La polic¨ªa se acerca a Tony Blair
La presunta venta de t¨ªtulos honor¨ªficos a donantes del Partido Laborista amenaza al primer ministro brit¨¢nico
Dicen que Tony Blair s¨®lo piensa en una cosa ¨²ltimamente: c¨®mo evitar que la polic¨ªa se presente uno de estos d¨ªas en Downing Street para interrogarle por el esc¨¢ndalo de la venta de distinciones, como el t¨ªtulo de lord, a los ricos donantes del Partido Laborista. No mucha gente cree en el Reino Unido que la polic¨ªa pueda probar gran cosa en un esc¨¢ndalo que afecta casi tanto a la oposici¨®n conservadora como al Gobierno, pero la investigaci¨®n, lenta y opaca, se ha ido abriendo paso y est¨¢ a punto de llegar a la cima: el primer ministro del Reino Unido.
Esta semana se ha sabido que todos los ministros que estaban en el Gobierno durante la campa?a electoral de las ¨²ltimas legislativas, en la primavera de 2005, han recibido cartas de la polic¨ªa pidi¨¦ndoles que declaren por escrito todo lo que saben sobre los pr¨¦stamos secretos con los que se financi¨® esa campa?a y la presunta venta de t¨ªtulos honor¨ªficos a algunos multimillonarios que hicieron esos o anteriores pr¨¦stamos o donaciones.
Muchos piden al fiscal general que se abstenga de intervenir por su cercan¨ªa a Tony Blair
El Gobierno teme que los agentes vayan a Downing Street a interrogar al primer ministro
Uno de los altos cargos laboristas contactados por la polic¨ªa es el ex ministro Alan Milburn, que ya entonces no ten¨ªa ninguna cartera, pero fue el organizador de esa campa?a, hasta que las malas perspectivas electorales obligaron a Blair a echar mano de su rival, Gordon Brown. Milburn no ha sido invitado a declarar por escrito, sino que ha sido interrogado personalmente, aunque en calidad de testigo y no de sospechoso.
La decisi¨®n de la polic¨ªa de contactar con todo el Gobierno menos con el primer ministro ha sido interpretada como una se?al de que los investigadores est¨¢n maniobrando para dar el ¨²ltimo salto: convertir a Blair en el primer jefe del Gobierno brit¨¢nico que es interrogado estando en activo por un caso de presunta corrupci¨®n en los ¨²ltimos 70 a?os.
"El primer ministro y sus asesores est¨¢n preocupados por la perspectiva de ver a la polic¨ªa cruzando el umbral de Downing Street bajo el resplandor de las c¨¢maras de televisi¨®n retransmitiendo las im¨¢genes a todo el mundo", afirmaba estos d¨ªas el diario The Daily Telegraph. El peri¨®dico citaba a una fuente an¨®nima de la Administraci¨®n, que describ¨ªa el estado de ¨¢nimo de Downing Street en t¨¦rminos ca¨®ticos: "Est¨¢n literalmente deshechos por este asunto. Es uno de los pocos temas en los que los asesores de Blair pueden centrarse. Est¨¢ por encima de todo lo dem¨¢s. No saben cu¨¢les pueden ser las consecuencias. La ¨²ltima cosa que quieren en estos momentos es a la polic¨ªa acerc¨¢ndose por all¨ª para tener una peque?a charla. No van a dejar que eso ocurra".
Una de las maneras de evitarlo es trasladando la cita policial a la oficina del primer ministro en los Comunes o, mejor a¨²n, a la residencia de fin de semana de Blair en Chequers. De imposible acceso para la prensa y rodeada por enormes jardines, Chequers no dejar¨ªa ver m¨¢s que a una comitiva de coches cruzando la verja de acceso. La otra manera de evitar la humillaci¨®n es retras¨¢ndola hasta que Blair haya dejado de ser primer ministro. Eso es lo que va a ocurrir, seg¨²n The Daily Mail.
El mismo d¨ªa que la prensa coincid¨ªa en que el interrogatorio policial a Blair est¨¢ muy cerca, el Mail apuntaba en direcci¨®n contraria y sosten¨ªa que la polic¨ªa no va a acabar su investigaci¨®n antes de Navidad, como se esperaba -el plazo inicial era a finales de octubre, pero se prolong¨® dos meses por la escasa colaboraci¨®n de las personas llamadas a declarar- y que ahora ya no hay fecha final, por lo que el primer ministro en ning¨²n caso ser¨ªa acusado o procesado mientras estuviera en el cargo. Est¨¢ por ver si ser¨¢ o no interrogado para que explique lo que sabe.
