Todo era Irak, Irak y m¨¢s Irak: un EE UU enojado vota 'no' a Bush
Fue una noche incre¨ªble. Una semana atr¨¢s, los dem¨®cratas se mostraban prudentes y pensaban que ser¨ªa fant¨¢stico conseguir cierta influencia en la C¨¢mara de Representantes. El control del Senado les parec¨ªa un sue?o remoto. Pero as¨ª es como estaban las cosas a las tres de la madrugada de ayer en la Costa Este de EE UU: los dem¨®cratas ya se hab¨ªan hecho con la C¨¢mara de Representantes, con un margen impresionante. Los gobernadores republicanos que hab¨ªa sobrevivido, como Arnold Schwarzenegger, en California, eran los que se hab¨ªan comprometido de antemano a apoyar el grueso de las causas del Partido Dem¨®crata. As¨ª, un 70% del electorado, una cifra r¨¦cord de participaci¨®n (lo nunca visto en unas elecciones no presidenciales), hab¨ªa dicho no a George W. Bush. Y lo que resultaba m¨¢s asombroso es que, a esas horas, parec¨ªa probable que los dem¨®cratas ganaran Montana y Virginia, lo que les valdr¨ªa el Senado.
Esto supone un cambio enorme en comparaci¨®n con las deprimentes cosechas de los dem¨®cratas en los ¨²ltimos comicios, cuando yo ve¨ªa los resultados electorales centelleando en los mapas de la televisi¨®n, en los que los Estados en azul indicaban las victorias dem¨®cratas y los rojos las republicanas, con la inc¨®moda sensaci¨®n de que viv¨ªa en una peque?a isla incomunicada del noreste, unida a otra isla de la Costa Oeste (?esta vez, en Vermont, incluso un socialista, Bernie Sanders, ha ganado la contienda al Senado!). Pero en estas elecciones, el mapa de Estados en azul y rojo se ha invertido y, debido a la impopular guerra en Irak, hasta muchos de los republicanos m¨¢s prestigiosos, que se supon¨ªa que siempre se quedar¨ªan en Washington, se han visto barridos por esta oleada. Y de repente, nos encontramos en una nueva era.
Aunque los europeos interpretar¨¢n estas elecciones principalmente como un refer¨¦ndum contra la guerra en Irak y la camarilla de Bush, el electorado tambi¨¦n ten¨ªa otras importantes preocupaciones nacionales. Adem¨¢s del acre talante en toda la naci¨®n por la guerra de Irak, la econom¨ªa, el horror del Katrina y sus consecuencias, y un Washington corrupto y hasta las cejas de esc¨¢ndalos, han hecho correr en estampida hacia las urnas a unos votantes estadounidenses por lo general ap¨¢ticos. En los grandes n¨²cleos industriales de Pensilvania y Ohio (donde los dem¨®cratas han cosechado enormes victorias) y por todo el Medio Oeste, donde los empleos manufactureros pr¨¢cticamente han desaparecido, la econom¨ªa de las clases media y trabajadora se ha visto muy perjudicada. Cuando las familias no pueden permitirse tener una vivienda en propiedad o mandar a sus hijos a la universidad, cuando viven en un pa¨ªs sin un plan sanitario nacional viable y salen a la luz noticias sobre corrupci¨®n pol¨ªtica que conllevan el robo de millones de d¨®lares, la reacci¨®n es de c¨®lera: "Echemos a los gorrones de Washington". Si John Kerry hubiera ganado en el Estado clave de Ohio, habr¨ªa sido presidente, pero hizo campa?a en calidad de hombre rico de Harvardlandia. Craso error.
En esta ocasi¨®n, Ohio ha votado a un senador y un gobernador dem¨®cratas. Bush, obsesionado con Irak y su versi¨®n de la religi¨®n, se olvid¨® de su base, el denominado estadounidense medio, y de las necesidades b¨¢sicas de ese estadounidense medio. Mientras tanto, Howard Dean, el l¨ªder del Partido Dem¨®crata, fue inteligente e insisti¨® en invertir gran cantidad de dinero y activistas en Estados supuestamente republicanos del Medio Oeste y el suroeste, lo cual ha dado el resultado de las grandes victorias que los dem¨®cratas han obtenido en todo el pa¨ªs.
Los dem¨®cratas de Dean han ganado a lo grande, porque comprendieron que era crucial que su partido no siguiera siendo exclusivamente el partido de los de Nueva York, los de Nueva Inglaterra y las estrellas de Hollywood. El mayor error que cometieron los republicanos (aparte de sus desastrosas pol¨ªticas) fue dar por sentado que eran los amos en el Medio Oeste y el Oeste. Pero tambi¨¦n ah¨ª han perdido, y los dem¨®cratas avanzan en el Sur. Los republicanos no entendieron que la demograf¨ªa del Sur y el Oeste est¨¢ cambiando dr¨¢sticamente; la derecha cristiana perd¨ªa votos entre una generaci¨®n m¨¢s joven, y la inmigraci¨®n y la movilidad de la clase tecn¨®crata juegan a favor de los dem¨®cratas.
?Qu¨¦ ocurrir¨¢ a continuaci¨®n? Nancy Pelosi, la dem¨®crata liberal de San Francisco, se convertir¨¢ en la primera mujer presidenta de la C¨¢mara de Representantes.Bush tendr¨¢ que adaptarse a su enorme poder, y al enorme poder que los dem¨®cratas han conseguido en el Congreso y, por lo que parece en el momento de escribir estas l¨ªneas, en el Senado. El dominio en la C¨¢mara es suficiente para garantizar que los dem¨®cratas controlen la agenda pol¨ªtica -lo que se debata- y la legislatura. Tendr¨¢n poder de citaci¨®n y, por tanto, el derecho a girar ¨®rdenes de comparecencia en relaci¨®n con las decisiones secretas que se tomaron para entar en guerra con Irak, y un poder considerable sobre los nombramientos para el Tribunal Supremo.
Los dem¨®cratas deben concebir de inmediato una pol¨ªtica para retirarnos del conflicto y, en el frente nacional, un plan antidroga y un nuevo salario m¨ªnimo. Hay un factor que no se debe menospreciar y es el partido que nunca sale en las encuestas: el de los oportunistas. Los medios de comunicaci¨®n ya est¨¢n cambiando y muestran en sus comentarios y tertulias un renovado respeto por los dem¨®cratas. Y las empresas son pragm¨¢ticas: el dinero es para los que ganan.
?Qui¨¦nes son los perdedores? Los conservadores y neoconservadores que subieron al poder en los a?os noventa y que, aunque no nos gustaran, se rodearon de un aura de inteligencia y astucia. Ahora, todas esas supuestas ideas inteligentes, que eran meras teor¨ªas sobre el papel, han demostrado no ser m¨¢s que golpes de efecto.
?Y los ganadores? Los nuevos dem¨®cratas, que se asemejan m¨¢s a los viejos dem¨®cratas de antes de Clinton. Entre las estrellas nacientes est¨¢ el posible candidato presidencial, el senador Barack Obama, de Illinois. En cuanto a Bush, por mucho que haya insistido en que mantendr¨¢ el rumbo en Irak, es dudoso que tenga poder para hacerlo. El periodo de gobierno absoluto de los republicanos ha tocado a su fin.
Barbara Probst Solomon es periodista y escritora estadounidense. Traducci¨®n de News Clips.
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