.

En el empate, sin embargo, el protagonismo volvi¨® a los chicos criados en La Mas¨ªa. Cristian meti¨® una maravillosa asistencia al ¨¢rea hacia Verd¨², derribado sin contemplaciones por Edmilson cuando se dispon¨ªa a encarar al portero. Como Estoyanoff estaba en plan estelar, tambi¨¦n se atrevi¨® con el penalti. Se lo detuvo Vald¨¦s, quien tambi¨¦n roz¨® con los dedos el remate posterior de Juan Rodr¨ªguez sin poder evitar el gol. Hasta el final, el partido fue una electrizante monta?a rusa, con las ocasiones sucedi¨¦ndose en las dos ¨¢reas. Aunque el Bar?a dej¨® entrever algunos de sus destellos m¨¢s luminosos, no logr¨® alejar la impresi¨®n de que sigue lejos de sus mejores d¨ªas.