La decisi¨®n de pedir o no el procesamiento de Blair -o de cualquier otro sospechoso en el caso- est¨¢ en manos de la Fiscal¨ªa de la Corona. El fiscal general, lord Goldsmith, no tiene por qu¨¦ ser consultado por la fiscal¨ªa, pero siempre tiene el poder de decidir si paraliza el asunto con el argumento de que no es del inter¨¦s p¨²blico proseguir con las investigaciones. Muchas voces se han alzado pidiendo a lord Goldsmith que se abstenga de intervenir por manifiesta incompatibilidad personal: no s¨®lo ejerce un cargo para el que ha sido nombrado por el primer ministro, sino que ha sido el propio Blair el que le agraci¨® en su d¨ªa con el t¨ªtulo de lord. El jefe de Scotland Yard, Ian Blair, ha delegado todas las investigaciones en sus subordinados por considerarse juez y parte por su cercan¨ªa al primer ministro. Lo mismo ha hecho el director de Enjuiciamiento P¨²blico, Ken Macdonald, que comparti¨® despacho profesional con Cherie Booth, la esposa de Blair.
Pero Goldsmith asegura que no puede inhibirse por razones constitucionales y s¨®lo se ha comprometido a pedir y acatar un dictamen independiente si tiene que intervenir. Los argumentos legales de Goldsmith han sido rechazados por la oposici¨®n, que ha recordado que hay al menos un precedente de fiscal general que se inhibi¨® por considerarse incompatible: Sam Silkin, fiscal general laborista en los a?os setenta, se abstuvo de intervenir en la decisi¨®n de procesar o no a Jeremy Thorpe, antiguo l¨ªder liberal cuando los laboristas negociaban un acuerdo de cooperaci¨®n pol¨ªtica con los liberales.
El prestigio de Goldsmith qued¨® malparado a prop¨®sito de la guerra de Irak por, seg¨²n sus cr¨ªticos, modificar su dictamen inicial de que la invasi¨®n ser¨ªa ilegal si no hab¨ªa una nueva resoluci¨®n del Consejo de Seguridad de la ONU sancion¨¢ndola expl¨ªcitamente. Su dictamen final se acomod¨® a las necesidades del primer ministro.
El precedente de Lloyd George
El liberal David Lloyd George (1863-1945), primer ministro entre 1916 y 1922, us¨® la venta de t¨ªtulos nobiliarios para llenar las arcas de su partido, escu¨¢lidas tras la Primera Guerra Mundial. Una vez rota la coalici¨®n gobernante por desavenencias pol¨ªticas que obligaron a Lloyd George a dimitir, los antiguos socios conservadores arremetieron contra las operaciones con honores y t¨ªtulos y aprobaron la llamada Acta de Honores (Prevenci¨®n de abusos) en 1925, que ilegaliza estas ventas.
Generosidad sospechosa
El caso empez¨® el pasado marzo, cuando la Comisi¨®n de Nombramientos de la C¨¢mara de los Lores descubri¨® que cuatro de los futuros lores propuestos por el Gobierno hab¨ªan hecho importantes donaciones al Partido Laborista, a trav¨¦s del presunto organizador de las recaudaciones ahora bajo sospecha, lord Michael Levy.
Poco despu¨¦s, el tesorero del partido, Jack Dromey, denunci¨® que los laboristas hab¨ªan recibido pr¨¦stamos de los que ¨¦l no ten¨ªa conocimiento. Enseguida se supo que tanto los laboristas como los conservadores hab¨ªan recibido ese tipo de pr¨¦stamos secretos a bajo inter¨¦s que no ten¨ªan que ser declarados en p¨²blico debido a una trampa legal: aunque el inter¨¦s era inferior al del mercado, se consideraban cr¨¦ditos comerciales y no donaciones al partido.
Los laboristas confirmaron que hab¨ªan recibido 12 pr¨¦stamos por valor de 16 millones de libras (23,8 millones de euros) para financiar la campa?a electoral de 2005 e hicieron p¨²blico el nombre de los donantes. Los conservadores devolvieron los pr¨¦stamos para mantener en secreto el nombre de los donantes.
A instancias de los nacionalistas escoceses, la polic¨ªa empez¨® una investigaci¨®n. ?sta ha de dilucidar si los partidos han vulnerado la ley de 1925 que impide conceder distinciones (t¨ªtulos nobiliarios o de lord) a cambio de dinero y si han vulnerado la ley de financiaci¨®n.
En abril, la polic¨ªa interrog¨® a Des Smith, un asesor del Gobierno que hab¨ªa dejado entrever que los millonarios que hicieron donaciones para financiar las academias ciudadanas -un proyecto personal de Blair para crear centros especialmente dotados de fondos- esperaban ser recompensados con alguna distinci¨®n.
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