Mezquindad con Andaluc¨ªa
Mariano Rajoy ha sido mezquino e injusto con Andaluc¨ªa y los andaluces y, como ha dicho el presidente andaluz, poco respetuoso con el Parlamento andaluz. En aras de satisfacer al n¨²cleo duro de su partido, a la derecha extrema como le llama Zapatero, intent¨® camuflar la realidad del Estatuto andaluz que aprob¨® el Congreso de los Diputados. Rajoy en un ejercicio literario al que es muy dado cuando le faltan argumentos, lo que le suele suceder con frecuencia cuando baja a Andaluc¨ªa (parece que ahora lo tendremos hasta en la sopa), ha querido hacer ver a sus votantes que el Estatuto andaluz es ni chicha ni limon¨¢. O lo que es peor, que ellos han sido quienes han enderezado un Estatuto que cabalgaba por la senda de la inconstitucionalidad.
Rajoy miente y se queda tan tranquilo. El Estatuto que aprobaron el PSOE de Andaluc¨ªa e Izquierda Unida, adem¨¢s de ser constitucional, es y sigue siendo un Estatuto de progreso, con una fuerte carga social, como han dicho y escrito quienes, desde un principio, hicieron una decidida apuesta por la renovaci¨®n del mismo. Lo que ha hecho el Congreso de los Diputados, por m¨¢s que le pese a Rajoy, ha sido un trabajo de maquillaje, manteniendo los principios b¨¢sicos que dan vida, solidez y consistencia del que sali¨® del Parlamento andaluz. Si Rajoy sigue por ese camino, que a buen seguro lo har¨¢, y se suman las mentes silenciosas de Zaplana y Acebes, el esfuerzo y trabajo que ha hecho Javier Arenas se puede ir al garete.
Para el l¨ªder de los populares andaluces el llegar al consenso y subirse a la locomotora del Estatuto no era cuesti¨®n balad¨ª, sino todo lo contrario. Le iba en ello su propia supervivencia pol¨ªtica y la de su partido. Por eso no dud¨® enfrentarse a quienes en la c¨²pula de G¨¦nova (sede nacional del PP) analizaban que con el apoyo al Estatuto andaluz se empezaba a desmoronar la estrategia nacional mantenida hasta hace poco de que la Espa?a plural y auton¨®mica que propugna Zapatero, "rompe Espa?a", entre otras lindezas.
Arenas, propio en ¨¦l, ha tenido cintura pol¨ªtica y olfateado por d¨®nde van los vientos de la pol¨ªtica andaluza. Veinticinco a?os m¨¢s condenado el PP al destierro no era, ni es, l¨®gico.
Con todo, me quiero quedar con el personaje clave en este largo y apasionante proceso en el que ha entrado Andaluc¨ªa y no es otro que Manuel Chaves, por mucho que le pese a quienes le siguen negando, con la miop¨ªa propia de resentidos, obstusos y alitongados, un papel protagonista no s¨®lo en Andaluc¨ªa, sino tambi¨¦n en toda Espa?a. Cuando en la investidura ¨²ltima, el presidente andaluz dijo que Andaluc¨ªa necesitaba reformar el Estatuto que sali¨® del 28 F de 1980 incluso en alg¨²n sector de su propio partido hubo reticencias y no digamos en la derecha y en los medios informativos que la bailan. La tozudez y la confianza ciega de que la propuesta que hac¨ªa era imprescindible si quer¨ªamos que Andaluc¨ªa entrara en el siglo XXI con todas las armas para seguir progresando ha hecho que se sumen voluntades, al principio muy alejadas, entre ellas las del PP. Habr¨¢ que enterrar en la hemeroteca del olvido lo dicho por Antonio Sanz, Esperanza O?a, Te¨®fila Mart¨ªnez y Zoido, entre otros iluminados que siguiendo los pasos que, en principio, marcara Rajoy termin¨® por decir que el Estatuto andaluz "era un cachondeo", sensato y cient¨ªfico an¨¢lisis de quien pretende que los andaluces (versus Arenas) lo a¨²pen hasta La Moncloa.
Por mucho que le pese a la derecha m¨¢s retr¨®gada y sus apoyos medi¨¢ticos (pronto oiremos decir lo de "vendepatrias" o leer sandeces que pretenden estar avaladas por la historia), el Estatuto andaluz que habremos de refrendar el 25 de febrero del pr¨®ximo a?o es un estatuto de progreso y progresista. Fue una apuesta arriesgada de Manuel Chaves y gan¨®.
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